Opinión

AnálisisUn presidente paralitico y ausente

Por Carlos Saravia Day

Una de las figuras más atractivas en el ciclo de la narrativa de la “Mesa Redonda” es la del rey mutilado que reina en un reino devastado “donde el trigo no crece y los arboles no dan frutos”. Donde el rey no sale de su habitación y es alimentado con una hostia que se le sirve del “Santo Grial”. A caído en estado de soledad.

Un mitologema político que puede leerse sin forzamientos como el paradigma de una soberanía dividida e impotente.

Aún sin perder del todo su soberanía, el rey ha sido, por algún motivo, separado de sus poderes y actividades y reducido a la impotencia, mientras sus ministros (halconeros, arqueros y cazadores)ejercen el gobierno en su lugar y en su nombre.

En este sentido la escisión de la figura del rey contiene la prefiguración de los reyes actuales “que reinan pero no gobiernan”, la eficacia del primer ministro lo permite.

Hubo casos en la historia donde el rey era sustituido (toda sustitución es una trampa) por el valido hombre de su confianza, también se llamaba a la figura, “el poder detrás del trono”. Alguna vez se lo llamó en Francia mayordomo de palacio en España “el duende travieso de la reina” y en la argentina no hace mucho “El brujo”.

Este vicio de la sustitución, era vox populi, con trono o con sillón de Rivadavia. Heredemos de España lo que el pueblo español coreaba cuando gobernaban los Reyes Católicos: “Tanto  monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.

Hoy se reproduce en versión argentina la resurrección del ave fénix entre las cenizas. El mito se hace historia y la historia es eterna recurrencia.

La realidad histórica doliente y moliente hace del sillón de Rivadavia un símbolo del poder para un solo huésped, un comodato o préstamo de uso por cuatro años, en diferencia con el trono vitalicio del rey o del Papa.

Desde México (la silla del aguila) hasta la argentina (el sillón de Rivadavia) la presidencia no se comparte.

En la monarquía, la actividad del monarca queda reducida a lo protocolar.

En la Republica exige del Presidente eficacia.” El que se va de Sevilla pierde su silla” canta la ronda infantil. Napoleón le contesta a Talleyrand cuando le pregunta que es el trono y le responde “tablas y brocado, todo depende quien se sienta en él”.

El sillón de Rivadavia está vacío como el trono del inca.

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