Pedro Sabo lo dijo luego de haber despedido los restos de su hijo, Roberto, en el cementerio de Morón. Al comerciante lo mataron de cuatro tiros para robarle
Cerca de 40 personas, entre familiares, amigos y vecinos de Roberto Sabo (48), esta mañana despidieron los restos del kiosquero asesinado en Ramos Mejía en el cementerio de Morón. Pocas horas después de ese triste último adiós, Nicolás, el hijo mayor de la víctima, junto a su abuelo, dejaron un duro mensaje a las autoridades políticas. ”Quieren tener gente pobre”, dijo Pedro.
Nicolás, por su parte, se refirió a los asesinos de su padre: “Esta clase de gente no lo hizo porque le faltaba comida. Hoy vi la autopsia y lo que hicieron no tiene perdón”. Y agregó: “No los quiero muertos, quiero que la pasen muy mal en cárcel. Lo de mi viejo va a lograr que se marque un hito”.
En diálogo con Jonatan Viale y Lucas Morando en LN+, Pedro añadió sobre los dos delincuentes detenidos, un hombre de 29 años y una chica de 15: “Son asesinos. Siempre hubo robos, nos robaron como 4, 5 veces. Pero la diferencia es que antes los ladrones tenían códigos”.
Un rato antes de la nota, los amigos de Nicolás y Tomás, el hijo menor de Roberto, se habían acercado a la cochería Pache de Morón para apoyarlos. El cementerio quedaba a 100 metros. Pedro, visiblemente conmovido, estaba allí desde antes de las 8, y agradeció a los presentes. Patricia, la viuda de la víctima, había arribado poco después de su suegro, y ambos fueron abrazados por amigos y familiares en la vereda.
A las 8.52 llegó el momento más duro: el ataúd con los restos del kiosquero asesinado fue despedido en medio de una ovación, envuelto en una bandera de River Plate, club del que era fanático. “Te queremos Roberto, ¡vamos a hacer justicia por vos!”, gritaban.
En la entrevista televisiva, Pedro repitió lo que había dicho durante la marcha que se hizo este lunes en Ramos Mejía, que el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, se acercó hasta su casa: “Nos prometió seguridad. Ahora esta semana van a pasar los patrulleros, pero en diciembre se van todos de vacaciones. Además, la comisaria era una vergüenza, no había internet, no andaba el patrullero. ¿Vos me proteges así?”, se preguntó.
Por su parte, Nicolás, recordó el duro mensaje que ayer le había dejado a Alberto Fernández: “No creo que pueda mirarme a los ojos”. Frente sus dichos, explicó: “Fue en un momento de calentura, me acordé. Me vino esa frase que dijo, y pensé eso, que no me puede mirar ni a mí ni a un montón de gente”.
Si bien aclaró también que no quería politizar la muerte su padre, también indicó que María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich habían declarado que se habían intentado comunicar con él, y sostuvo: “Ni un asesor, nada. Nadie. Lo que les pido a todos es que pongan el foco donde tiene que estar, en mi papá”.
Mientras tanto, en Ramos Mejía, sobre avenida de Mayo al 800, donde está el kiosco familiar donde asesinaron a Roberto el domingo, los vecinos, amigos y conocidos de la víctima armaron un santuario. La persiana baja del comercio está llena de carteles con leyendas que reclaman “Justicia”, fotos del kiosquero, flores y muestras del afecto que sentían los vecinos.
El crimen es paradigmático: el brutal y cobarde asesinato de Sabo tocó un nervio en la sociedad y en los vecinos del Conurbano bonaerense, agobiados por la inseguridad. El caso encendió una protesta en la comisaría y una movilización hacia la seccional que la Policía Bonaerense impidió y reprimió.
En 2020, según datos de la Procuración, La Matanza registró 140 homicidios dolosos cometidos y más de 20 mil robos, así como 10 mil hurtos. Sabo fue asesinado mientras atendía el comercio familiar, literalmente ubicado a tres cuadras de la Comisaría 2° de Ramos Mejía, sobre Avenida de Mayo.
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