En Arroyito, el local se impuso por 2-0 con goles de Almada y Gamba. El Ciclón sumó su segunda derrota y se complica en la zona.
En la previa del clásico rosarino, el partido más esperado en Rosario, Central le ganó a San Lorenzo por la Copa Sudamericana y se acomodó en el grupo A después de un debut con derrota.
Para el equipo de Dabove, que venía de ganarle a River, volvieron las preocupaciones: sumó la segunda derrota en el torneo continental y comprometió sus chances de clasificar.
Central justificó la victoria, especialmente por lo hecho en la etapa inicial, donde fue ampliamente superior. Anotó un gol, pero le hizo precio a un San Lorenzo desdibujado, gris, sin peso ofensivo y con fisuras en el fondo. Fue quizás la mejor producción que expuso durante el ciclo de Cristian González como entrenador.
El equipo local fue práctico y expeditivo para desarrollar su juego. El trabajo de sus volantes fue clave. Villagra y Ojeda, rápidos y prolijos, cortaban y distribuían. Ferreyra y Zabala lastimaban por las bandas.
Central le cerraba además todos los caminos a San Lorenzo y Broun tuvo unos primeros 45’ serenos, casi sin participación en el desarrollo del juego.
Lo de Torrico fue muy diferente. A los veinte segundos Martínez Dupuy desbordó a Coloccini y Flores llegó a rechazar un peligroso centro. Antes de que se cumpliera el minuto de juego Almada empalmó una pelota en el área que quedó suelta de un córner y estuvo a punto de abrir el marcador.
Sería un anticipo de lo que sí lograría concretar el defensor a los 10’: Ferreyra colocó un tiro libre en el corazón del área y Almada se anticipó a una débil respuesta de Torrico. Central, en el arranque, concretaba todo lo que insinuaba en el juego.
El local ganaba los duelos individuales. Por abajo, pero también de arriba. La pelota aérea era un dolor de cabeza para San Lorenzo. Gamba, Ferreyra y Martínez pudieron extender la diferencia.
San Lorenzo era lento y previsible. Su dibujo táctico, con tres defensores, dos laterales volantes y un mediocampista de marca exhibía fisuras defensivas. Dabove intentó un cambio posicional, armando dos líneas de cuatro, pero eso tampoco modificó la tendencia.
Arriba, sus delanteros eran absorbidos. Oscar Romero, como suele sucederle, era la única carta que podía mostrar la visita. El paraguayo se movía para recibir y distribuir, pero la suya era una empresa solitaria e ineficaz. Lo dicho: para Central el 1 a 0 era un castigo.
El equipo del Kily González inició el complemento como si nada hubiese cambiado. Al minuto Martínez Dupuy pudo ampliar la ventaja con un remate alto, pero la historia sería diferente.
San Lorenzo salió a jugar con otra actitud. Posicionado más adelante, con mayor movilidad, y con Angel Romero en cancha para acompañar a su hermano Oscar.
Los delanteros de San Lorenzo estaban más abastecidos y el arco de Broun ya no quedaba tan lejano.
El partido tenía otro formato: Central estaba recostado en su campo, aguantando a un rival más decidido, obligado a buscar por el marcador adverso.
Comenzaron a acumularse situaciones de peligro frente al arco local. San Lorenzo merodeaba la igualdad. Melano de cabeza, alguna trepada con definición imperfecta de Pittón y algunos remates de media distancia de Angel Romero hicieron ilusionar al equipo de Dabove.
Quizás cuando pensó que podía acercarse para rescatar al menos un punto de su visita a Rosario, apareció Vecchio para construir una jugada majestuosa por la izquierda.
El creativo superó el obstáculo de Rosané, pero sobre todo la oposición de la raya. Pasó y asistió a Gamba para que ampliara la diferencia. Se jugaban 37’ del complemento y ese gol terminó con cualquier esperanza de San Lorenzo.
Lo que sucedió desde ese momento fue un agregado innecesario. Apenas hubo dos acciones –una de Gamba y otra de Zabala– que Torrico impidió se convirtieran en gol y en la dolorosa sentencia de una goleada.
Para San Lorenzo la noche terminó entre dudas y preocupaciones. Las mismas que lo asaltan con incómoda frecuencia. Central se fue con la alegría de un triunfo necesario. Pensando en la Copa, sí. Pero también con un ojo puesto en el derby que el domingo paralizará a la ciudad.
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