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Rugby ChampionshipDura caída de los Pumas ante Australia

El mal debut de la Argentina en el Rugby Championship. Reglas nuevas, vicios cotidianos y sensaciones antiguas.

Cuatro penales de Marcos Kremer, algunos más en el scrum, lines perdidos, numerosos errores en el juego aéreo, una distracción en un pase… La suma de todas esas pequeñas piezas fueron las que construyeron minuto a minuto el mal debut de los Pumas en el Rugby Championship.

La superioridad sudafricana fue tal que apenas en la última jugada del partido hubo una aproximación argentina al ingoal rival (Alemanno perdió la pelota cuando podía apoyar). Y el dominio en algunos aspectos del juego como la velocidad en el reposicionamiento defensivo y lo ya dicho de las cargas en los kicks de los Springboks fueron tan contundentes, que hasta resulta positivo que el marcador (12-32) no haya sido más abultado.

Si hay algo que duele más que en otras derrotas es que el equipo había tenido una buena performance en la ventana de julio, ante Gales. Observar este retroceso es aceptar que se dejó escapar una oportunidad para tomar un mayor envión en el desarrollo del equipo.

Esta edición del Rugby Championship trajo como novedad una serie de nuevas reglas. La más importante, la que se conoce con el nombre de “50/22”. Si un pateador en campo propio saca la pelota por las 22 metros del terreno rival luego de que pique, el line lo ejecuta el equipo que pateó y no el que defiende.

El objetivo de este cambio es favorecer el ataque. No sólo por el line en favor del equipo que está más cerca de la zona de anotación sino porque obliga a los equipos dejar más jugadores en el fondo de la cancha, cuando antes sólo quedaba el fullback.

Dicho de esa manera, puede entenderse que se refuerza la defensa, pero la idea es que al tener menos hombres en la primera línea defensivas, haya más espacio para promover los ataques. Se busca que se rompa con más facilidad la línea de ventaja y aumente el porcentaje de tiempo de juego en las 22 metros.

De cualquier modo, para aprovechar esos supuestos espacios que se generan en el medio de la cancha, la precisión en la velocidad en la ejecución del ataque es fundamental. Y los Pumas jamás tuvieron esa coordinación. En parte impedido por el asedio de la mejor defensa del mundo, es cierto.

Todavía es muy temprano para sacar conclusiones. Pero está claro que el estilo veloz del Super Rugby ya no es el que impera en el día a día de nuestros rugbiers, sino el juego más estructurado europeo, donde la enorme mayoría de nuestros jugadores se desempeñan en la actualidad. Hay una nueva realidad; el equipo debe elegir y reconstruir su identidad.

Tampoco tuvieron mucha suerte los Pumas. Un corte de Santiago Carreras en el rostro hizo que tuviera que efectuarse un cambio temporario. Ingresó por tres minutos Sebastián Cancelliere que, frío, en la primera pelota que tocó, falló en la conexión de un pase con Bautista Delguy. La acción terminó con el primer try de Sudáfrica.

Lo que siguió, la falta de respuestas anímicas positivas para salir del bache, y las dificultades para darle continuidad al juego cuando tuvo la pelota en las manos, fueron los defectos a los que no se le encuentran atenuantes.

Las nuevas normas van a cambiar poco a poco el juego. Procesar esas modificaciones será más difícil mientras se mantengan ciertos vicios frecuentes. Porque de esta manera, los Pumas quedaron atados a algunas de las antiguas sensaciones de inferioridad que había logrado romperse en 2020.

Aunque la base de jugadores tiene muchos puntos en común, el éxodo post Jaguares obligó a replantear todo el proceso de trabajo. Otra vez hay que empezar a conectar esas individualidades. Con mucho menos tiempo para una exigencia que, en el Rugby Championship, nunca dejará de ir en aumento.

 

 

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