Juan Ramón Alfonso Penayo llegó caminando a su casa y se encontró con una enorme y poco grata sorpresa sorpresa: su familia lloraba por otro fallecido.
El paraguayo Juan Ramón Alfonso Penayo llegó caminando a su casa y se encontró con una enorme y poco grata sorpresa sorpresa: sus familiares velaban a un cadáver calcinado que creyeron que era el suyo. Lo sucedido parece sacado de la traficómica película de los años 80 «Esperando la Carroza», pero ocurrió este domingo en un barrio de personas en estado de extrema pobreza llamado Santa Teresa, en las afueras de ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero. La comisaría policial de la localidad narró a la agencia AP la situación.
De acuerdo al oficial Carlos Ayala, el cadáver fue llevado a la morgue para esperar que alguien lo reclame. En caso contrario, por orden judicial será sepultado como “NN”, es decir, sin haber sido identificado. Según, Cándido Figueredo, especialista en crimen organizado del Amambay, Penayo salió de su casa el jueves pasado y no regresó.
Como la policía encontró un cuerpo calcinado de identidad desconocida, los familiares creyeron que era de Penayo y le organizaron un velatorio para luego llevarlo al cementerio.
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