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Liga ProfesionalEstudiantes le ganó a Boca con un golazo de Boselli y la Bombonera explotó contra los jugadores

Estudiantes festeja en La Boca. Foto: Fernando de la Orden.

El Pincha se impuso 1 a 0 con una perla del goleador, que no lo gritó, y agudizó la crisis del equipo de Almirón, que suma 3 derrotas seguidas en la Bombonera, algo inédito desde hacía 52 años. Mirá el golazo de Boselli.

La frustración se apodera de la Bombonera. Algunos hinchas eligen irse antes, convencidos de que será difícil de empatar. Los que se quedan no pueden creer tanta incapacidad para pisar el área rival. Los tamboriles de La Doce parecen sacados de contexto. Igual que el gol de Mauro Boselli, un rapto de lucidez de Estudiantes que arma una jugada a puro toque que deriva en una espectacular chilena y una floja respuesta de Sergio Romero. Es la tercera derrota consecutiva de Boca, que perdió cinco de los últimos seis juegos. Entonces, fluyen los silbidos. Y un mensaje de la tribuna: “Este martes, cueste lo que cueste, este martes tenemos que ganar”.

Sí, se viene la Libertadores ante Pereira y el hincha no aguanta más caídas. A contramano de las recientes declaraciones de Juan Román Riquelme, que habló de tres años maravillosos y más allá de los títulos locales que supo conseguir, Boca hace tiempo que no está feliz. Con Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Mariano Herrón y ahora con Jorge Almirón, no encuentra su identidad. Entonces, ¿de quién es la culpa? ¿De los técnicos o de los jugadores? ¿O del vicepresidente ídolo a la hora de invertir en el mercado de pases?

Por ahora, poco se le podrá endilgar a Almirón. Ahora, hay una realidad: lo que se vio en noventa minutos no estuvo relacionado con las expectativas que generaba el cambio. En la teoría, Boca fue un equipo ordenado, más compacto, pero demasiado mecanizado. A bordo del 4-3-3 que es una marca registrada del entrenador, con la excepción del clásico ante San Lorenzo en el que apeló a cinco defensores, tuvo la pelota la mayor parte del tiempo, pero profundizó poco, sobre todo en la primera etapa. Y se sabe, tenencia sin explosión es sinónimo de juego anodino. No acertó al arco en ese período.

 

En este contexto, el único disruptivo fue Valentín Barco. Con su desfachatez de 18 años, al menos se animó a romper hacia adentro. Cuando tuvo que jugar por afuera y llegar al fondo con los centros, se encontró con la solidez de Estudiantes. Más lanzado estuvo Marcelo Weigandt por la derecha, pero se soltó poco. Las aproximaciones más claras de Boca, en definitiva, se dieron gracias a sus laterales. El Colo metió un pase largo que Darío Benedetto no llegó a conectar y el Chelo jugó un centro atrás que Miguel Merentiel disparó de primera desde la medialuna; la pelota se perdió cerca del poste izquierdo de Mariano Andújar.

Boca tuvo muy poco volumen de juego porque Oscar Romero no conectó. Y faltó sorpresa porque nadie rompió el molde. A Merentiel le cuesta jugar por la derecha, siempre termina de espaldas para tocar hacia atrás. Con la excepción de la jugada que armó con Weigandt, resultó inofensivo.

Estudiantes llegó con un plan muy claro. Una línea de cinco en el que Leonardo Godoy y Gastón Benedetti tenían la misión de contener a los laterales rivales, tres centrales altos y tres volantes con características de recuperadores. Arriba, Benjamín Rollheiser más dinámico y Boselli como referencia. Ante la pasividad de Boca, no sufrió con esta estructura. Y tampoco se preocupó demasiado por pisar el área de Sergio Romero. Apenas intentó una vez, con un remate de media distancia de Fernando Zuqui que Chiquito detuvo sin inconvenientes.

Almirón advirtió que Boca estaba muy estático. Y movió el banco en el entretiempo. Sacó a Merentiel y al intrascendente Equi Fernández y le dio pista a Sebastián Villa y Cristian Medina. Tuvo más dinámica el equipo, especialmente cuando penetraba el colombiano en diagonal. Sin embargo, todo se transformó en un merodeo. Le terminó quitando protagonismo a Barco, de lo poco rescatable.

Estudiantes nunca se desordenó. Y aunque Almirón recargó el juego por la derecha con los ingresos de Exequiel Zeballos y Luis Advíncula, Benedetti fue una gran oposición. Ya no estaba Juan Ramírez, lesionado en el primer tiempo, y poco contribuyó Pol Fernández, muy desabrido. Ni hablar Benedetto, absorbido entre los tres centrales pinchas.

Eduardo Domínguez, en cambio, tocó poco y mejor. Entró Matías Godoy y empezó a encontrar terreno fértil para triangular. Juntó pases de izquierda a derecha y Zuqui, dueño de una pegada bárbara, metió un centro que Boselli transformó en un golazo, muy a pesar del flojo guante de Romero.

“Movete, xeneize, movete, movete, dejá de joder”, fue el grito de guerra en cada rincón de este estadio. Pero no hubo reacción.

Estudiantes renació después del clásico que no perdía hace 13 años. A partir de la caída con Gimnasia, ganó 10 de 12 puntos en juego y también pegó en la Copa Sudamericana ante Oriente Petrolero. Boca es la contracara. Hace más de medio siglo que no perdía tres partidos seguidos. El gigante azul y oro está más dormido que nunca.

 

 

 

 

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