Los estudiantes de las instituciones educativas de la zona norte prometieron fidelidad a la Enseña Patria. Una multitud acompañó la ceremonia realizada en el lugar histórico municipal. Hoy hay otra en Campo La Cruz.
La Casona de Castañares se pintó de celeste y blanco para recibir a los chicos de las instituciones educativas de la zona norte que prometieron fidelidad ante la Bandera Nacional.
Ayer se realizó una ceremonia municipal y hoy, en el histórico Campo de la Cruz, otros alumnos de distintos puntos de la provincia harán lo mismo.
Estuvieron presentes las autoridades de la Secretaría de Turismo y de la Subsecretaría de Coordinación General de Museos de la Municipalidad; además de la ministra de Educación, Ciencia y Tecnología de la Provincia, Nieves Analía Berruezo.
Fueron al menos 1.200 los estudiantes de cuarto grado de las escuelas Nicolás Avellaneda, Pedro Palacios, Leopoldo Lugones, Monseñor Carlos Mariano Pérez, María EVA DUARTE de Perón, Pereyra Rozas, René Favaloro, El Huaico, Roberto Nazr, Camino del Inca, Colegio San José, Juana Manuela Gorriti y Batalla de Salta los que juraron ayer.
Se sumaron a esta actividad integrantes del Cuerpo Infantil de Policía de la Subcomisaría del barrio Castañares, Comisaría 103 del barrio 17 de Octubre, Bomberos Voluntarios y los centros de salud, entre otras instituciones.
El vasto terreno de la casa histórica sirvió de escenario en donde también estuvieron los papás, las mamás, los vecinos y mucha gente que llegó movida por su curiosidad.
Débora Patiño abrió la jornada de emociones varias al entonar las estrofas del Himno Nacional. Vestida de Argentina, con sólo 11 años a cuestas y proveniente de la escuela Favaloro emocionó a todos con su dulce voz. Al frente, los niños de la Lugones seguían las letras con el lenguaje de señas.
«Yo no estudio canto, pero lo mismo me eligieron y esto para mí es un orgullo muy grande. Estoy muy nerviosa», comentó Débora, quien estuvo acompañada en todo momento por su mamá Carmen.
Tras el Himno Nacional y el de las Islas Malvinas, vino el tiempo de los discursos donde estuvieron las claves para entender tanta significancia por lo que allí estaba ocurriendo.
Rogelio Tolaba, director de la escuela Roberto Narz, fue el encargado de dar la bienvenida a la comunidad educativa y destacó el proyecto pedagógico de «integración» que realizaron.
Explicó la importancia de lo que calificó como «acto simbólico» y resignificó de alguna manera a la historia como método para una mejor comprensión.
«Se extiende la mano hacia la Bandera porque ésta significa la Patria. Y la Patria somos todos y cada uno de nosotros. Entonces cuando juramos, prometemos ayudar al otro que es la Patria misma. Ese principio hace desarrollarnos como mejores personas», dijo Tolaba.
Luego fue el turno del historiador y profesor Miguel Ángel Cáseres quien destacó con toda maestría la importancia del lugar. «En esta casona pernoctó Manuel Belgrano el viernes 19 de febrero de 1813. Al otro día nuestra enseña patria se recibe de Bandera en la Batalla de Salta. En Rosario fue divisa, en Tucumán insignia y en Salta se convierte en bandera; todo esto desobedeciendo las órdenes de Rivadavia. Belgrano fue un magnífico desobediente de la Patria, aunque luego la historia lo deja enaltecido», dijo Cáseres.
La ministra Berruezo luego destacó la tarea de los docentes y de los alumnos. Fue evidente que también los papás trabajaron mucho para esta fecha ya que en el predio estaba lleno de puestos en donde cada institución esperaba con souvenirs la jura de los chicos.
El «Sí , prometo! se escuchó fuerte y claro. Luego hubo aplausos y tras la ovación y la salida de las banderas de ceremonias las chicas del Centro de Jubilados Manuel Belgrano demostraron toda su vitalidad con chacareras y zambas.
Según los relatos de la historia, a partir del año 1950 fue que se cambió la expresión de Sí, juro!, la que fue sustituida por la de Sí, prometo! Esta medida se adoptó en concordancia con la edad del niño y su responsabilidad a la hora de participar de la ceremonia.
Es por esto que los alumnos de cuarto grado deberán prometer, mientras que los soldados voluntarios hacen un juramento.
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