Política

Corrupción KClarens, un hombre clave para entender la operatoria financiera de los Kirchner

La investigación que comenzó con los «cuadernos de la corrupción» dio durante las últimas horas un salto cualitativo de consecuencias imprevisibles. El juez federal Claudio Bonadió ordenó citar como imputado arrepentido al financista Ernesto Clarens, un eslabón clave para comprender la operatoria financiera de los Kirchner y su círculo íntimo desde sus tiempos como gobernador de Santa Cruz.

De extremo bajo perfil, apenas se conocen un par de fotos de Clarens. Pero su nombre apareció asociado a los «fondos de Santa Cruz», a la «ruta del dinero K», las constructoras abocadas a la obra pública, a cuentas bancarias en Suiza y a un entramado offshore de los «Panama Papers».

Múltiples empresarios de la obra pública identificaron a Clarens, además, como un interlocutor clave en la cadena de recaudación montada por los Kirchner, según reveló LA NACION en agosto de 2016. Los recibía en oficinas de Austral Construcciones, de Lázaro Báez, en Pasaje Carabelas. Luego en otra de la calle Maipú. Después, en Puerto Madero.

«Clarens te recibía y adelante tuyo llamaba a Kirchner para reportarle las novedades», contó un ejecutivo que lidió varias veces con el financista. «Lo llamaba y le decía, ‘Lupín, anotá’, y le pasaba las novedades», relató uno de esos empresarios a La Nación

El entonces presidente de la Cámara Argentina de Empresas Viales, más conocida como la «Camarita» -en contraposición con la Cámara Argentina de la Construcción-, Rodolfo Perales, lo negó ante la consulta de LA NACION. «Conozco a Clarens. En algún momento trabajamos con él. Es una excelente persona y es falso lo que cuentan sobre él», indicó.

Para aquellas lides, Clarens se movía junto a Claudio Uberti -quien ya se acogió al régimen del arrepentido-, dos alfiles dentro de Vialidad nacional, Sandro Férgola y Gustavo Gentili, que llegó junto a su mujer, Laura Andino, a la que ubicó como interventora de Autopistas del Sol, bajo su ala.

En esa operatoria también descollaron el contador Andrés Galera y Guillermo «el ñoqui» Fernández, que solían actuar como emisarios de José López -algo que negaron ante la Justicia-. También, Osvaldo de Sousa, hermano de Fabián y dueño de los departamentos que esta semana allanó la Justicia en el edificio de Recoleta de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Pero para la Justicia, Clarens tampoco resulta una sorpresa. El fiscal Guillermo Marijuan lo imputó horas después de que el arrepentido Leonardo Fariña relató otra nueva versión de los hechos sobre «la ruta del dinero K». Eso llevó al juez Sebastián Casanello, a ordenar el allanamiento de sus oficinas en 2016.

¿Por qué? Porque Fariña identificó a Clarens como actor principal en las maniobras cambiarias y financieras para convertir cientos de millones de pesos a dólares y euros. Lo nombró junto a Santiago Walter Carradori y Maximiliano Goff Dávila como los encargados de sacarlos del país a través de sociedades de bolsa, cuevas y casas de cambio de Puerto Madero y la City porteña.

Para entonces, Clarens era ya un sobreviviente. Tras la quiebra de su sociedad bursátil Finmark -que funcionaba en el mismo edificio que la sucursal Buenos Aires del Banco de Santa Cruz-, el financista se marchó a la Patagonia. Allí renació de la mano del entonces gobernador Kirchner. Armó las financieras Invernes y Credisol -que operó con la sociedad hotelera Hotesur-, y tejió durante décadas estrechas relaciones con el banquero Jorge Brito, dueño del banco Macro, y con Lázaro Báez.

Credisol deja en evidencia la profusión de vínculos de Clarens. Incluye al abogado Eduardo Roca, con quien comparte Patagonia Financial Services y Excel Servicios Aéreos. Y juntos son dos eslabones de una cadena que abarca negocios en Venezuela, de la mano del abogado Horacio Díaz Sieiro, del empresario Juan José Levy, y el ya detenido José María Olazagasti, el hombre de confianza del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.

La investigación sobre los Panamá Papers aportó luego más vínculos cruzados, que también incluyen a socios históricos y familiares directos de Clarens. Uno de ellos es Carlos Alberto Eduardo Di Gianni, fundador de Invernes y quien figuró como «beneficiario final» de Litren Company, una sociedad que se creó en diciembre de 2011 en Panamá para inversiones inmobiliarias en Estados Unidos.

Menos de un año después, otro nombre singular desembarcó en Litren: Carlos Adrián Calvo López.¿Quién es? Empleado del Banco Macro, de los Brito, en Uruguay y en Bahamas, también figuró como director de Invernes y Báez lo identificó ante la AFIP como el transportista de bolsos repletos de dinero vía Buquebus, a un ritmo de al menos $ 1,5 millones al año, para capitalizar su constructora Badial.

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