Le ganó 2 a 0 a Universitario de Perú. Sebastián Villa, de penal, y Wanchope Ábila -expulsado en el final- marcaron los goles.
No se trataba de un partido más para este Boca. Era un estreno múltiple más allá del carácter amistoso del encuentro ante Universitario de Lima bajo el cielo de Cuyo. Muchas novedades para una de estas noches de fútbol de verano bastante devaluado: la vuelta de Miguel Russo como entrenador; el regreso de Juan Román Riquelme a Boca, ahora como vicepresidente y personaje clave en el armado de lo futbolístico; la presentación de Jorge Amor Ameal como presidente del centro de la escena.
Corresponde decirlo para dosificar los alcances del análisis: se trataba -como casi todos los partidos de verano; excepto los clásicos- de un duelo menor en términos de riesgos y de alcances. Pero con un detalle relevante: los hinchas de Boca agotaron las entradas en el estadio del Bicentenario.
En consecuencia, claro, no hay lugar para conclusiones sino para aproximaciones y/o para indicios respecto de este Xeneize nuevo. Como decían los hinchas que lo votaron a fin de año para sacar a Daniel Angelici: “El Boca de Román”.
Y de Russo, por supuesto. El entrenador elegido por Riquelme y el mismo que construyó aquel equipo implacable que ganó la última Libertadores de Boca, La Sexta, en 2007.
Algunos detalles para tener en cuenta, respecto de las primeras impresiones: Boca pretende ser un equipo ofensivo, protagonista. Un 4-1-3-2 muy flexible (no muy distinto, en término del “dibujo” al River de Gallardo), Tevez de centrodelantero, Bebelo Reynoso de conductor, dos extremos con llegada y retroceso (Salvio por la derecha; Villa por la izquierda), Soldano como socio del Capitán Carlitos; y Campuzano de volante central. La defensa, la más lógica. Y sin tantas libertades para los laterales. En el arco, la novedad de Marcos Díaz ante la ausencia obligada de Esteban Andrada (se recupera de un esguince en la rodilla derecha). Primeras imágenes del Modelo Russo.
Así, contra Universitario (que también en el contexto de estos amistosos de verano venía de vencer 2-1 a Huracán), disputó un partido despojado de grandes atractivos.
El primer tiempo resultó parejo. Boca fue apenas más. Generó la llegada más clara, esa que terminó en un remate sin azar favorable de Fabra, tras una buena jugada colectiva que incluyó a Tevez, Bebelo y Soldano. Si entraba era un golazo.
Universitario, en esa etapa, apenas se acercó con una valiosa aparición de Iván Santillán, quien definió mal ante Marcos Díaz.
El inicio del segundo tiempo comenzó con un detalle disruptivo: a los dos minutos, el árbitro Néstor Pitana cobró un penal por una mano de Nelinho Quina luego de una jugada de Salvio. Sebastián Villa fue el que se encargó. Fuerte. Preciso. Gol. Uno a cero para Boca.
Llegó, en ese complemento, el tiempo de las variantes. Y en el segundo gol aparecieron los resultados de las modificación: llegada por la izquierda de Obando, perfecto centro de zurda, gran cabezazo de Wanchope Abila. Dos ingresados. Un gol. Dos a cero para este Boca que comienza a mostrar la impronta de Russo.
Se reitera: no fue una maravilla esta presentación. De todos modos, se perciben dos cuestiones muy relevantes: la voluntad de protagonismo y la búsqueda del equilibrio. En ese ideario sencillo parece estar -según cuentan quienes conocen el pensamiento del entrenador- sostenido el plan para lo que viene: la definición de la Superliga.
El escenario: quedan siete fechas, Boca es escolta, a un punto de Argentinos. Hay otro dato insoslayable: si River gana el partido postergado ante Independiente igualará al puntero.
El primer paso de Boca fue satisfactorio. No permite grandes entusiasmos, pero invita a la calma. Que no es poco.
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