Sociedad

La convivencia, en crisisTolerancia cero: se duplicó la cantidad de matrimonios que duran menos de 4 años

Ocurrió en los últimos tres años. Son datos del Registro Civil porteño.

Los porteños se casan cada vez menos y se divorcian cada vez más. De la mano de esta tendencia, crece el número de matrimonios fugaces, de hasta 4 años de duración, y la cantidad de personas en sus «segundas rupturas».

Es el resumen de varios informes publicados por la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad, que dan cuenta de las nuevas formas de relacionarse, acompañadas por los últimos cambios legislativos.

En 2016 hubo 5.815 divorcios inscriptos en el Registro Civil y subieron a 8.217 en 2017, que es el último año del que se tiene registro. Es decir, que aumentaron un 41% y la nueva cifra se convierte en un récord histórico.

El director del Registro Civil y Capacidad de las Personas que depende del Ministerio de Gobierno porteño, Mariano Cordeiro, dijo que el incremento se explica por la reforma del Código Civil y Comercial, con el ‘divorcio exprés’, «que hace que desde el momento en el cual se inicia el juicio, hasta la sentencia y la posterior inscripción, transcurra mucho menos tiempo». 

«Esto coincidió, seguramente, con otros divorcios que venían en trámite con anterioridad a la vigencia del Código y justamente esta suma que se dio entre ambos fue lo que determinó el incremento», completó Cordeiro.

El «divorcio exprés» ayudó a que el trámite sea más fácil y rápido.El nuevo Código Civil, implementado en agosto de 2015, determina que el matrimonio no debe cumplir un plazo mínimo (antes era de 3 años) para deshacerse. Y basta con que uno de los cónyuges solicite el divorcio para que éste se pueda llevar a cabo.

Además, según los últimos informes, muchas más parejas se divorcian en los primeros 4 años de matrimonio. El número de relaciones fugaces casi se duplicó en solo tres años: mientras que en 2014 fueron 562, para el 2017 ascendieron a 1.007. Los miembros de estas parejas -que ni siquiera llegan a compartir dos Mundiales de fútbol- tienen principalmente de 30 a 34 años de edad.

Otro dato llamativo es que aumentaron las «segundas rupturas», en especial en las mujeres. Entre las que se divorciaron en 2017, unas 582 ya se habían divorciado anteriormente, mientras que en 2016 fueron 351. Es decir, que las doblemente divorciados se incrementaron en un 65%.

En esto influye que el nuevo Código Civil eliminó el plazo de tres años de separación para iniciar la disolución del vínculo, que permite al divorciado contraer nuevas nupcias.

A la vez, las bodas son cada vez menos. En 2016 hubo 11.630 matrimonios inscriptos en el Registro Civil porteño, pero en 2017 se redujeron a 10.525. Para el año en curso hay datos parciales que sirven para confirmar que el intercambio de anillos sigue en baja. En el primer semestre del 2018 se contrajeron 4.805 matrimonios, contra los

¿A qué se deben estos cambios? En diálogo con Clarín, Alejandra Libenson, psicóloga especialista en vínculos familiares, opina que es parte de un proceso. «Pasó de la total dependencia de un vinculo de toda la vida, marcado por el mandato familiar, hacia la posibilidad de que todo cambia, todo está en movimiento. Nada es para siempre y todo es flexible», analiza.

Respecto a los motivos actuales del divorcio, Libenson señala que «a veces los caminos que atraviesan ambos miembros de la pareja son diferentes». Y da varios ejemplos: «Puede ser que el amor se acaba, que hay ciertas expectativas que no se cumplen, que la llegada de los hijos despierta una sensación de agobio para una de las partes de la pareja, o que está toda su energía puesta ahí (en los hijos) y pierde algo del encanto del vínculo de pareja».

«Lo que está atravesado acá es la tolerancia a la frustración, que es cada vez menor», subraya la psicóloga. «Es como ese nene caprichoso que quiere el juguete ahora y si no se lo compran se pone mal, pero tal vez cuando lo tiene ya está mirando qué (otra cosa) quiere comprarse. Acá pasa lo mismo. A algunas personas, la sensación de estar en pareja les hace sentir que no tienen la posibilidad de otras experiencias. Y ante cualquier frustración en ese vínculo sienten que tienen que salirse de eso para ser felices. Pero es una ilusión. Porque ese deseo no se termina nunca de satisfacer».

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