Salud

Psicopedagogía¿Que es el Trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH)?

Se trata de una afección médica que presenta diferencias en el desarrollo cerebral y en la actividad cerebral que afectan a la atención, la capacidad de estar quieto y el auto-control. El TDAH puede afectar a los niños en la escuela, en casa y con sus amigos y es muy importante que sea el un médico quien lo diagnostique, ya que hay sintómas que pueden presentarse en personas que no lo padecen este trastorno.

Las personas pueden sufrir cambios en su comportamiento normal y pasar a la agresión, excitabilidad, falta de autocontrol, hiperactividad, impulsividad, irritabilidad, moverse nerviosamente o repetición persistente de palabras o acciones.

En lo Cognitivo pueden presentarse cortos períodos de atención, dificultad para enfocarse, distracción, olvido o problemas para prestar atención.

En cuanto al estado de ánimo, las personas con TDAH puede mostrar aburrimiento, altibajos emocionales, ansiedad, enfado o entusiasmo. Lamentablemente, todo esto puede venir de la mano de depresión o discapacidad de aprendizaje.

Otros problemas y trastornos con TDAH | CDC

Decidir si un niño tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un proceso de varios pasos. No hay un único examen para diagnosticar el TDAH y hay muchos otros problemas, como la ansiedad, la depresión y ciertos tipos de trastornos del aprendizaje, que pueden presentar síntomas similares.

Si cree que su hijo tiene un TDAH es recomendable programar una visita con su médico, quién hará una revisión, que incluirá la evaluación de la vista y del oído para estar seguro de que no hay otra afección que le pueda estar causando los síntomas.

¿Cuáles son los signos del TDAH?

En algunos momentos, a todos los niños les cuesta prestar atención, escuchar y seguir instrucciones, estar sentados y quietos o esperar su turno. Pero en los niños con TDAH, este tipo de dificultades son mayores y ocurren más a menudo.

Los niños con TDAH pueden presentar signos en algunas o en todas estas áreas:

Falta de atención: Los niños con falta de atención (que se distraen con facilidad) tienen dificultades para focalizarse y concentrarse en una sola tarea. Pueden no escuchar bien las instrucciones, perderse detalles importantes y no acabar lo que empiezan. Es posible que sueñen despiertos o que pierdan mucho el tiempo. Pueden parecer despistados u olvidadizos y no acodarse de dónde han dejado sus cosas.

Hiperactividad: Los niños hiperactivos son inquietos y se aburren con facilidad. Pueden tener dificultades para estar sentados y quietos o para estar callados cuando sea necesario. Es posible que hagan las cosas apurados, corriendo y que cometan errores por descuido. Pueden saltar o subirse a los muebles o jugar a lo bruto cuando no deberían hacerlo. Sin querer, pueden actuar de maneras que molesten a los demás.

Impulsividad: Los niños impulsivos actúan demasiado rápido antes de pensar. Suelen interrumpir, empujar o agarrar a los demás y les cuesta mucho esperar. Pueden hacer cosas sin pedir permiso, usar cosas que no les pertenecen o actuar de maneras arriesgadas. Pueden tener reacciones emocionales que parecen demasiado intensas para la situación.

A veces, los padres y los maestros notan signos del TDAH cuando el niño es muy pequeño. Pero es normal que los niños pequeños sean despistados, inquietos, impacientes o impulsivos; estas características no siempre indican que un niño tiene un TDAH.

La atención, la capacidad de adecuar el nivel de actividad al entorno y el auto-control se van desarrollando poco a poco, a medida que los niños van creciendo. Los niños aprenden estas habilidades con la ayuda de sus padres y maestros. Pero algunos niños no mejoran mucho en prestar atención, bajar el ritmo, escuchar o saber esperar. Cuando estas características prosiguen en el tiempo y empiezan a causar problemas en la escuela, en casa o con los amigos, es posible que se trate de un TDAH.

¿Cuáles son las causas del TDAH?

No está claro qué es lo que causa las diferencias cerebrales propias del TDAH. Existen pruebas claras de que el TDAH es en gran medida hereditario.

Muchos niños con TDAH tienen un padre o un pariente que también lo padece. Los niños también son más proclives a tenerlo cuando nacen antes de tiempo, se exponen a toxinas ambientales o sus madres consumen drogas durante el embarazo.

El TDAH no se debe a que un niño haya pasado demasiado tiempo delante de la pantalla, a una educación inadecuada o a que haya ingerido demasiado azúcar.

Después de reunir toda esta información, los médicos diagnostican un TDAH si está claro que:

Los problemas para prestar atención, la hiperactividad y/o la impulsividad del niño superan lo que cabría esperar teniendo en cuenta la edad del niño.

Estos comportamientos han estado presentes desde que el niño era pequeño y afectan al niño tanto en la escuela como en casa.

La revisión médica indica que estas dificultades no se deben a otro problema de salud ni a un trastorno del aprendizaje.

Muchos niños con TDAH también tienen problemas de aprendizaje, conductas oposicionistas y desafiantes, problemas de ansiedad o en el estado de ánimo. Los médicos los suelen tratar junto con el TDAH y de ser necesario, el médico puede remitir a otro profesional de la salud (psicólogo, fonoaudiólogo, fisioterapeuta, psicopedagogo).

El tratamiento del TDAH suele incluir:

    Terapia de conducta. Los terapeutas pueden ayudar a los niños a desarrollar las habilidades sociales, emocionales y de planificación que tengan poco desarrolladas debido al TDAH.

    Medicación. La medicación activa la capacidad del cerebro para prestar atención, bajar el ritmo y usar más el auto-control.

    Entrenamiento para los padres.  A través del entrenamiento, los padres pueden aprenden mejores maneras de responder a los problemas de comportamiento que forman parte del TDAH.

    Apoyo escolar. Los maestros pueden ayudar a los niños con TDAH a rendir más y a disfrutar más en la escuela.

El tratamiento adecuado ayuda a mejorar el TDAH. Los padres y los maestros pueden enseñar a los niños más pequeños a gestionar mejor su atención, su comportamiento y sus emociones. Conforme se van haciendo mayores, los niños deben ir aprendiendo a mejorar su atención y su auto-control.

Cuando el TDAH no se trata, a los niños les resulta difícil salir adelante. Esto puede derivar en tener una baja autoestima, depresión, comportamiento rebelde y desafiante, fracaso escolar, asumir conductas de riesgo y conflictos familiares.

¿Qué pueden hacer los padres?

Involúcrarse: Aprenda cuanto pueda sobre el TDAH. Siga el tratamiento que le recomiende el profesional de la salud. Acompañe a su hijo a todas las visitas médicas.

Si su hijo toma medicamentos para el TDAH, déselos siempre en el horario y las dosis recomendadas. Asegurese de guardar los medicamentos en un lugar seguro.

Trabaje en conjunto con la escuela para ayudar a su hijo a salir adelante, pueden compartir con sus compañeros para generar empatía y que los demás niños puedan entender el comportamiento.

Hable con su hijo sobre el TDAH y trate de motivarlo. Céntrese en los puntos fuertes y en las cualidades positivas.

El TDAH puede mejorar cuando los niños reciben tratamiento, comen alimentos saludables, hacen suficiente ejercicio físico, duermen lo suficiente y tienen un entorno que los apoyan y que saben cómo responder al TDAH.

Por Laura Rodriguez Torres- Psicopedagoga

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