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Municipalidad ausenteTeléfono para Sáenz: desastroso estado de una avenida en Norte Grande por obras suspendidas

Cuando los vecinos vieron que por fin la avenida Ángel Vargas, de barrio Norte Grande, tendría trabajos de mantenimiento no lo podían creer. Es que en esta zonal la gente siempre pedía mantenimiento y nunca cumplían. Ellos pensaron que al ser este un año electoral, la obra se haría rápido y que antes de concretar su participación en las urnas los trabajos para poner a punto la calle estarían terminados.

El tema es que a casi dos meses de las elecciones generales las obras siguen esperando y los vecinos ya perdieron la paciencia. Antes la avenida estaba casi intransitable, pero ahora, luego de que pasaran las máquinas para hacer luego el armado del hormigón y que quedaran montañas de tierra en los bordes, uno de los tramos sobre el ingreso a la avenida de San Ignacio es una represa.

Las últimas lluvias dejaron la avenida convertida en una zona donde el agua no corre ni escurre. Allí comenzaron a aparecer alimañas, se acumula basura y se reproducen los mosquitos. Las familias de la zona mostraron su preocupación por este problema.

Una mala pileta

Con los chicos de esta barriada, que ya comenzaron a salir de vacaciones, la situación empeora. «Se meten a jugar ahí y vuelven con olor a agua podrida», expresó Adriana, que lleva adelante algunos trabajos sociales en la zona.

Sobre la avenida se ubican una serie de comercios en su mayoría dedicados a la venta de alimentos: carnicerías, pollerías y verdulerías. «Con este foco infeccioso al frente es un peligro para todos», dijo Juan mientras hacía las compras en las verdulería y se abanicaba la cara con una gorra, ante los insoportables 36 grados de temperatura del viernes pasado.

Jacinta lleva unos 20 años en el barrio. «La verdad que yo ya perdí las esperanzas de que nos hagan una avenida como la gente, pero por lo menos que no nos dejen este desastre», expresó la mujer mientras señala los trozos de bloque y ladrillos que los vecinos colocaron para facilitar el paso por la represa improvisada frente a sus viviendas.

Con tres décadas de existencia, el barrio fue creciendo y de a poco fue necesitando obras. El cordón cuneta, el armado de las veredas, un espacio recreativo para los chicos, un mejor servicios de transporte y ahora mejoras en las calles. «Hace varios años, venían a pasar la máquina y ponían ripio en las calles; así preparaban al barrio para febrero, la peor época del año, porque cuando llueve no hay cómo salir. Ahora tenemos las avenidas pero mire cómo», dijo Roberto, mientras señala con su manos gastadas por el oficio de albañil la calle frente a la casa que levantó con tanto sacrificio.

Ya pasaron las primeras tormentas y todos están a la espera de que las obras se terminen para tener un verano tranquilo.

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