Por Carlos Saravia Day
De nada te admires. Lo que fueron al principio las hoy supresas estrofas del Himno Nacional, “Emerge a la faz de la tierra, una nueva y gloriosa nación, coronada su cien de laureles y a sus plantas rendidas un león”.
Después de los empréstitos Baring Brothers que hicieron decir a Sarmiento con irónico sarcasmo en el Senado de la Nación: “Emerge a la faz de la tierra, la gran deudora del Sur”, nos pusimos el mayor condicionamiento al futuro.. la condición de deudor contumaz.
Hoy la Republica, un tanto vieja, recorre la faz de la tierra en busca de crédito y se lamenta en Jerusalén ante el muro de los lamentos de sus desgracias y como todos los caminos conducen a Roma, allí buscó el Presidente el “Ego te absolvo” del pontífice al que antes había calificado de “maligno”.
La historia es eterna recurrencia. También es analogía y ejemplo y cuando se la recuerda y se la invoca acude como el espíritu a la mesa del espiritista.
Invocada es “magister vitae” (maestra de la vida) como quería Cicerón o es el relato de un loco para muchos idiotas como pretendía Shakespeare, siempre circular, un eterno retorno, con los primores de la repetición con otros personajes y distintas circunstancias.
El actual presidente vivió su experiencia personal con el Papa en su reciente visita, a su vez el Papa su experiencia erudita que evoca el episodio de la Edad Media conocido como la “Humillación de Canosa” cuando el Rey Enrique IV en pleno invierno boreal tuvo que esperar tres días antes de ser recibido por el sucesor de Pedro, sometido al duro cierzo invernal, fue en busca de la absolución papal.
Las circunstancias eran otras, también el protocolo.
Aunque los personajes son los mismos, al cambio rey por presidente, representan lo mismo antaño y hogaño.
Esta vez el león del Himno se rindió ante las plantas del “maligno” sucesor de Pedro.
Cargando ...
Agregue un Comentario