Opinión

Un loco suelto en el Salón Oval

Donald trump

Por: Daniel Salmoral

Millones de hombres y mujeres en todo el mundo, no pueden creer que finalmente Donald Trump sea ya presidente de Estados Unidos.

Se pellizcan o preguntan si no están soñando.

Para ellos, resulta difícil pensar que la pesadilla es ahora una “real realidad”.

Trump, el hombre impredecible, el outisder, el xenófobo, el autoritario, ya está apoltronado en el Salón Oval y ha comenzado a gobernar, a tomar decisiones, a dar órdenes y el mundo, azorado, espera que de salón salga cualquier cosa.

El planeta tierra, un lugar demasiado inseguro ya para vivir, suma ahora una nueva amenaza: Trump, el multimillonario que en sus primeros pasos como presidente ya dejó en claro que alentará un nacionalismo a ultranza, igual que en su momento lo hiciera Adolf Hitler en Alemania, y ha empezado a acuñar la frase: “Estados Unidos para los estadounidenses”.

Ya no habrá más páginas oficiales en la web en idioma que no sea el inglés y tampoco permitirá que sus funcionarios, aún sabiendo el idioma, hablen en público en castellano.

Para él ese idioma, debe borrarse del territorio norteamericano.

Convencido que todos los males de su país son por culpa de los latinos, está dispuesto a combatirlos en su propio territorio pero también en el de ellos.

Ya advirtió a las automotrices que si fabrican vehículos en otros países, sobre todo en México, no podrán venderlos en Estados Unidos generando ya la pérdida de miles de puestos de trabajo en su vecino país con la consiguiente secuela de crisis económica y social y lo mismo pasará con otras fábricas de éste y otros rubros, en diferentes lugares del mundo.

“O se fabrican con mano de obra y en territorio de nuestro país o entonces aquí no se venden”, fueron, palabras más o menos, lo que dejó en claro el nuevo Presidente.

A su vez adelantó que va a “aniquilar” a ISIS, sin aclarar si lo hará respetando los Derechos Humanos o se lanzará en una total “cacería de brujas” contra todo aquello que tenga tufillo a Oriente Medio.

Trump recién comienza su mandato y ya se ha cargado como enemigos a millones de personas afuera y adentro de su país.

Acostumbrado a mandar habrá que ver cómo reacciona cuando el Congreso le ponga las primeras trabas a sus proyectos.

El pueblo norteamericano, que siempre se ufanó de no tener el voto obligatorio, hoy sale a las calles, al menos una parte importante de él, para decir que ellos no tienen nada que ver con el “loco” y que tampoco se hacen cargo de lo que haga, pero ya es tarde.

Tendrán que bancarlo durante cuatro largos años o quizás por ocho, a menos que el Congreso lo destituya o sus errores lo obliguen a renunciar como pasó con Richard Nixon, por ejemplo.

Trump ha llegado a la Casa Blanca y el mundo está asustado.

Muchos que lo votaron ya están arrepentidos.

Para colmo y como si con todo esto no bastara, un delirante político argentino, Guillermo Moreno, dice eufórico que Trump es peronista y que en su gestión de gobierno hará lo mismo que en Argentina hizo su jefa política, Cristina Kirchner.

Quizás esa sea una de las peores amenazas que Trump le pueda lanzar al mundo.

 

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