AnálisisPalingénesis Presidencial

Por: Carlos Saravia Day

La ciencia insistió en adorar el misterioso enigma de la vida humana. Por una parte intentó crear vida por medios artificiales; por otra procuró convertir a la muerte misma en fuente de vida.

Este proceso recibió el nombre de palingénesis. El mito más difundido universalmente es el del “ave Fénix” en eterna resurrección. El ave Fénix simboliza la eternidad en el mundo antiguo.

Con respecto a la apariencia del Fénix, todos coinciden en que es un hermoso pájaro. Los colores matizados de su plumaje que recorrían su cuello dorado, el pecho azul brillante, con plumas rojas, amarillas y verdes y su cola larga con toda la gama del anaranjado al púrpura. La descripción en todos los autores era coincidente, era tanto más notable en cuanto nadie lo había visto.

El presidente Alberto Fernández habla de su conversión en ave Fénix resurrecto entre las cenizas que dejará la pandemia. El lugar donde ocurría la resurrección era en Egipto, en Heliópolis, cuando sentía que había llegado el momento, amontonaba hierbas perfumadas, formaba el nido y se acostaba. Los rayos del sol reflejados en el hermoso plumaje incendiaban el nido y el Fénix se convertía en cenizas.

El presidente Fernández es un “bípedo implume” por lo que carece de combustible por no tener plumas y quedaría convertido en pollo al spiedo.

Los autores griegos y latinos estimaban que los “ciclos vitales” del Fénix inmortal duraban de quinientos a quinientos cuarenta años.

Las fuentes egipcias afirman que fue visto durante el reinado del faraón Ramsés II, longevo y fecundo, también conocido como Sesostris, vivió 104 años y tuvo 150 hijos, por lo que también fue conocido como “el Semental de Egipto”; estuvo 64 años en el poder.

La Constitución Nacional marca cuatro años de duración del mandato de nuestro bípedo implume o tal vez ocho si la reina del Nilo no detiene el curso del sol, tal como ya lo hizo un profeta bíblico.

También sostiene el presidente en “Carta Astral”, libro de su autoría, que el peronismo fue esotérico y que fue López Rega, Lopecito, quien dictaba el futuro.

Cada día uno está más convencido de la fecundidad de la mentira para acceder o mantenerse en el poder a la par de la ineficacia de la verdad en la vida política.

Siempre anduvo la magia, el acertijo y la adivinanza mezclada con la ciencia.

Los historiadores modernos nos han dicho que la humanidad tenía que pasar por dos fases diferentes: Empezó como “homo magus” para ser “homo faber”: artesano y artífice.

El político moderno ha tenido que juntar dos funciones distintas y hasta incompatibles. Tiene que actuar a la vez como homo faber y como homo magus. Estos últimos rasgos se completan ante el público cuando de a ratos es actor y en otros momentos histrión.

La política así entendida se convierte en un retablo jovial de marionetas donde los protagonistas son títeres manejados por los hilos invisibles del titiritero. Fotocopia de fotocopia. Suspensión voluntaria de la razón, como ocurre en el teatro.

El político de hoy en día es un experto prestidigitador que no sólo saca conejos de la galera, sino que también saca y pone presidentes que a su vez no son presidentes, sino vicarios.

El más acertado de los adivinadores y no del porvenir, fue Maese Pedro, personaje Cervantino en “El Quijote”, que tenía una mona que conocía el pasado como los historiadores y no presagiaba el porvenir como los políticos. Su amo, Ginés de Pasamonte, como nuestro Ginés (González García), disfrazado de titiritero antes de armar la función, se dedicaba a averiguar chismes y sucesos que después ponía en escena en el Retablo jovial de marionetas.  Ni siquiera los historiadores se ponen de acuerdo sobre el pasado como lo hacía maese Pedro y su mona.

Collingwood, uno de los más célebres historiadores del siglo XX llega a esa conclusión cuando dice: “San Agustín vio la historia desde el punto de vista de cristiano antiguo, Gibbon desde la de un inglés del siglo XVIII, Mommsen el de un alemán del siglo XIX” .A nada conduce preguntarse cuál era el punto de vista adecuado.

“Todo depende del cristal con que se mira” ¿Quién dice que el gobierno de Perón, López Rega e Isabel Martínez no tengan un lugar de privilegio en la historiografía del siglo XX…?