Opinión

AnálisisEl laberinto de Alberto

Por Carlos Saravia Day

En la historia domina muchas veces la execración o la indiferencia y cuando no, el biógrafo o el panegirista.

Tanto el que lee como el que escribe la historia es un generalizador crónico que busca analogías, suscita evocaciones, y aplica lo observación a otros contextos históricos o a su propia época al pretender revivir la época de los setenta y de paso adoptar el más maniqueo de los métodos: echarle la culpa al último gobierno – “La culpa es de Macri”, “Santa simplicitas”.

El título del ensayo de Octavio Paz “Hombres en su siglo”, donde el siglo al que el hombre pertenece lo rodea con su peculiar atmósfera y le pone el sello de la época. Antes que Octavio Paz, Ortega y Gasset hablaría del “hombre y su circunstancia”.

El inglés Collingwood ateniéndose a la teoría del punto de vista “todo depende del color del cristal con que se mire” dice: San Agustín miró la historia desde el punto de vista cristiano antiguo; Gibbon como inglés del siglo XVIII, Mommsen como un alemán del siglo XIX. Nuestro Enrique Santos Discépolo vio el mundo desde la Argentina en un retrato decadente con música pesaroza de tango: “Cambalache”.

Nadie profetizó la decadencia España como Quevedo, su mejor poeta según Borges, y lo hizo dolorosamente, es un vicio circular que hoy se repite entre nosotros.

     Ambición infinita disfrazada

     Con hipócrita y vil correspondencia

     El odio y la venganza están en su punto

     Viuda  la rectitud y no la apariencia

     Juntas engendran y no paren nada

     Este es de nuestro siglo fiel trasunto.

A nada conduce cual es el punto de vista más adecuado; mirar hacia atrás es melancolía; mirar hacia adelante es utopía como titulara su libro Tomás Moro, que dicho sea de paso significa: “Lugar que no existe”.

El dios Jano tenía dos caras, una miraba hacia atrás y otra hacia adelante. Muchos políticos, sobre todo hoy en día, para alcanzar el Olimpo se inspiran en el dios Proteo, el de las mil caras.

El término “caradura” es un argentinismo universalmente admitido, incluida la Real Academia que lo consagra.

Hoy Duhaude, que no solo cambió de siglo sino también de milenio, no puede señalar caminos institucionales cuando fue protagonista activo y beneficiario final de la mayor paradoja del poder en la historia argentina. Astucia de la razón.

Había perdido la elección en un  mano a mano inobjetable con Fernando De la Rúa y la voluntad general fue sustituida por la asamblea legislativa con mayoría peronista invocando la razón de estado de necesidad, origen de todas las transgresiones del Estado de Derecho.

La vaca se hizo toro y pronto el toro se convertiría en el mitológico “Minotauro”. La historia hoy se repite y el peronismo pretende tras el golpe de estado a De la Rúa, convertir la derrota en victoria. Quien mejor la hubiera definido es el propio Trotsky: “Un puñetazo a un paralítico”.

Fue el momento más adverso que haya tenido que soportar gobierno alguno: Las materias primas no tenían precio, la huelga era un hábito contraído, los legisladores y gobernadores en contra y para mayor desgracia su partido lo había abandonado con Alfonsín a la cabeza. Era un paisaje de desolación.

Chacho Álvarez pensó que con su renuncia a la vicepresidencia,  había que herir en el bajo vientre, porque eso no hace ruido.

Este fue el vestíbulo del golpe definitivo. El último fue a Rodríguez Saá, el hombre de la eterna sonrisa, lo degollaron haciéndolo reír.

Sólo el poder legislativo, tan favorable al juego de los compromisos y complicidades, puede injertar una pequeña dosis de violencia y transgresión a las formas constitucionales para mostrar un ambiente de continuidad. Fórmula gatopardista (cambiar todo para que nada cambie).

Esta vez todo quedaba dentro, con Duhalde a la cabeza, vaya si la tiene grande. La vaca se hizo toro y de toro minotauro, había raptado el poder y ensayaba con satisfacción su risa sardónica desde el fondo del laberinto.

Se repetiría en la historia lo que fue en el mito griego del rapto de Europa por el Minotauro para terminar presa en el laberinto.

Europa fue liberada por Teseo, Argentina NO.

La mitología fue ilustre antecesora de la historia. Sin Homero no habría Hesíodo, padre de la historia.

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