Cultura

Colección Más de 3.000 títulos tenía el recordado librero José Hernández

Una revista alemana del año 35, otra sobre los Juegos Olímpicos de Berlín del 36 y una misa nicaragüense son parte de la colección del hombre que vendía y canjeaba textos en la calle Ameghino.

Desde el 16 de agosto, los más de 3.000 ejemplares que componen la colección de libros, revistas, música y películas en VHS de José Hernández Meyer, fallecido en julio, se encuentran en la Biblioteca Provincial en manos expertas que los están estudiando y clasificando.

Hernández, conocido por los salteños como «el uruguayo» o «el librero de la Ameghino», murió el 12 de julio. Era un trotamundos que en los últimos años instaló sus coloridos quioscos en la esquina de Zuviría y Ameghino. Los transeúntes hacían ahí un alto en su cotidianidad para hojear algunos libros que servían para disparar una rica conversación con Hernández Meyer. En pocos años esa esquina se transformó en un lugar potente, con luz propia.

Bajo la lupa

«Es enorme la cantidad de libros que encontramos. Entre todo el material hay pequeñas joyas y otros que ya perdieron su valor. Algunos ejemplares son tan viejos que quedaron atrasados en su temáticas, pero tienen un gran valor histórico», contó Paula Bertini, directora de la Biblioteca Provincial, en diálogo con El Tribuno.

El trabajo que tendrán que realizar los especialistas es puntilloso. De eso se están ocupando José Azcárate y Cristina Luna, bibliotecólogos.

El material está en el repositorio de la Hemeroteca de la Biblioteca Provincial. En el ambiente fresco del lugar se respira olor a humedad y papeles viejos. José Azcárate, un apasionado de los libros, se siente en su salsa. Con guantes de látex azul oscuro, toma con cuidado extremo cada uno de los ejemplares y los va clasificando de manera detallada.

El primer trabajo que se hizo cuando los libros llegaron a la institución fue separar el material que a simple vista se encontraba en mejores condiciones.

Luego se desocuparon dos enormes estanterías en las que se comenzaron a colocar los textos que quedarán en la institución. Los hay de literatura, novelas, cuentos, antropología, arqueología, historia, leyes, economía, música, historietas, biología, y se podría seguir enumerando.

Por otro lado, José, en un trabajo de artesano, comenzó a armar cada una de las colecciones de enciclopedias, como la de la Segunda Guerra Mundial, cuyas tapas están algo desvencijadas, pero está completa y en bastante buen estado.

También hay revistas, historietas, fascículos de historia o libros de mecánica del automotor de los años 40. Se destacan un manual de arqueología de Federico Kauffmann Doig, editado en Perú en la década del 70 y un ejemplar de «Vida y mitos del mundo mataco», de Editorial de Palma.

Además, hay libros y revistas en francés y en alemán. «Encontré una revista alemana del año 1935 y otra sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Son piezas históricas muy interesantes», dijo Azcárate.

También hallaron libros de medicina, que a la Biblioteca le sirven porque, desde que se dicta la carrera en Salta, muchos alumnos van en busca de estos contenidos.

La primera organización que se está realizando es la de separar colecciones. «Es una pena que a algunas solo les falte una pieza porque quedan incompletas», dijo José.

El resto de libros que están sueltos todavía no fueron clasificados por temáticas. Es un trabajo lento pero Bertini cree que lo terminarán en un par de meses.

Promotor de cultura

Cuando el personal de la Biblioteca concurrió, junto a funcionarios municipales, a abrir los quioscos, una de las primeras cosas que buscaron fue algún registro de venta. Sin embargo, nada de eso se halló, lo que hace pensar que Hernández Meyer no vivía de la venta de los libros.

«Era más bien un promotor de la cultura», dijo Bertini. Incluso los vecinos cuentan que no siempre iba a abrir. Algunos días pasaba solo un par de horas en el lugar. Otras veces se quedaba hasta la noche sentado en su silla de camping, con un libro en la mano, escuchando música y tomando unos mates.

Bertini cuenta que, cuando estaban retirando los libros, un joven ingeniero agrónomo se acercó y les pidió que le reserven algunos libros, porque junto a Hernández Meyer estaban proyectando la creación de un centro cultural en El Encón. Desde la institución se comprometieron a colaborar con este proyecto, por lo que quedaron en contacto.

Música y películas

Uno de los quioscos estaba lleno de discos de pasta, cassettes de música; películas y documentales en VHS y unos pocos CD. Estos materiales serán peritados para conocer en qué estado se encuentran, ya que la tierra y la humedad los afectan. Los contenidos que no estén ya circulando en la web serán digitalizados y puestos al servicio del público. “Hemos encontrado curiosidades, cosas únicas, que no circulan, que son rarezas y que está bueno recuperarlas, por ejemplo, un cassette con una misa nicaragüense, otro que tiene registrado un taller de sonido popular, algunos con registros muy locales”, dijo Paula Bertini. 

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