Opinión

Legislativas ¿Es esta elección el inicio del fin del peronismo?

Por Rosendo Fraga 

En sus setenta y dos años de historia este movimiento fue dado por muerto en varias oportunidades. ¿Sobrevivirá esta vez? ¿A qué transformación estamos asistiendo?

El Peronismo ha sufrido una derrota en esta elección legislativa similar a la que experimentó en 1985 frente a Raúl Alfonsín.

Como sucede ahora, el oficialismo le ganaba en todos los grandes distritos. En aquel entonces, el PJ sólo ganó en Tierra del Fuego, La Rioja y Formosa, como ahora lo hace en San Luis, Catamarca, Misiones, San Juan, Río Negro, Tucumán y Chubut.

Como en 1985, Mauricio Macri gana la provincia de Buenos Aires con el PJ dividido; hoy en tres sectores (Cristina Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo) y en 1985 lo estaba en dos (los que lideraban Antonio Cafiero y Herminio Iglesias, respectivamente).

 

El Peronismo en sus setenta y dos años de historia fue dado por muerto en varias oportunidades. En 1955, cuando el golpe militar que destituye a Perón lo lleva al exilio, pareció que su partido no podría sostenerse sin el líder en el país y con los sindicatos intervenidos. Pero al poco tiempo demostraba su poder electoral y en 1973 Perón retornaba para ganar las elecciones por más del 60 por ciento de los votos.

La muerte de Perón, al año siguiente, fue vista por muchos como una situación que impediría su sobrevivencia, dado que la desaparición del líder implicó casi siempre para los movimientos populistas la extinción.

Cuando en 1983, el Peronismo tuvo su primera derrota en una elección presidencial por más de 10 puntos frente a Alfonsín, perdiendo incluso en la provincia de Buenos Aires, parecía que no sobreviviría como fuerza política con vocación mayoritaria. Cuatro años después, ganaba en diecinueve de veinticuatros distritos y en 1989 con Menem recuperaba el poder,manteniéndose por más de una década.

La crisis 2001-2002 llevó al Peronismo nuevamente al poder a través de Eduardo Duhalde, quien realizó una devaluación que generó  un incremento de pobreza y desempleo sin precedentes. Pese a ello, en 2003 el Peronismo vuelve a ganar con Néstor Kirchner, cuyo poder prolongándose en los dos períodos sucesivos de su esposa, gobernó Argentina por más de una década nuevamente.

Con estos antecedentes, puede ser prematuro analizar los resultados de la elección legislativa del 22 de octubre de 2017, como el inicio del fin del Peronismo. Lo que si parece claro es que se ha consolidado Cambiemos como nueva fuerza política con vocación mayoritaria.

Desde 1945, la política argentina se organizó en función de un bipartidismo atenuado, con dos ejes: el Peronismo y el Radicalismo.

Ahora, tanto el Congreso como las provincias se organizan en función de dos ejes: el que gobierna, representado por Cambiemos, y el Peronismo que, dividido y sin liderazgo, tiene a los gobernadores y los sindicatos como sus núcleos de poder más importantes.

El gran interrogante se plantea respecto al Radicalismo, socio del PRO en Cambiemos, pero que ya no es una fuerza con vocación mayoritaria. Es que se trata de un partido nacional que ha sido eje del sistema político durante más de un siglo y ahora debe asumir que su rol es articular coaliciones.

En conclusión, es difícil que esta derrota sea el principio del fin del Peronismo, ya que quizás la gran transformación política que esta elección marca es el surgimiento de un nuevo bipartidismo, con el PRO como expresión política de los sectores medios y el Peronismo de los sectores más populares.

El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

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