El lunes por la noche se anunció que se anulaban los partidos que definirían el tercer descenso en la Primera Nacional. Quiénes son los laderos de Tapia que salvó la AFA y el dirigente que la ligó de rebote.
La diferencia es notoria. La luminosidad que irradia la Selección Argentina, en su máximo esplendor, luego del campeonato del mundo, contrasta con la opacidad que rodea al fútbol argentino. Son las dos caras de la AFA, cuyo lado oscuro, en un acto que consagra nuevamente la impunidad, anuló el tercer descenso de la Primera Nacional con la fase regular del campeonato ya terminada.
Con los dos descensos a la Primera B consumados, había tres equipos que peleaban por no ser el tercero que cayera en desgracia. Almagro y San Telmo, que quedaron igualados en puntos (37) en la zona A, debían jugar un desempate. El ganador mantendría la categoría y el perdedor debía jugar con Tristán Suárez (quedó anteúltimo en la Zona B, con 34 puntos) la reválida para no descender. Quedó en el olvido. Los salvaron a los tres.
Entre gallos y medianoche, la AFA publicó el lunes, bien tarde, el boletín 6.379 del Comité Ejecutivo. Allí anunció la modificación del reglamento del campeonato de Primera Nacional 2023, con el que confirmó la anulación del tercer descenso, una situación que –según pudo saber Clarín–, ya estaba definida la semana pasada. Y el argumento que esgrimió fue “la necesidad de readecuar la competencia para la temporada 2024 con la participación de treinta y ocho (38) clubes, equilibrando el desarrollo del torneo con un número par de participantes”.
La explicación resulta inverosímil. Es que este año poco les importó que hubiera un número impar, ya que fueron 37 los equipos disputaron el torneo de la segunda categoría del fútbol argentino, que tendrá a su primer ascendido a Primera División el domingo, cuando disputen la final Independiente Rivadavia y Almirante Brown en el Kempes de Córdoba, y el segundo cuando se defina el Reducido, al que clasificaron otros 14 aspirantes.
— Club Tristán Suárez (@TSuarezOficial) October 24, 2023
“Las verdaderas motivaciones son políticas”, le aseguró a Clarín un dirigente que transita hace muchos años por los pasillos del edificio de la AFA en la calle Viamonte. “Hay, además, devolución de favores”, agregó. Y no le faltan razones. Basta con precisar los vínculos de los principales referentes de los clubes implicados.
Por un lado, está Tristán Suárez, el club de los Granados. Alejandro, histórico barón peronista del conurbano bonaerense, y su hijo, Gastón, quien el domingo fue elegido intendente de Ezeiza, con el 60 por ciento de los votos. Gastón tiene una relación muy estrecha con Claudio Tapia y su entorno más cercano, producto de una gran cantidad de años como presidente de Tristán Suárez.
Y otro dato que no puede pasar por alto: el predio de la AFA está ubicado en Ezeiza. Tras conocer la noticia, sacaron pecho: Tristán Suárez sigue siendo uno de los clubes (junto a Boca) que nunca descendió en el fútbol argentino.
Por el otro se encuentra San Telmo, club con historia en el fútbol argentino, pero que la pelea en el Ascenso desde hace mucho tiempo. Allí el principal nexo es Fabián Lovato, que, si bien ya no tiene cargo directivo en el club, igualmente forma parte de la estructura de la AFA, ya que es uno de los delegados a cargo de las selecciones juveniles. Y es del círculo íntimo de Tapia.
De hecho, fue uno de los que más impulsó su candidatura al sillón presidencial y mantienen una vieja amistad. Tanta lealtad fue retribuida por parte de Chiqui con un puesto en el Ceamse, del que Tapia es vicepresidente.
En tanto, a Almagro le quedó de rebote. Es que ya no está más Julián Romeo, que era cercano al poder de AFA, y el presidente actual es Julio Cucchi, pero cuentan que ni él ni otros directivos pisan la sede Viamonte desde hace un par de meses. “La sensación era que si se jugaban los partidos estábamos cocinados”, admitió en diálogo con este diario un futbolista del Tricolor.
Este tipo de situaciones no son nuevas en los últimos tiempos en la AFA. En medio de la temporada 2018/2019, cambiaron el reglamento de la Primera B Metropolitana, que pasó de 2 a 5 ascensos de un plumazo. Y este año quitaron un descenso de Primera División, aprobado por todos los dirigentes en Asamblea.
Pero la historia no termina ahí. Hay más: en las sombras –según pudo averiguar Clarín- se está tejiendo la idea de modificar otra vez el reglamento del torneo de Primera División y sacar otro descenso más, el de la tabla anual. Ya hubo un pedido de varios dirigentes de los clubes involucrados, que impulsan un torneo de 30 equipos. Y no es casual que el rumor vuelva a sonar con fuerza, ya que Tigre está comprometido.
Tigre es –como se sabe- el equipo de Sergio Massa, uno de los candidatos a presidente de la Nación. Hay quienes afirman que, si el aspirante al sillón de la Casa Rosada de Unión por la Patria gana el balotaje el 19 de noviembre, al otro día puede llegar a salir el anuncio con respecto a la modificación de los descensos en Primera División.
¿Cómo se llegaría al torneo de 30? Se barajaba, en un principio, la posibilidad de que sean tres los ascendidos desde la Primera Nacional. Sin embargo, eso dejaría otra vez la competencia en número impar. Por lo tanto, en las últimas horas crecen las versiones de que la solución pasaría por indultar a Arsenal, que acaba de perder la categoría por tener un promedio que roza la indigencia, además de estar último en la tabla anual.
De ser así, se borraría otra vez con el codo lo que se escribió este lunes en el boletín 6379 en el que se afirma que “se mantiene el régimen de descenso de la Liga Profesional”. Poco les importará. Sería para ellos un gesto más a “su” candidato político. De hecho, Tapia ya pronunció públicamente su apoyo a Massa.
Otros coinciden en la información, pero aventuran que la resolución de «salvar a todos» hasta podría salir antes del balotaje y después de que Tapia vuelva de Río de Janeiro, donde el sábado 4 de noviembre se jugará la final de la Copa Libertadores entre Boca y Fluminense.
Al fin y al cabo, la AFA tiene su poder propio. Y que lo utiliza para armar y desarmar a su antojo. Sin importarle los reglamentos que los propios dirigentes ordenan. Amparados en la Copa del Mundo, se consagran en el campeonato de la impunidad. La era del «todo pasa» evolucionó a la era del «todo vale».
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