Policiales

Rosario de la FronteraUna docente salteña denunció a un colombiano por usura y violencia

A la suma prestada, cobran entre 500 y 1.000 por ciento de interés. La mujer rosarina, cansada de ser hostigada, realizó la denuncia.

A los robos, hechos vandálicos, ataques de motochorros y demás sucesos de inseguridad, se sumó el hostigamiento de los prestamistas colombianos. A la vista de todos, en Rosario de la Frontera, prestan dinero y luego utilizan la violencia para cobrar, con enormes intereses, préstamos irrisorios.

Pocos saben a ciencia cierta cómo y cuándo fue que la Ciudad Termal se llenó de prestamistas provenientes de Colombia. Se desconoce también acerca de su situación legal e impositiva, lo cierto es que recorren las calles de la ciudad a diario, y frente a la mirada de todos tienen en su poder dólares y pesos argentinos.

Ante la profunda crisis económica que atraviesa el país, muchos rosarinos se vieron en la imperiosa necesidad de recurrir a los prestamistas cafeteros. A partir de que negocian con estos, según señalaron, sus vidas se transforman en un calvario, un auténtico infierno, dado que los intereses que los colombianos cobran van entre los 500 y 1.000 por ciento.

Una docente rosarina, María Gómez, es una de las tantas personas que cayeron en las garras usureras de estas personas. Al bordo del abismo, como ella misma lo definió, necesitaba pagar una cirugía y decidió acudir a un prestamista colombiano. Recibió 150.000 pesos y al cabo de algunos meses, incluso tras cancelar el préstamo, el prestador la hostigaba a diario exigiéndole el pago de intereses por 1.800.000 pesos.

Hastiada del acoso económico, la docente denunció al prestamista. En diálogo con El Tribuno, contó la horrible experiencia, al mismo tiempo advirtió a los rosarinos para que no sigan cayendo en la trampa de los usureros colombianos.

«En el mes de mayo tuve una necesidad económica extrema, estaba pasando por una situación muy delicada y tuve que buscar a ver quién me hacía un préstamo, porque el banco no me lo facilitaba», recordó.

Sobre cómo contactó al usurero, señaló: «En un principio yo hablo con esta persona, el prestamista, porque alguien me dijo que ellos hacían préstamos y ya, ante tanta desesperación, porque lamentablemente no me quedó opción, le pedí la suma de 150.000 pesos y me los otorgó en el acto». La docente aseveró que estas personas se manejan sin papeles y sin firmas de por medio.

Al respecto, advirtió que «ellos solamente tienen una ficha en donde van registrando el pago de las cuotas. En mi caso yo lo hice por un mes, y al mes siguiente tenía que devolver el doble; 300 mil pesos, es decir el cien por ciento. Y la verdad es que acepté esas condiciones porque no me quedaba otra».

«Cuando voy a querer pagar al mes siguiente, justo me surge otro inconveniente por la salud de mi padre y no podía pagar el préstamo, entonces le dije si le podía dar en ese momento los 150.000 pesos y que a los días le cancelaba el saldo siguiente, los otros 150 mil, y me contestó que no, que tenía que cancelar.

Pasaron un par de meses y, casi de milagro, le pude pagar 90 mil pesos y 400 dólares, que en ese momento, eran 200 mil pesos, y al cabo de unos días conseguí y les di 200 dólares más, o sea 100 mil pesos. En total, incluyendo los supuestos intereses, ya le había pagado con mucho sacrificio casi 400 mil pesos, sin embargo hace una semana me exigió el pago de 1.800.000 pesos», contó Gómez.

Recalcó que a pesar de haber cancelado la deuda «ellos me decían que esos 600 dólares no alcanzaban, porque ellos no me podían valuar esa plata a lo que costaba en esos momentos». Además, indicó que si bien no llegó a recibir amenazas de muerte por parte de los prestamistas, «padecía con la insistencia en querer cobrar todos los días, entonces les pedí que al menos me hicieran en cuotas los $1.800.000, y se cerraron que querían todo el dinero junto». Además de los mensajes diarios, los prestamistas iban a la casa de la mujer para observar sus movimientos.

Préstamos ilegales conocidos como «gota a gota»

Según agencias internacionales dedicadas a investigar a organizaciones criminales y usureras, durante los años 90 se puso en auge la modalidad del préstamo ilegal conocido como «gota a gota» en Medellín, Colombia. Años en los que hubo un enorme brote en la venta y el consumo de cocaína, con lo cual era una forma de lavar el dinero que los grupos criminales obtenían de las ganancias.

El objetivo principal de estos usureros es asegurar que los intereses se cobren a diario a través de la insistencia y la violencia. «Al no poder pagar semejante suma me decían que la única manera de arreglar era que les vaya pagando la mayor cantidad posible, pero no cuento con tanto dinero ni soñando. Considero que tienen una postura muy violenta, con acoso e insistencia».

«Cansada de vivir así y orientada por mi abogado, decidí hacer la denuncia. Me explicó que la tendría que haber hecho antes, pero me dijo que me quedara tranquila, que se van a tomar las medidas desde la Fiscalía, por la usura», contó la docente.

Recomendó a la comunidad de Rosario de la Frontera que tenga cuidado con los prestamistas colombianos. «Todos estamos atravesando una situación terrible y es importante saber que la usura no es el medio para solucionar esos problemas, porque después se torna peor. En mi caso llegué a pensar lo peor para salir adelante, por eso les pido que tengan cuidado. Ahora estoy con mucho miedo, porque no sé lo que pueda venir después de haberme animado a denunciar, más allá del respaldo judicial o de mi abogado, no estoy tranquila porque no tengo idea de lo que es capaz esta gente».

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