Opinión

El Papa en Chile y PerúUna nueva gira regional en la que Francisco elude a la Argentina

Por Sergio Rubin

Fuentes de la Iglesia justifican su ausencia en la grieta que divide al país. Y hay suspicacias por su relación con Macri. Expectativa por un mensaje.

Cuando el Papa Francisco sobrevuele el lunes territorio argentino camino a Chile, lo hará por segunda vez, ya que lo había hecho en viaje de Bolivia a Paraguay, en 2015. Pero si bien ya entonces los argentinos se preguntaban por qué no visitaba su país, dos años después el interrogante es mucho mayor. Obviamente, porque pasó más tiempo y se encamina a cumplir cinco años de pontificado sin venir. Y porque mueve a muchos a la suspicacia de pensar que no lo hace porque no simpatiza con Mauricio Macri.

Esa suspicacia llevó a algunos hasta a suponer que Macri no iba a Chile a saludarlo porque el Papa no quería. Sin embargo, la Iglesia chilena salió a aclarar que el gobierno chileno no había invitado a ningún presidente de la región con motivo de su viaje porque “se trata de una visita pastoral, religiosa”. No obstante, el verdadero motivo para los observadores es que haberlo invitado a Macri implicaba hacer lo propio con su par boliviano, Evo Morales, muy resistido en Chile por su reclamo a ese país de una salida al mar.

 

En la Iglesia niegan de plano que la demora tenga que ver con una hipotética desavenencia con el presidente. “De los casi cinco años que lleva como Papa, en los primeros tres la presidenta era Cristina Kirchner y tampoco vino”, argumentan. En cambio, aseguran que la verdadera razón es la tristemente famosa grieta, la persistente división política entre los argentinos que, a su juicio, complica el viaje por los tironeos que puede haber de ambos lados para sacar provecho político o leer interesadamente sus eventuales dichos y gestos.

No lo dicen en modo abierto, pero puede inferirse que también especulan que haya algunas protestas puntuales y hasta incidentes que, por más menores que fuesen, lo afectarían seriamente ya que ocurrirían en su propio país. “No es lo mismo los riesgos que toma yendo a Medio Oriente o Colombia, por citar dos casos, con situaciones de gran tensión interna como los reclamos palestinos o las diferencias por los acuerdos de paz, porque él es argentino y, aunque no lo quiera, cayó en la grieta, es parte del conflicto”, explican.

Con todo, Francisco ciertamente no ignora la creciente inquietud rayana con el malestar que genera la demora en venir. El vocero del Episcopado, padre Jorge Oesterheld, lo dijo claramente la semana pasada: “A los argentinos nos cuesta un poco digerir (que el Papa no venga al país); es medio raro y un poco doloroso que pase por arriba nuestro y aterrice en otro lado”. De todos modos, señaló que “el Papa quiere mucho a su país” y que “no es que no quiere venir, sino que está buscando el momento conveniente para hacerlo”.

Por eso es que generó especial expectativa el telegrama de salutación al presidente y los argentinos que enviará cuando sobrevuele su patria. Este telegrama es de práctica cada vez que pasa por un país, pero esta vez, según el vocero papal, Greg Burke, no será protocolar como habitualmente. “Será interesante”, disparó enigmático. ¿Llamará a la unidad de sus compatriotas para abonar las condiciones que destraben su visita al país? ¿Dará alguna pista de su venida como especulan los observadores más osados?

La buena noticia para los ansiosos es que no deben esperar mucho: esta tarde se develará la incógnita.

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