Meses de incalculables despilfarros de recursos públicos puestos a su disposición no sirvieron para hacer que las encuestas lo acompañen y su carrera terminó antes de largar.
El hermano del gobernador Urtubey, presentado como un hombre de la industria, no pudo lograr que su imagen obtuviera niveles de aceptación que justificarán la candidatura a diputado nacional este año, planteado como el escalón previo a la sucesión dinástica de la gobernación que pretende para Salta el actual mandatario.
Con su parentesco como única cualidad, José Urtubey abandonó antes de largar, en la carrera política que su hermano Juan Manuel intenta armar para dejarlo en el 2019 en la gobernación de la provincia y de esa manera retener el poder que le permita seguir usando recursos públicos para su aspiración nacional.
El fracaso del proyecto fue total. Una enorme cantidad de recursos públicos puestos durante un año a disposición del “hermano industrial” no consiguieron ir más allá de lograr que se lo conozca “un poco”. Pero por esas cosas agrias de la política el resultado fue peor: a mayor conocimiento, menos aceptación y este viernes fue él mismo el que confirmó el fin de su aventura política, claro que dibujada de otra manera, pero se encargó de enterrar y poner la lápida al proyecto político-familiar.
Se invirtieron enormes sumas de dinero público en medios de comunicación y periodistas que debían salamerear al hermano industrial, vehículos oficiales camuflados, croonistas, fotógrafos, redactores, estrategas pagados por el gobierno y puestos a disposición de la “misma sangre” no sirvieron de nada para instalar a un hombre carente de trayectoria y cintura política, sin carisma, sin discurso, es decir con solo el lazo sanguíneo y la caja del Estado provincial como único mérito y respaldo.
La confirmación de la ejección de la aventura electoral vino de parte del mismo ahora frustrado candidato, quién la semana pasada lo informó en diferentes medios de nuestra provincia.
Las encuestas fueron lapidarias con el “hermano industrial” y su carrera se terminó antes de empezar. Desesperados por el fracaso, los estrategas del urtubeicismo pagados con fondos públicos salieron en estampida a buscar a alguien con algo de popularidad que les permita seguir justificando lo que se les paga y vieron en el Chaqueño Palavecino una posibilidad. Una enorme maquinaria periodístico-publicitaria se puso en marcha para instalar la idea en la opinión pública, pero no contaban con los imponderables del destino y en el mismo momento en que se intentaba convertir al cantor en candidato, el propio folclorista dinamitó toda posibilidad con chistes sexistas y homofóbicos que repercutieron en todo el país e incluso más allá de la fronteras nacionales, poniéndole el fin a otro ensayo y aventura urtubeicista.
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