El Ciclón festejó el 2-1 ante su gente. Lo ganaba cómodo con un gran arranque y los goles de Ángel Romero y Bruno Pittón. Sobre el cierre de la primera parte descontó Bonifacio. Los de Pizzi supieron manejar la ventaja y son líderes de la Superliga.
Ilusiona ese rato del primer tiempo, casi media hora, un recital de toques con los hermanos Romero como principales intérpretes. Hay dos goles que impulsan a San Lorenzo en la cima de la tabla y palmas que se baten en cada rincón del Nuevo Gasómetro. Sin embargo, a este equipo que brilla en 3/4, que despliega a los laterales, que pisa fuerte en el campo de rival y tiene contundencia, le falta continuidad en el juego y solidez atrás. No siempre aparecerá Nicolás Navarro para sostener el arco, como en el primer tiempo, cuando evitó dos veces el empate. Unión lo comprometió en el complemento, pero se complicó solito. Mérito de Gerónimo Poblete, que se cargó a Damián Martínez y Jonathan Botinelli en la misma jugada.
Del show de los Romero, el triunfo holgado y ese fútbol de alto vuelo a ese final desdibujado. San Lorenzo viajó entre esas sensaciones durante el primer tiempo, la de un equipo que podía golear a Unión a partir de la tenencia y la circulación rápida y agresiva al descuento de Bonifacio y las zozobras de una defensa que aún requiere aceitar movimientos.
Se ofrece San Lorenzo. Es audaz. Busca sociedades, triangula y es profundo con sus laterales, especialmente Víctor Salazar. Entonces, la manta queda corta. En especial, si enfrente tiene un rival como Unión, que no se mete atrás por decisión propia, si retrocede es por el impulso de su adversario, y lastima con el juego interno a partir de Acevedo, Elías y Comas.
El Ciclón encontró rápido el gol. Bastó que combinaran los gemelos fantásticos para despabilar a las tribunas. Un córner de Oscar y un cabezazo de Angel derivaron en el primer grito de la tarde. Se entienden a la perfección los paraguayos. Y establecieron líneas de pases en un circuito en el que participaron Menossi, Poblete y hasta Senesi, zaguero con condiciones de volante, que tiene tanta suficiencia con la pelota que arriesgó de más. Por el otro lado, Barrios, aprovechando la diagonal para desconcertar a Martínez. Aunque San Lorenzo generó mayor peligro por el otro costado, a espaldas de Milo y de frente a Corvalán.
Por ese sector llegó el 2 a 0, una cesión de Angel con caño incluido, un desborde de Salazar y una definición de Pittón. Centro de un lateral y gol del otro. Todo un síntoma de este puntero ofensivo. También, una medida de que podía sufrir dificultades en el fondo. Si un rato antes del segundo, Unión perdió el empate en los pies de Comas -gran pase de Acevedo- mano a mano ante Navarro, que tapó increíblemente.
Se pinchó San Lorenzo, dejó de tener peso arriba y Elías metió una puñalada entre los centrales, Bonifacio picó al vacío, eludió a Navarro y descontó. El propio Bonifacio casi marca el segundo, de cabeza, pero el número uno azulgrana, otra vez, respondió notablemente.
Pizzi desconcertó con los cambios en el complemento. Sacó a Blandi y metió a Juan Ramírez flotando detrás de Angel, quien había sido clave por derecha. Al paraguayo del dorsal 92 lo ubicó como centrodelantero y a su hermano lo tiró a la derecha. Pero Unión ganó terreno. Entonces, el técnico sacó al mejor Romero y mandó a su compatriota Bareiro a la cancha. Sin embargo, el problema continuó siendo la gestación. Menossi no estaba firme en el pase y los santafesinos preocupaban por los costados.
Madelón desarmó el 4-1-4-1, metió mano en el banco, pero fue inofensivo. San Lorenzo le dio vida porque terminó mal cada contra. Hasta que Poblete tomó la lanza, Martínez fue expulsado por bajar al volante y Bottinelli por agredirlo con la pelota en el piso y protestarle a Lamolina.
San Lorenzo es líder y va por el título. Necesita consistencia.
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