Estados Unidos cerró dos acuerdos para comprar otros 200 millones de dosis contra el Covid-19, según anunció este jueves el presidente Joe Biden, con lo que el país aumentó un 50% el ya caudaloso stock con el que espera dominar finalmente la cadena de contagios.
“Justo esta tarde, firmamos contratos finales para 100 millones más de dosis del laboratorio Moderna y 100 millones más de vacunas de Pfizer”, dijo Biden tras recorrer la sede de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), cerca de Washington.
“Ahora estamos en vías de tener suficiente suministro para (vacunar a) 300 millones de estadounidenses para fines de julio”, agregó.
La campaña de vacunación tuvo un comienzo inestable en diciembre, pero desde entonces mejoró: al menos 34,7 millones de personas ya recibieron una de las dos dosis de la inmunización, cerca del 10% de la población. En total, 46,3 millones de dosis ya fueron aplicadas y 68,2 millones de dosis ya fueron distribuidas, según cifras oficiales.
La campaña de vacunación entró este jueves en una nueva fase con la participación de miles de farmacias. El gobierno ordenó el envío de un millón de dosis a unas 6500 droguerías y farmacias de supermercados de todo el país, y varias cadenas anunciaron que empezarían a administrar las primeras inyecciones mañana.
El gobierno federal también utilizó legislación de emergencia para aumentar la producción de vacunas, abrió sitios masivos de vacunación en estadios y comenzó un programa aparte para llegar a las comunidades desatendidas.
Sin embargo, se espera que el país más afectado del mundo por la pandemia -con más de 27, 29 millones de contagios- alcance el medio millón de muertes a finales de este mes.
Entre una confusión generalizada sobre dónde y cuándo vacunarse, también han surgido marcadas disparidades raciales y económicas.
En la capital, Washington, las vacunas se asignaron de forma desproporcionada a los residentes de los barrios blancos y acomodados, donde la gente se registró más rápidamente por teléfono o por Internet.
El rechazo a las vacunas también es significativamente mayor entre personas negras y latinas, que tienen el doble de probabilidades de morir de Covid-19 debido al racismo estructural en el sistema médico.
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