Cultura

El consejo de Atahualpa Yupanqui a Peteco Carabajal en la puerta de SADAIC

Un grito en la calle Lavalle marcó el sonido del integrante del clan santiagueño clave en el folclore argentino. Además, el recuerdo de Teresa Parodi, Jaime Torres, Palo Pandolfo y Tomás Ferrero de Rayos Láser

El gran juglar, el padrino severo, el viejo bandido, el fan del tenis: todas las dimensiones de una leyenda, en el recuerdo de amigos y admiradores, segun informo Rolling Stone.

PETECO CARABAJAL

Atahualpa es el eje principal de la música popular argentina, el hombre que ha puesto todo el conocimiento, la valorización, la ética y la estética a la poesía y a la música. Es el tipo más importante, el padre de todos nosotros. Mi viejo lo conocía, y aunque nunca compartimos nada, tuvimos cierta conexión. Una vez, por Lavalle, en la vereda de SADAIC, él bajaba de un taxi y yo pasaba con la guitarra y me gritó: «¡La sexta en Re!», y yo lo tomé como un mandato. Llegué a casa y afiné la sexta en Re. Otro día, le comenté a Julio Mahárbiz que nunca había podido hablar con Atahualpa, y al poco tiempo me sonó el teléfono y era él: «¿Qué anda precisando, paisano?». Me puse a temblar y lo invité a la presentación de mi disco Encuentro en el Teatro Opera. Me dijo que no podía porque se iba a Europa, pero que a la vuelta nos íbamos a juntar. En ese viaje falleció, pero el día de su muerte, a la madrugada y sin siquiera saber nada, tuve un sueño con él muy fuerte e intenso, donde me hacía sentir que ya se estaba yendo. Pienso que ha sido un tipo tan fuerte que se ha dado una vueltita por mi sueño para despedirse.

TERESA PARODI

Yupanqui fundó desde su guitarra un sonido tremendamente argentino y un modo de componer que es reconocible a la primera nota. La obra que nos dejó es extraordinaria, especialmente por esa forma de tirar líneas melódicas como puentes para atravesarte el alma. Es imposible no emocionarse ante su obra. En mis conciertos siempre canto alguna canción de él, porque quiero reconocerme en sus sonidos y sentir cómo la gente toma eso como una consigna para participar. En ese momento, somos todos parte de una melodía coral que Yupanqui ha retenido en sus canciones y que habla del pueblo argentino. No hay que hablar de él en pasado, porque su figura gravitará para siempre en la música popular argentina. Fue alguien que nació para siempre y que vive provocándonos reflexiones.

JAIME TORRES

Yupanqui ha sido un formador, su tarea fue muy didáctica. Estamos hablando de un hombre capaz, talentoso, inteligente y muy observador. Sólo hay que escuchar las zambas que le dedicó a Tucumán, esa tierra que tanto amó, llenas de sabiduría y belleza. El siempre decía que cada vez que se subía a un escenario, no actuaba: representaba algo, un lugar. Uno podía estar horas charlando con él. Lo conocí en un ciclo que compartimos en Radio Splendid, con Mochín Marafioti. Yo era un muchacho joven, de 18 o 19 años, y la primera vez que lo vi estaba cortejando a una dama que luego fue su esposa. Después lo encontré varias veces en París, donde él tenía una vida muy austera. Su bendición fue conocer a Edith Piaf, una artista que lo marcó muchísimo. Siempre tengo presentes su amor por la libertad y el respeto que imprimía. A veces, si había bullicio en un concierto suyo, decía: «Si estoy molestando me retiro, eh». Sin dudas, Atahualpa está entre los artistas más grandes de este país. Era capaz de hablar de Argentina con mucha sorna… Era un viejo bandido.

PALO PANDOLFO

El primer concepto que tengo de Atahualpa es el de un cantor revolucionario, que busca cambiar al mundo desde una actitud política, con opinión y militancia. Fue perseguido por la policía y exiliado: de alguna manera, tus enemigos también te definen. Su obra es de una profundidad tremenda y de un gran poder de síntesis, de decir mucho con pocas palabras. Siempre pienso que en algún momento voy a hacer «la gran Yupanqui» y grabar un disco sentado en una silla, con la criolla y la voz. En esa simpleza se prefigura el alma humana. El nivel de trascendencia que tienen una voz y una guitarra puede superar a cualquier megaproducción. La expresión humana, la fuerza de lo descarnado y lo real tienen mucha trascendencia. Atahualpa era eso.

TOMÁS FERRERO DE RAYOS LÁSER

En 2008, cuando ingrese en la Universidad de Villa María a estudiar Composición Musical, me di cuenta del valor que tiene Atahualpa Yupanqui. Era un nombre que, de una manera u otra, estaba muy presente en las diferentes cátedras: todo el tiempo se discutían sus letras y los temas que tocan sus canciones. Ahí comprendí la magnitud de su trabajo. Me acuerdo de volver a escuchar «Los ejes de mi carreta» y entenderla desde otro lugar. Tiene una simpleza increíble y muy inspiradora; dice mucho con palabras muy cotidianas. Creo que por eso Atahualpa ha logrado trascender.

Palabras recogidas por Claudio Kleiman, Juan Barberis y Gonzalo Bustos.

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