AnalisisEl plan platita

Por Carlos Saravia Day

Es de justicia reconocer en la víspera electoral al doctor Roque Sáenz peña y a su ministro del interior Don Indalecio Gómez autores de la ley de voto universal, obligatorio y secreto y a su gran animadora la UCR por su lucha constante en conseguirlo.

Es una constante en el kirchnerismo lo que en la jerga militar se caracteriza como “maniobras de divertimiento o de distracción” y que el expresidente Kirchner llamó “transversalidad” y que lo hizo a través de su ministro Aníbal Fernández quién se detuvo a explicar la convocatoria: “No hablaremos con los dirigentes de la oposición porque ellos no son plurales como nosotros”, instalando así una paradoja. ¿Sería entonces un soliloquio? Ya se sabe que las paradojas son el humo del ingenio, para el caso vanilocuencia o como diría la inculta latiniparla, “Vocis flatus” (voces al pedo).

Hoy el candidato del peronismo propone integrar su eventual gestión con un gobierno de unidad nacional con la oposición, esta vez con indisimulado propósito electoral (continuando con la política del tero) ¿No suenan como turbios los propósitos del candidato como no sea la complicidad y amigable reparto del poder loteado? Y de esa manera desviar a la eventual oposición de la obligación que la Constitución y el resultado electoral le asigna, que no es otro que el de controlar desde el parlamento y los organismos de control que la Constitución prevee, y de paso tratar de captar votos en una segunda vuelta y de atribuir eventuales responsabilidades una vez abierta la caja de Pandora.

El votante sabe por experiencia que el lenguaje político se ha babelizado desde el momento que se confunden las palabras que llevan a la promiscuidad de las ideas que pretendían aumentar votos con el nombre de la “transversalidad” con Kirchner, desde antes con el voto cuota con Menem, hoy caídos los velos muestra los rostros sin pudor con el “plan platita”, el plan de todos planes y planeros, en una Argentina anémica y paralitica.

El verbo latino “Duco”, que significa jefe de ahí la palabra “conducir” que significa someter a un patrón común en base a forzadas coincidencias y sospechosas unanimidades.

El peronismo tiene nuevo jefe y cajero.