El Sibarita

Cepas argentinasUn salteño entre los cinco mejores nuevos vinos criollos

Historias y sabores de una bebida con un toque rústico y una personalidad diferente.

Poco a poco se van sumando más etiquetas a esta nueva tendencia de vinos criollos. Cómo nació, los procesos que implica, y cuáles son los cinco recomendados para una experiencia única.

El vino posee una rica historia en estas tierras. Y justamente el comienzo de todo fue a manos de la uva Criolla. Sin dudas de origen europeo (Vitis Vinífera), se trata originalmente de la uva Listan Prieto, una cepa tinta predominante en las Islas Canarias y en otros lugares de España. Esta vitis llegó al continente americano en el silgo XVI en los barcos colonizadores, que justamente paraban a abastecerse y a descansar en aquellas islas. Hoy, salvo algunas hectáreas, ya casi no se consigue en España a causa de la filoxera, la plaga que devastó casi todo el viñedo de la península a mediados del siglo XIX.

Estudios científicos han demostrado que la uva Criolla Chica es la misma que en Chile se conoce como País y que en Norteamérica se denomina Mission.

Hay que recordar que la primer cepa se implantó en territorio argentino en 1556 en Santiago del Estero. Y si bien allí no prosperó su cultivo, fue hasta entrado el siglo XVIII la uva predominante en la región de Cuyo. No obstante, con la llegada de los inmigrantes que forjaron una verdadera industria vitivinícola hacia fines del silgo XIX, esta uva fue perdiendo terreno. Actualmente, de las más de 200.000 hectáreas de vides plantadas en la Argentina, la superficie de Criolla Chica no supera las 300. Y si a eso se le suman las de Criolla Grande y Mediana (cruzamientos con Moscatel de Alejandría) no llegan al 10% del viñedo nacional.

La uva Criolla Chica es tinta y rendidora, de piel fina y por ende da un vino de poco color. Racimos grandes y sueltos, muy vigorosa (genera mucho follaje), y si la dejan produce mucha cantidad pero de poca calidad enológica. Y así se elaboraba hasta hace poco, cuando las variedades autóctonas empezaron a ponerse de moda. Primero en Italia y España, y luego en Chile, y ahora en Argentina.

Los nuevos vinos Criollos

El vino posee una rica historia en estas tierras. Y justamente el comienzo de todo fue a manos de la uva Criolla

El vino posee una rica historia en estas tierras. Y justamente el comienzo de todo fue a manos de la uva Criolla

Se puede decir que la Argentina tiene dos vinos emblemáticos; un tinto y un blanco. Porque si bien no son de uvas autóctonas, está demostrado en cantidad, en diversidad y en calidad, que la Argentina produce los mejores Malbec y Torrontés del mundo. Y mientras el potencial del vino nacional descansa en ese tinto emblemático y en otros a manos de uvas nobles como Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir, Syrah, Tannat, Petit Verdot o Cabernet Franc (en tintos), Chardonnay, Sauvignon Blanc, Chenin, Semillón, Viognier o Pinot Grigio (en blancos), algunos se animan a rescatar del olvido a la Criolla.

No es tarea fácil, porque la mayoría son viñedos viejos regados de manera tradicional (por inundación) y que no han sido muy bien tratados en los últimos años. Generalmente plantados en zonas muy cálidas, algo que a una cepa que no genera mucha acidez natural no le viene muy bien.

Pero los verdaderos protagonistas de hoy son los hacedores, enólogos y agrónomos, que tienen los elementos para poder lograr vinos en lugares extremos. En este caso no solo hubo que recuperar los viñedos y trabajarlos pensando en buenos vinos, con rendimientos más bajos, lejos de los tradicionales 200 qa/ha.

Un punto importante fue el manejo de la canopia (parte verde de la planta) para lograr proteger los racimos de los rayos del sol. Pero la clave estuvo en el punto de cosecha. Ya se perdió el miedo a los alcoholes bajos, sobre todo si se piensa en vinos de consumo joven y no de guarda. De esta manera, se consiguen uvas con alcoholes potenciales bajos (alrededor de 12 grados) y con una acidez natural que permite vinos frescos.

Y si en bodega se tienen los mismos cuidados que se tienen para lograr buenos vinos, el resultado es sorprendente. Las fermentaciones deben ser suaves y a bajas temperaturas, las maceraciones cortas, y el contacto con la madera debe ser sutil.

Salvando las distancias con la uva Pinot Noir; que da vinos elegantes y equilibrados, y es protagonista del vino más caro del mundo (Domaine de la Romanee-Conti, Borgoña, Francia); los nuevos vinos de Criolla son de paso ligero y fresco, con taninos mordientes y un carácter frutal muy propio. Hay algo de rústico en estos vinos, pero están bien logrados, y ese toque le da una personalidad diferente a todo lo conocido. Además, su aspecto puede ir del rosado pálido al rojo vibrante y brillante, no son vinos de guarda, sino de consumo joven.

Los nuevos vinos criollos son una realidad y van ganando un lugar en las preferencias de los consumidores que buscan alternativas novedosas a precios amables.

Los mejores exponentes criollos

El nivel de precio de estos vinos va de los $150 a los $450, y en general se trata de vinos tintos, aunque muy ligeros; pero también hay rosados y hasta espumosos.

Uno de los más pretenciosos es el flamante Old Vines de El Esteco que nace de un viñedo plantado en 1958 (o antes). Es de los exponentes más delicados, que se pueden encontrar. Pero el primero de esta zaga fue el Cara Sur Criolla 2014, un vino que nace en Barreal, Valle de Calingasta, San Juan. Allí, un grupo de jóvenes enólogos y de manera artesanal, buscando rescatar las uvas tradicionales de la zona, lo elaboraron seriamente. Es un tinto con buen cuerpo y agarre, y eso le da mucho carácter. Por su parte, el reconocido y desafiante enólogo Matías Michelini también ha incursionado, con la Criolla Grande, con las mismas intenciones que sus colegas de rescatar a esta uva tan tradicional del olvido. Son solo 1500 botellas del Vía Revolucionaria que nace de un viejo parral de Tupungato, en el Valle de Uco.

Federico Schneidewind es un periodista de Rosario que devino en productor, y justamente uno de sus vinos está elaborado con Criolla. Se trata de Verdaderos Invisibles, en un claro homenaje a los tantos trabajadores anónimos de las viñas. Tan bien le fue con este vino que ya hizo un espumante. Como Rafael Miranda de Trivento quien ha elaborado 15.000 botellas del primer espumoso criollo del país. Marcelo Pelleriti hace un vino con uva Criolla de un viñedo de 1890 de Hualfin, Catamarca a 2600 metros de altura. Y asegura que en bodega debe tratarla como al Pinot Noir, con delicadeza porque no se puede remontar ya que no hay taninos para extraer y se corre riesgo con la acidez volátil.

Poco a poco se van sumando más etiquetas a esta nueva movida de vinos criollos. Un vino que ideal para imponer en todas las pulperías del país. No solo por la relación cultural y folclórica, sino porque son vinos que van muy bien con las picadas de fiambres y quesos, las empanadas y los guisos; comidas regionales que se lucen en las rutas turísticas rurales de la Argentina.

Ángel Ramos, miembro de Argentina Wine Bloggers, investigó mucho la variedad y realizó una cata comparativa de todos los exponentes a la venta junto a sus colegas y concluyó que «todos estos vinos, que fueron elaborados concienzudamente con uvas Criolla, demuestran cabalmente tener real valor enológico y ser capaces de sostenerse en el mercado por sus propios atributos».

5 vinos Criollos para conocer

 

El Esteco Old Vines Criolla 2015

El Esteco, Valles de Cafayate, Salta $467

A partir de un viñedo viejo y una uva que hasta hace poco solo se utilizaba para vinos comunes, Alejandro Pepa (enólogo) logró un vino revolucionario. Porque es un tinto con alma de blanco pero carácter propio. De aromas austeros y ataque refrescante, taninos incipientes y tenues dejos frutales. Final seco y vibrante, ideal para servir en la mesa. Solo se hicieron 3000 botellas.

Puntos: 89

 

Cara Sur Criolla 2016

Bodega Cara Sur, Barreal, Valle de Calingasta, San Juan $380

Si bien es una de las uvas más plantadas en nuestro país, este es el primer vino que se animó a ostentar con orgullo varietal, su nombre en la etiqueta. Una apuesta jugada de un grupo de jóvenes comandados por Francisco (Pancho) Bugallo y Sebastián Zuccardi. Dicen que el lugar es de ensueño, y que está detenido en el tiempo, como los parrales de 80 años de donde provienen la uvas para este Cara Sur. De aromas vibrantes y paladar fresco, bien fluido y tenso. Con carácter frutal, agarre y un dejo salvaje que lo distingue en la mesa.

Puntos: 89

 

Verdaderos Invisibles Criolla 2016

Confuso Wines, Tupungato, Valle de Uco $240

Su aspecto es vinoso pero muy atractivo porque no se parece a ningún otro tipo de vino, y tiene un brillo muy particular. De paladar seco y algo rústico, con cierto paso mordiente, y buena fuerza al final de boca. Hay algo oxidado en sus sabores cálidos y frutales. De trago liviano (10,2 de alcohol) y fresco, sin vueltas. Un auténtico vino para tomar muy seguido que bien se podría bautizar como «vino criollo».

Puntos: 89

 

Vallisto Extremo Criolla 2017

Vallisto, Hualfin, Catamarca $280

Este vino nace a 2600 metros en la Precordilllera, en un viñedo que data de 1890 y del cual solo se hicieron 7500 botellas. De aromas austeros y paladar franco, equilibrado con agarre. Pasa algo rústico y poco profundo, con texturas pero sin tanto carácter, y algo maduro en su final de boca. De buen volumen, es ideal para acompañar una picada o empanadas regionales.

Puntos: 88

 

Vía Revolucionaria Criolla Grande 2016

Passionate Wine, Tupungato, Valle de Uco $250

Matías Michelini no para de buscar, lugares, variedades, tipos de vino, etc. Y en este vino quiso rescatar del olvido a la Criolla Grande, a partir de un parral viejo y con una fermentación en huevo de cemento y sin paso por madera. Logró un tinto ligero pero con agarre, de aromas frutales no muy intensos pero expresivos y un paso refrescante.

Puntos: 88

 

 

Fuente:  Por Fabricio Portelli para Infobae

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