Opinión

Análisis ¿Un resultado irreversible para Macri?

Por Fernando LabordaMientras algunos dirigentes del oficialismo siguen sin reponerse del shock que significó la abultada ventaja que la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner obtuvo en las recientes Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), otros hombres y mujeres de Juntos por el Cambio , con Miguel Angel Pichetto y Elisa Carrió a la cabeza, hacen denodados esfuerzos por convencer a su militancia de que es factible revertir aquel resultado entre las elecciones generales del 27 de octubre y una eventual segunda vuelta electoral con la que sueñan.

Subidos a ese intento por dejar atrás el derrotismo, funcionarios de la Casa Rosada trabajan con un objetivo de máxima: que Alberto Fernández no alcance en octubre el 45% de los votos y que Mauricio Macri pueda aumentar su caudal electoral para ubicarse a menos de diez puntos de distancia de su verdugo en las PASO.

Dirigentes del oficialismo y analistas políticos coinciden en que no sería tan difícil que Macri pueda incrementar sus votos desde el 32% que cosechó el 11 de agosto al 35%, como sí será complicado lograr que el candidato del Frente de Todos los reduzca a menos de 45 puntos.

Ocurre que, de acuerdo con los resultados del escrutinio provisional, Fernández alcanzó el 47,6% de los votos, pero ese porcentaje fue computado sobre el total de votos válidos emitidos, que incluye alrededor de 760.000 votos en blanco (alrededor del 3%). Si, como ocurrirá en las elecciones generales de octubre, se excluyen del recuento los votos en blanco y se consideran solo los votos afirmativos, el nivel de adhesión a la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner llegaría al 49,2%; esto es, 4,2 puntos por encima del mínimo requerido para consagrarse ganadora en la primera vuelta. Macri también mejora su porcentaje de votos, llegando al 33,1%, si se dejan de lado los sufragios en blanco, pero la diferencia entre la fórmula peronista y la del oficialismo se amplía, de todas formas, a 16,1 puntos.

¿Qué debería ocurrir el 27 de octubre para que Macri pueda achicar la distancia de tal manera que pueda aspirar a definir la elección en un ballottage el 24 de noviembre? Nicolás Solari, director de la consultora Real Time Data (RTD), elaboró un informe, según el cual tendrían que darse cuatro supuestos para que se evite un triunfo de Fernández en la primera vuelta.

El primer supuesto sería que Macri reciba en octubre una transferencia de votantes que apoyaron en las PASO a Roberto Lavagna , Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert , equivalente al 50% de los sufragios que cosecharon las terceras fuerzas lideradas por esos candidatos, además de alrededor de un 40% del total de los votos logrados por los cuatro postulantes presidenciales que quedaron eliminados de la contienda electoral en las primarias. Del mismo modo, Fernández no debería recoger más del 10% de los votos de Lavagna ni más del 8% de los sufragios alcanzados por las cuatro fuerzas que quedaron excluidas de la competencia. Si se diera esta hipótesis, Macri acortaría su distancia de Fernández a poco más de 10 puntos, aunque el candidato del kirchnerismo todavía estaría ganando, por cuanto alcanzaría el 50,1% de los votos.

El segundo supuesto que, según Solari, se sumaría al anterior es el de la reducción del voto en blanco, que en las primarias alcanzó alrededor de 760.000 votos. Si, al igual que en 2015, esos sufragios se reducen a la mitad entre las PASO y las elecciones generales y si, además, ese voto se orienta mayoritariamente hacia el macrismo en una proporción de cuatro a uno, Macri lograría acercarse un punto más y reducir su desventaja a 9 puntos. De todas maneras, Fernández seguiría consagrándose ganador porque obtendría el 49,7% de los votos.
El tercer supuesto sería que se sumen a la elección general unos 150.000 argentinos que residen en el exterior del país (diez veces más que en las elecciones legislativas de 2017) y que su voto también se dirija en una relación de cuatro a uno en favor de Macri, tras lo cual la desventaja del macrismo se reduciría a menos de 9 puntos, aunque Fernández seguiría obteniendo más del 49% de los sufragios.

El cuarto y último supuesto pasaría por un fuerte aumento de la participación electoral. Se trata de la cuestión más importante, por cuanto permitiría aumentar significativamente la masa de votos sobre la que se calculan los porcentajes y licuar el peso relativo de los votos kirchneristas. Pero para lograr que Fernández quede por debajo del 45%, la concurrencia a votar debería pasar del 75,8% de las primarias hasta el 81% en octubre. Esto es, unos 2.700.000 votos más, una cifra superior a la registrada en las elecciones generales de 2015, cuando la participación se ensanchó en 2 millones de votos respecto de las PASO de ese año. Y, por si fuera poco, Fernández no debería captar más del 5% de estos nuevos votantes. De lo contrario, quedaría arriba de los 45 puntos y se consagraría presidente en primera vuelta.

En otras palabras, si la participación electoral creciese entre las PASO del 11 de agosto último y los comicios generales de octubre desde el 75,8% hasta el 81% del padrón, Fernández y Cristina Kirchner no deberían sumar más de 458.000 votos para quedar debajo de los mágicos 45 puntos, al tiempo que la fórmula Macri-Pichetto debería sumar alrededor de 1.575.000 votos para alcanzar los 35 puntos y evitar una desventaja mayor a los 10 puntos, que también consagraría ganador al binomio del kirchnerismo.

Conclusión: Macri necesitaría lograr una suerte de carambola perfecta para llegar a un ballottage, en un contexto socioeconómico que no lo favorece.

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