Economía y Negocios

Inseguridad alimentariaOtro duro impacto de la cuarentena: este año dos millones de menores de 17 años padecieron hambre

La sufrieron quienes atravesaron lo que técnicamente se denomina “insuficiencia alimentaria severa”. Otros 2,5 millones de jóvenes no completaron las cuatro comidas diarias. Los datos corresponden al trimestre julio-octubre.

De los 13 millones de chicas, chicos y adolescentes menores de 17 años, el 64,1% vive en hogares pobres. Y de estos 8,5 millones, poco más 2.000.000 pasaron hambre (“insuficiencia alimentaria severa”) y otros 2.500.000 no alcanzaron a recibir las cuatro comidas diarias. Así la “insuficiencia alimentaria total” representa el 34,4% del total o más de 4,5 millones, a pesar de las distintas ayudas sociales.

Inseguridad alimentaria

Esta radiografía de la “infantilización de la pobreza” y su repercusión en la alimentación es del Observatorio de la Deuda Social de la Infancia de la UCA (Universidad Católica Argentina) y corresponde a la medición de julio a octubre de este año.

Desde 2011, con el 23,5%, la inseguridad alimentaria entre las niñas, niños y adolescentes tuvo un incremento sostenido. Pegó un salto entre 2017 y 2019 y, pandemia y cuarentena mediante, volvió a crecer durante este año al 34,4%.

Ianina Tuñón, Investigadora Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, explicó que hubo un período más estable entre 2011 y 2017 porque en esos años se incrementaron de modo progresivo las ayudas alimentarias directas a través de la escuela y comedores barriales, alcanzando una cobertura de un tercio de las infancias en 2017.

Luego, por la crisis, la recesión y la caída de los ingresos de la población con la disparada de la indigencia y pobreza, “entre 2017 y 2018 se registró un incremento significativo de la inseguridad alimentaria de 7,9 puntos y un nuevo incremento relevante en el último período interanual 2019-2020 de 4 puntos en la inseguridad alimentaria y de 1,5 puntos en el nivel más grave”, dice el Informe.

Tuñón señala que “la situación de vulnerabilidad en el acceso a los alimentos en el marco de la pandemia y la cuarentena tuvo un efecto relevante en sectores sociales bajos que no tenían este problema antes de esta coyuntura. Básicamente, sectores sociales en los que no se suelen focalizar las ayudas económicas a través de transferencias de ingresos. A su vez, la asistencia alimentaria gratuita directa en espacios escolares y comunitarios cayó especialmente en los niños y niñas en edad de cursar la educación primaria, pero se compensó con la Tarjeta Alimentar. Esta Tarjeta se focalizó en la primera infancia y en hogares cubiertos por la AUH , la Asignación Universal por Hijo. Si bien no fue suficiente como sistema de protección ante la vulnerabilidad en el acceso a los alimentos, sí fue significativa en aminorar la insuficiencia alimentaria severa”. Y concluye: “ser beneficiario de la Tarjeta Alimentar en situación de pobreza y/o de indigencia duplica las chances de no experimentar inseguridad alimentaria severa o episodios de hambre en los niños y niñas”.

Como efecto de la pandemia y cuarentena, el Informe señala que descendió de modo muy significativo la ayuda alimentaria directa a través de las escuelas y comedores pasando de 39,2% a un 23,2%.

Por esas razones, en el último año, el incremento de la inseguridad alimentaria se registró principalmente en los niños y niñas entre 5 y 12 años y en mayor medida en los adolescentes de 13 a 17 años porque los chicos y chicas entre 0 y 4 años se vieron más protegidos probablemente como consecuencia de la cobertura de la Tarjeta Alimentar.

Asimismo, se advierte un especial deterioro de las alimentación entre las infancias del estrato socio-ocupacional bajo integrado que pasó de 28% a un 36%, mientras entre los sectores marginales subió del 53,1 al 53,8%.

Tuñón señala que “en el contexto de la pandemia y cuarentena la problemática global de la obesidad y la malnutrición, que afecta a una parte relevante de las infancias en el país, se constituyó en un riesgo adicional ante la posibilidad de ser afectado por la enfermedad. La escuela es fundamental como espacio privilegiado para el desarrollo de políticas alimentarias y de actividad física vigorosa especialmente orientada a niños, niñas y adolescentes”.

Y concluye: “en el ejercicio del derecho a la alimentación es clave la creación de empleo genuino para los adultos para generar condiciones de subsistencia dignas que garanticen el acceso a los alimentos en el interior de los hogares. No obstante, en la coyuntura actual las transferencias juegan un papel de protección muy relevante que necesitan ser complementadas con políticas educativas y de concientización sobre consumos que hagan a una dieta equilibrada. El espacio escolar debería ser ejemplo de alimentación equilibrada, desayuno adecuado y acceso a frutas, vegetales y lácteos. La disponibilidad de alimentos frescos y su precio es otro capítulo muy relevante del espacio del derecho a la alimentación”.

Carencia de alimentos y de servicios esenciales

Como ya es habitual, el informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA completa el relevamiento de la población con deficiencias alimentarias básicas con el agregado de las insuficiencias en el acceso a los servicios esenciales de luz, gas, agua y vivienda digna, entre otros, que se denomina pobreza estructural y monetaria o por ingreso.

En el último período interanual 2019-2020 el OSDA registró un incremento en la pobreza que afectó en mayor medida a los niños/as entre 5 y 12 años, con 65,5% de esa franja etaria y a los adolescentes de entre 13 y 17 años, a 65,3%; Infobae estimó que ese conjunto suma 6,5 millones de personas, se elevó en un año en 586 mil chicos. Entre los más pequeños, de 0 a 4 años, se estimó en 59,9% del total del grupo, 2,3 millones, se agrandó en algo más de 151 mil personas. El promedio de ese conjunto subió 4,6 puntos porcentuales, a 64,1% de esa población, esto es, comprendió a 2 de cada 3 menores, 8,8 millones, se acrecentó en 738 mil personas.

La pobreza se amplió a 64,1% de los niños de hasta 17 años, aumentó en un año en 738 mil personas de ese grupo etario

Los sectores sociales más afectados fueron los estratos bajo marginal y bajo integrado, porque es donde se observa mayor densidad demográfica y el efecto de los planes asistenciales se diluyen.

De ahí que la estimación de pobreza en ese segmento de población haya resultado unos 20 puntos porcentuales más alto que en el promedio del total de habitantes (44,2%), aunque en términos relativos aumentó en similar proporción: 4,6 puntos porcentuales respecto de la estimación prepandemia de covid-19.

“Si bien en el marco de esta pandemia las infancias no se constituyeron en la población de mayor riesgo a contraer la enfermedad, se conjetura que la situación de aislamiento extendida en el tiempo ha producido un incremento de la vulnerabilidad de esa franja de la población en el pleno ejercicio de múltiples derechos, con un impacto más profundo en los hogares con menores recursos socioeconómicos, psicológicos, educativos y de capital social”, finaliza el estudio privado.

 

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