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Despedida de un iconoMurió Carlitos Balá: Cómo creó «¿Qué gusto tiene la sal?» y sus frases más famosas

A lo largo de los años, el actor inventó palabras e inventó frases que forman parte del inconciente colectivo de varias generaciones.

La muerte de Carlitos Balá trajo a la memoria un sinfín de frases acuñadas por el humorista repetidas en cada programa o presentación suya, pasaron a formar parte de la infancia de varias generaciones y del inconciente colectivo argentino. «¿Qué gusto tiene la sal?», «Sumbudrule», «Angueto, quedate quieto», «eaeapepé», «un kilo y dos pancitos», son algunas de ellas.
Una de las famosas es la de «¿Qué gusto tiene la sal?» seguida de una exclamación unánime: «Salaaaado». Esa frase nació en Mar del Plata en 1969. Balá solía veranear en esa ciudad y pasaba largas horas en las playas de Las Toscas. 

Fue ahí donde Balá, gran observador, vio cómo un nene jugaba en la arena y con las olas. El cómico entabló conversación con él y le preguntó: «¿Está lindo el mar, no?», «¿Qué gusto tendrá el mar?». Como el chico no le contestaba, él mismo dio una respuesta: «Tendrá gusto a sal».

Carlitos Balá, inventor de frases y palabras que todos recuerdan y repiten.Carlitos Balá, inventor de frases y palabras que todos recuerdan y repiten.

Enseguida, volvió a la carga preguntándole al pequeño: «Y qué gusto tiene la sal'». El chico, finalmente le contestó: «Qué gusto va a tener la sal ¡salado!». La anécdota le causó tanta gracia que el actor decidió incorporarla a sus shows. Ya solo fue cuestión de tiempo que se convirtiera en una de sus marcas registradas.

Angueto, el perro invisible

Otro latiguillo asociado indefectiblemente a Balá es de «Angueto, quedate quieto», referido a su perro imaginario. La frase que Balá usaba para disciplinar a su mascota invisible hasta llegó a ser canción y con los años, también se extendió a muchas madres y muchos padres que la usaban para pedirles a sus hijos que se comportaran bien.

Durante un viaje a Disney, Balá encontró en un local de mascotas, una correa rígida que fue el disparador para que se le ocurriera el personaje. Fue ahí mismo donde probó al personaje del perro invisible por primera vez y el chiste funcionó.

El mismo Balá contó: “Un turista que estaba al lado se asustó, y me gustó la idea porque pensé que podía ser un buen personaje. Cuando llegué a Buenos Aires, mandé hacer una correa similar y le puse Angueto por mi hija Laura. Cuando era chica, con mi mujer le decíamos “Anguetita”, una palabra inventada”.

Antes de dedicarse a entretener a los más chicos, Balá formó parte de la Revista Dislocada, el famoso programa de radio donde compartía elenco, entre muchos otros, con Alberto Locati y Jorge Marchesini.

En algún momento, uno de los auspiciantes del ciclo era la casa de vajilla El Emporio de la Loza. Y de ahí, a Balá y sus colegas se les ocurrió la expresión ¡Qué plato! como sinónimo de divertido para un programa que auspiciaba el bazar.

Nicolás Scarpino y Sergio Paglini rodean a Carlitos Balá y hacen el gestito de idea.Nicolás Scarpino y Sergio Paglini rodean a Carlitos Balá y hacen el gestito de idea.

El pan nuestro de cada día (y la yapa)

Por su parte, lo de “un kilo y dos pancitos”, que Balá usaba para expresar que todo estaba más que bien, viene de la época en que era común que las familias compraran casi a diario un kilo de pan que, muchas veces, tenía como un extra los famosos dos pancitos.

Gran inventor de palabras, Balá hizo popular otra expresión nacida de su imaginación como “¡Sumbudrule!” que, en este caso, venía acompañada del gesto de pasarle a alguien la mano por la cabeza como una araña, cuando estaba distraído o sin que se diera cuenta. Y sobre todo, la utilizaba cuando alguien la había dicho algo que no le gustaba o le había tirado mala onda.

El «sumbudrule» resultaba así una burla naif, acorde con el humor que siempre cultivó Balá y que se popularizó en todas las escuelas durante el apogeo de sus programas televisivos.

Otras expresiones creadas por Balá estaban asociadas a algunos personajes o simplemente se le ocurrían al actor y, como funcionaban bien con el público, quedaban instaladas en sus shows, como “Un gestito de idea”, “¡Mirá cómo tiemblo!” , “Observe y saque fotocopia”, “Ya mismo y sin cambiar de andén”, «Señoras, señores y por qué no lactántricos», “Dígame: Meeee”, entre tantas más.

Eso son contar sus onomatopeyas que también forman parte de su sello personal e inconfundible como «zazaza» y la eterna «ea-ea-ea pe-pé”.

 

 

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