Dos emblemáticos expresidentes brasileños, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), de izquierda, dejaron atrás su antigua rivalidad y se reunieron frente al mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.
“Los expresidentes tuvieron una larga conversación sobre Brasil, sobre nuestra democracia y el desinterés del gobierno de Bolsonaro en el enfrentamiento a la pandemia” del coronavirus, dice un comunicado de la oficina de prensa de Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Los veteranos políticos, Cardoso, de 90 años, y Lula, de 75, almorzaron el jueves en San Pablo por invitación del exjuez del Supremo Tribunal Federal Nelson Jobim. El exmagistrado es un antiguo aliado de Cardoso y fue ministro de Defensa durante el gobierno de Lula.
A pesar de sus históricas divergencias, Cardoso y Lula comenzaron a dar señales de acercamiento en las últimas semanas.
Líder histórico del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Cardoso declaró que en un supuesto ballottage para las elecciones de 2022 entre Bolsonaro y Lula elegiría al líder del PT.
Esta semana Lula manifestó su satisfacción ante los dichos de Cardoso, a quien también votaría en caso de enfrentar a Bolsonaro, un exmilitar de ultraderecha.
Durante más de 20 años Cardoso y Lula fueron adversarios casi irreconciliables, al igual que sus respectivos partidos, el PSDB y el PT, pero esa enemistad comenzó a disiparse desde la llegada de Bolsonaro al poder en enero de 2019.
El almuerzo de reconciliación celebrado este jueves entre Cardoso y Lula puede ser leído dentro de un contexto político signado por los frecuentes discursos y medidas de tono autoritario de Bolsonaro.
La reunión de ayer se inscribe, asimismo, en la estrategia de Lula orientada a la formación de un frente amplio con partidos de centro, como el PSDB, e incluso con dirigentes de fuerzas conservadoras, como el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) y el Partido Social Democrático (PSD).
Lula mantuvo encuentros con caciques del MDB y el PSD en su reciente visita a Brasilia.
Esta política de alianzas de espectro ideológico abarcativo incluye la posibilidad de sumar a empresarios, como Josué Gomes, hijo de José Alencar, el emprendedor que fue vicepresidente de Lula entre 2003 y 2010.
También se barajó la posibilidad de que Lula integre en 2022 una fórmula junto a la empresaria Luiza Trajano, que ha expresado divergencias frente a la política sanitaria de Bolsonaro. Tanto Gomes como Trajano descartaron ser parte de la fórmula de Lula.
El exgobernante de izquierda declaró esta semana por primera vez que será candidato el año que viene, pero no dio precisiones sobre quién sería su compañero de fórmula.
Lula volvió de lleno a la vida política en marzo, cuando el Supremo Tribunal Federal (STF) anuló las causas en su contra en el proceso anticorrupción Lava Jato. Con ello recuperó sus derechos políticos perdidos desde 2018 cuando, estando preso, no pudo presentarse a las elecciones vencidas por Bolsonaro.
Una encuesta publicada hoy por la consultora Vox Populi indicó que Lula tiene el 43 % de las intenciones de voto contra el 24 % de Bolsonaro.
En otro sondeo, divulgado la semana pasada por Datafolha, Lula obtuvo el 41 % contra el 23 % de Bolsonaro, con vistas a los comicios de octubre del año que viene.
Por su parte Bolsonaro expresó su contrariedad ante la aproximación de los exmandatarios Cardoso y Lula. “Ese FHC [Fernando Henrique Cardoso] que está diciendo ahora que va a votar a Lula… vean qué cara dura”, afirmó el mandatario en la noche del jueves. Luego Bolsonaro se refirió a Lula como “el ladrón de nueve dedos”, debido a que perdió el meñique de su mano izquierda en un accidente de trabajo.
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