AnálisisUna catástrofe alimentaria en camino

Por Roberto Ibarguren Zorreguieta*

Nuevamente, se torna necesario referirse al marco alimentario internacional, que ya habíamos analizado anteriormente por sus factores principales e incidentes, como los efectos del Cambio Climático, la Pandemia Covid-19, y la Tragedia de la Invasión de Rusia a Ucrania.

Actualizando los rápidos avances que se van registrando en el planeta, es que transcribo brevemente los resultados últimos de los datos producidos por David Beasley, del Programa Mundial de Alimentos, ONU, así como los adicionales aportados por el Presidente de la Fundación Rockefeller, Rajiv Shah y Sara Menker, fundadora del Grupo Gro Intelligence, publicados por David Wallace-Wells, en el New York Times el 12 de junio 2022, quienes sugieren que los datos obtenidos no son nada menos que una forma de creciente inflación mundial, dado que el precio de los cereales aumentó un 69,5% (Reuters), aceites hasta un 137,5%, mientras que el índice general de precios de alimentos, un 58%.

Ello, está provocando que 2022 y 2023 vayan a ser los peores años en términos de crisis alimentarias desde la 2^da Guerra Mundial. Según cálculos del Programa Mundial de Alimentos, al menos la mayor parte del crecimiento en esa categoría de “inseguridad alimentaria aguda”, sería el resultado del empeoramiento de las condiciones existentes antes de la Invasión Rusa a Ucrania, lo que unido al cambio climático, arrojaría el combo de las 3 C definido por Chris Barrett, economista agrícola de la Universidad de Cornell, que afirma que: “antes, el retraso en el crecimiento de los niños, el impacto acumulado de la mala nutrición y la salud, se daban esencialmente en todos los lugares que eran pobres; pero ahora ello es logrado en los lugares que son pobre, y donde además hay conflictos bélicos”.

Pero, los impactos climáticos planetarios también están actuando ahora como una afectación continua. The Economist, resumiendo el estado de la agricultura mundial poco antes de la invasión rusa, los define así: – China el mayor productor de trigo, declaró que después de que las lluvias retrasaron la siembra el año pasado, la presente cosecha puede ser la peor de su historia. Además de las temperaturas en la India, el segundo productor de mayor escala mundial, también se agrega la falta de lluvias que amenaza con mermar la producción adicionalmente en otros países productores de alimentos, que van desde el cinturón de trigo de EE.UU., hasta las regiones de Beauce en Francia, y parte de la América del Sur. Se agrega por otra parte, la peor sequía desde hace 40 años devastando la Región del Cuerno de África.

Esta increíble guerra del S. XXI trajo consigo otros efectos agravantes: embargos a las exportaciones rusas, y un bloqueo que obstaculiza las de Ucrania, donde los productores también se esfuerzan por cosechar y plantar en medio de la amenaza y efectos de los bombardeos; el aumento del costo de los combustibles, está incrementando de manera considerable el precio de los alimentos, al encarecer su transporte y provocar el ascenso drástico en el costo de los fertilizantes, la mayoría de los cuales se producen con gas natural; y las prohibiciones a las exportaciones, impuestas por más de una docena de países preocupados por su propia seguridad alimentaria, contribuyen a tensar todavía más el mercado mundial.

Beasley cree que 2023 podría, como consecuencia, dar un giro aún más funesto en este sentido. La crisis de precios de este año 2022, podría estar sucedida por otra verdadera crisis adicional de suministros, en la cual muchos alimentos puedan llegar a estar fuera del alcance de muchos millones de personas, no solo por los precios, si no por las condiciones estructurales actuales, por lo que el mundo podría experimentar lo impensable: una verdadera escasez de alimentos, según datos de Gro Intelligence, y “ya habiéndose registrado 39 millones de personas al borde de la hambruna, lo que equivale a una emergencia extrema”, y en la que literalmente podrían estar a punto de morir por inanición; se agregan 780 millones de personas que se encontraban en “extrema pobreza” y 1.200 millones experimentaban “inseguridad alimentaria”. Hoy luego de seis meses las cifras son: 49 millones, 1.100 millones, y más de 1.600 millones de personas. Es decir, diez millones más han pasado al borde de la inanición, según Gro Intelligence y su autora Menker, y “400 millones de personas se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria en todo el mundo debido a los aumentos de precios habidos solamente en los últimos cinco meses”. La experta etíope Menker concluye “que en un sentido literal, esa sería una mayor cantidad de gente que el total de personas que China ha sacado de la inseguridad alimentaria en las últimas dos décadas”.

En lo que respecta al Mercosur y la Argentina, se deberían adoptar ante este preocupante panorama, estrategias convergentes destinadas a prever de la mejor forma este enorme impacto alimentario, y elaborar apoyos dirigidos fundamentalmente hacia el aumento de la producción de granos, oleaginosos, y carnes. Ello suplementaría en parte este déficit alimentario mundial. Con ese objeto sería estratégico cerrar los renuentes acuerdos pendientes entre el Mercosur y la Unión Europea, que contemplen inversiones previstas para dicho propósito, al tiempo que se procuraría un mejoramiento del nivel económico social actual. Bruselas, ya está focalizando hacia el Mercosur las consecuencias del conflicto Rusia-Ucrania, tanto por la crisis alimentaria, como la energética, teniendo en cuenta que la pérdida comercial de esta guerra ya habría superado los 350.000 millones de euros.

*El autor es exProfesor e Investigador Asociado, Universidades Nacional de La Plata, y Católica de Salta,  Graduado en las Universidades de Cuyo y de Córdoba.