Bronceado, elegante, con un traje color gris oscuro, camisa celeste y corbata colorada, aplomado, con una impronta que buscaba transmitir seguridad en sí mismo.
Así lo mostraron las cámaras a Sergio Massa en el minuto uno del debate presidencial. Pero un pifie ya en el mismo arranque lo traicionó y dejó al desnudo que en realidad algo de nervios tenía: saludó a la audiencia con un «buenas noches a todas y todas».
Si en el debate anterior en Santiago del Estero había quedado la sensación de que el candidato del oficialismo la había sacado bastante barata, este domingo no fue el caso.
Ya en el mismo arranque, sus rivales le tiraron con munición gruesa. Se turnaron para pegarle de manera constante, y le costó defenderse debido al tenor de las acusaciones, que iban desde la grave crisis económica hasta la corrupción kirchnerista.
Le costó porque en realidad apostó a cambiar el eje cuando le tocaba el turno de exponer o contestar las preguntas de los otros cuatro candidatos.
Ahí se enfocó en hablar de sus propuestas y, aunque también atacó, se cuidó bastante de sonar agresivo, como si de manera estudiada hubiera buscado mostrar que está parado por encima de la grieta.
El debate arrancó con todo. Javier Milei, el primero que tuvo la palabra, fue directo al hueso: dijo que Argentina se encaminaba a una hiperinflación, con el «agravante de que los indicadores sociales son peores que en 2001».
Enseguida, Patricia Bullrich, ya en sus primeras palabras, lo cruzó por el escándalo de Martín Insaurralde y su lujoso descanso en un yate en el Mediterráneo con una modelo. Juan Schiaretti remarcó la grave crisis económica.
Pero Massa al principio evitó sumarse al barro. Dijo que estaba en el debate «para contarte qué vamos a hacer con la seguridad, con el medio ambiente, cómo va a ser la Argentina. No vengo con chicanas, vengo a proponer».
Aunque a renglón seguido, en una replica a Patricia Bullrich, la cruzó por supuestamente haber apagado los sistemas bloqueadores de celulares en las cárceles de Santa Fe cuando fue ministra de Seguridad en la gestión macrista.
«Desde el primer día voy a tomar el tema seguridad. Ya lo hice en Tigre», dijo Massa y describió una serie de medidas que tomará en caso de ser presidente, entre ellas la creación de una agencia federal «una FBI argentina», sostuvo- para luchar contra la corrupción, el narcotráfico y la trata de personas.
Su única mención a Insaurralde
Y completó: «Respecto de Insaurralde, es un hecho gravísimo, le pedí la renuncia al cargo. No todos somos lo mismo: vos (dirigiéndose a la candidata de JxC) nunca le pediste la renuncia a Gerardo Milman».
En su exposición, buscó quedar bien con el mundo sindical y el empresario, cuando habló de paritarias libres y de reducción de impuestos. Y apuntó en particular al voto de las mujeres al señalar que en caso de ser electo impulsará la «obligatoriedad de que por la misma tarea se pague la misma remuneración a hombres y mujeres».
Volvió a hacer foco en esa porción del electorado cuando Javier Milei fue despectivo con Myriam Bregman. En tono caballeroso, le espetó: «Javier, hasta acá llegaste. Deja de faltarte el respeto a las mujeres».
Luego, en otro tramo, Patricia Bullrich no le perdonó ni ese gesto. «No necesitamos que vos nos defiendas. Nos defendemos solas, Massa».
Bregman tampoco suavizó su tono. Lo cruzó por el acuerdo con el FMI, el ajuste y le preguntó si podía vivir con los $ 124.000 que cobran los jubilados.
Y el resto siguió pegándole: Schiaretti le subrayó que «las reservas están en menos 10 como en el chinchón, Milei lo increpó por no haber hablado de la producción, y Bullrich con que subió la pobreza desde que es ministro de Economía. «Dijiste que venias a sacar las papas del fuego y nos hiciste puré», se burló.
Massa, que ya en el primer bloque agotó sus 5 derechos a réplicas, se mostró didáctico al exponer. Las cámaras lo mostraron varias veces sonriente, casi canchero; también negando con la cabeza o un dedo las afirmaciones de sus rivales sobre la actual gestión.
No perdió la compostura incluso cuando al plantear su propuesta de acceso al crédito inmobiliario con un coeficiente de variación salarial y acceso a bienes ociosos del estado para que la gente pueda acceder a lotes.
«Massa, los únicos que compran casa son tus amigos los kirchneristas. Tienen que dejar de robar, Massa», lo volvió cruzar la ex ministra de Seguridad.
Sin perder la compostura, el candidato de UxP la trató de «vulgar» y la acusó de gritar. Eso sí: no replicó las acusaciones. Esa fue, al fin, su estrategia.
Los acompañantes de Massa
Sergio Massa almorzó este domingo en su casa con su esposa Malena Galmarini y los hijos de ambos (durante la comida hablaron del video que grabó Moria Casán pidiendo el voto por el candidato de Unión por la Patria).
Luego, partió al hotel de Luz y Fuerza donde se encontró con todos los voceros de la campaña del oficialismo, desde Daniel Scioli y Agustín Rossi hasta Cecilia Moreu y Axel Kicillof, entre otros. Allí Massa realizó un último repaso antes del debate con sus rivales del domingo 22. Fue el último de los cinco candidatos presidenciales en llegar a la Facultad de Derecho.
Agustín Rossi llegó a la Facultad de Derecho y apenas empezó a hablar con los periodistas pareció más el jefe de campaña de Sergio Massa que su compañero de fórmula.
“En el debate anterior quedó claro quién es el dirigente que más capacidad tiene, que más conocimiento tiene y que más preparado está para ser el presidente de los argentinos durante los próximos 4 años”, dijo. En la misma línea, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, sostuvo al llegar a Derecho: “En el debate anterior Sergio fue el que se paró de presidente”.
Para la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, hablar del escándalo de Insaurralde con la modelo es una chicana. “Nosotros venimos con una propuesta clara. Sergio Massa no va a contestar chicanas”, planteó en una insólita explicación.
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