Cultura

100 años del CuchiEl inolvidable concierto de campanas de 1963

Por Luis A. Borelli

El concierto de campanas que se realizó por el Bicentenario de la Independencia nos remonta a este personaje inolvidable. En 1962, por ser alumnos del Colegio Nacional, varios changos tuvimos la oportunidad de enterarnos que nuestro profesor, el doctor Gustavo Leguizamón, estaba preparando un concierto de campanas, que se realizaría el 20 de febrero de 1963 en el marco del Sesquicentenario de la Batalla de Salta.

Y por el tema del concierto nos enteramos también de que la pasión de Leguizamón por las campanas había comenzado cuando aún era un niño. “Mi tata -contó- nos llevaba a Cerrillos para las vacaciones y nosotros, a la hora de la siesta, aprovechábamos para subir al campanario de la iglesia y tocar despacito las campanas mientras que los domingos repicábamos. Para la siesta tocábamos despacito para hacerles creer a las viejas del pueblo que el duende estaba jugando allá arriba de la torre. Estábamos convencidos de que las hacíamos asustar, pero un día los asustados fuimos nosotros. Uno de los “duendes’’, creo que mi hermano Zapallo, se enredó con la lonja de un badajo y, sin querer, hizo sonar fuerte la campana mayor. Nos asustamos y de inmediato salimos escaleras abajo haciendo un ruidaje bárbaro por los peldaños de madera. Cuando llegamos al suelo, corrimos a la casa, en el momento justo que dos vigilantes asomaban sus cabezas por la puertita del campanario. Iban a investigar “la campanada a deshora”.

Pese a aquel inconveniente, muchos cerrillanos de antaño solían recordar los repiques dominicales de los hermanos Leguizamón (Cuchi y Zapallo), cuando un fraile franciscano llegaba a dar misa.
Pero el paso del tiempo no aplacó la pasión de Gustavo Leguizamón por las campanas. Por el contrario, creció de tal manera que hace 54 años publicó en El Tribuno “Las Campanas de Salta” y, luego, organizó y dirigió el primer y único concierto de campanas dado en nuestra ciudad hasta entonces.

Cuatro iglesias
Las campanas que participaron del concierto fueron las de las iglesias Catedral, San Francisco, La Merced y La Viña. La obra duró quince minutos y tuvo cuatro movimientos: Doble coloniales; Retreta con ritmo de carnavalito; Malambo y Repique salteño de procesión.
Por la importancia del evento y lo difícil que podría resultar escuchar las campanadas, se pidió a la población, por radios y diarios, que a las nueve y media de la noche todo el mundo hiciese el máximo de silencio. Y así, respetuosamente, los salteños contribuyeron a garantizar el éxito del inusual concierto.

Días antes del acontecimiento, los diarios de la ciudad (El Tribuno y El Intransigente) y las radios (LV9 y Radio Nacional), desplegaron una gran campaña de silencio para la noche del 20 de febrero, y pidieron a su vez que los concurrentes se concentraran preferentemente en la esquina de Mitre y Caseros, vereda de la plaza 9 de Julio.
Y así, el 20 de febrero a la hora señalada, la vieja ciudad se llamó a silencio. Segundos después se estremeció cuando las campanas comenzaron a tañir a duelo. En la esquina indicada la multitud pudo escuchar nítidamente las campanadas de San Francisco, la Catedral y La Merced, mientras que más atenuadas las de La Viña, a cinco cuadras de distancia.

Al día siguiente, El Tribuno dijo: “Las campanas, las mismas que fueron fundidas hace 150 años con los cañones del Ejército del Norte, anoche rezaron en el viejo convento franciscano y en otros templos de la capital. El tañido del bronce, dirigido por la gigantesca batuta del doctor Gustavo Leguizamón, se adentró en las fibras más íntimas del viejo pueblo que, intrigado, se preguntaba: ¿Por quién doblan las campanas…?”.

Iglesia San Francisco
Sobre las campanas de la iglesia San Francisco, Gustavo Leguizamón nos contó a los changos del Nacional: “Con los cañones inutilizados y tomados al enemigo (Batalla de Salta) se fundió la campana de San Francisco con una leyenda que reza ‘VIVA LA PATRIA’ en grandes letras, que hasta hoy luce deteriorada a raíz de haberse intentado por manos godas, borrarlas a escoplo, en una de las entradas de los españoles a la ciudad”.
Finalmente, Leguizamón comentó a El Tribuno: “Hoy la ciudad se ha hecho grande y la neurosis ciudadana protestando por las campanas ha conseguido silenciarlas, mientras que el chango campanero ha desaparecido prácticamente de la ciudad”.

El “doble colonial”
Días antes del esperado e histórico concierto de campanas en la capital salteña, Gustavo Leguizamón contó detalles sobre el denominado Doble colonial. En ese sentido explicó: “La muerte de los antiguos salteños era comunicada a la población mediante toques de campana denominados dobles, por practicarse con dos campanas y en forma casi simultánea. 

El primero con una campana aguda y como apoyatura musical el segundo, efectuado con la campana grave”. 

Más adelante, Gustavo Leguizamón agregó: “Con toques de campanas se celebraban también las festividades, las públicas y las familiares, como cumpleaños, casamientos, nacimiento. 
Y con la campana del Cabildo se anunciaba la paga de los sueldos, la llegada de la mensajería, como también las resoluciones importantes del virrey, del gobernador o del mismo Cabildo”.

Fuente El Tribuno

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