Opinión

Análisis Sueldos públicos: de Belgrano y San Martín a nuestros días

Por Fernando Laborda

El funcionario cobrará el 100% sin trabajar y el autónomo pagará el 100% sin facturar. ¿Esto es justicia social?». Ese mensaje fue uno de los tantos que inundó las redes sociales ayer, pocas horas después de que el presidente Alberto Fernández calificara como «miserables» a los empresarios que despiden trabajadores y, sin identificar a nadie en particular, expresara que «de lo que se trata es de ganar menos» para concluir diciendo: «Bueno, muchachos, les tocó la hora de ganar menos».

El generalizado reclamo para que la clase política argentina dé el ejemplo y baje sus sueldos para contribuir a enfrentar las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia del coronavirus , en momentos en que las arcas del Estado atraviesan una difícil situación, tomó anoche la forma de un cacerolazo que, hacia las 21.30, se hizo sentir fuertemente en distintos lugares del país, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires.

El 20 de diciembre pasado, al responder a una pregunta de la periodista Viviana Canosa sobre la posibilidad de una rebaja de sueldos para funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo, no sin una ostensible incomodidad, el presidente Fernández respondió que eso «no sería necesariamente justo», porque «uno vive de su sueldo y de sus ingresos». No debería extrañar, sin embargo, que frente a los renovados reclamos, el jefe del Estado aliente algún gesto diferente.

La economía se metió de lleno en el debate sobre la lucha contra el coronavirus en momentos en que recrudecen las quejas de empresarios -en su mayoría pequeños y medianos-, afectados por la cuarentena total dispuesta por el Gobierno, al menos hasta la Semana Santa, para evitar los contagios masivos y el crecimiento geométrico de la curva de infectados por el coronavirus.

Podría decirse que la jornada de ayer fue una de las más difíciles para el presidente de la Nación. Mientras las encuestas de opinión pública conocidas en los últimos días reflejan un fuerte apoyo a su gestión, en la víspera, el primer mandatario recibió implacables críticas en las redes sociales por su demora en pedirle a la dirigencia política un gesto público, que se traduzca en una disminución de sus sueldos durante la presente crisis.

Distintos analistas coinciden en que el miedo al enemigo invisible que acosa al mundo va en la Argentina cediendo frente a un temor mucho más concreto, vinculado con la posibilidad de perder un empleo o de tener que cerrar definitivamente un negocio, frente a las fuertes pérdidas que traerá aparejada la prolongación de la cuarentena.

Un reciente informe de la consultora Analytica señaló que alrededor del 64% de los aproximadamente 19 millones de trabajadores argentinos -unos 12,1 millones de personas- se encuentran en riesgo de perder sus empleos. Dentro de este grupo, unos 5,5 millones, que se desempeñan fundamentalmente como cuentapropistas, tanto en el sector formal como en el informal, se hallan en «muy alto riesgo», según el estudio de la consultora, a cargo de Ricardo Delgado y Rodrigo Alvarez.

La semana última, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou , anunció la integración de un fondo para enfrentar las consecuencias de la pandemia que, entre otros recursos, se nutrirá de parte de las retribuciones de los funcionarios públicos uruguayos, a quienes se les descontará el 20% de sus haberes porque «es momento de que todos hagamos un esfuerzo».

También Brasil se encuentra en un proceso parecido. Tanto el área económica del gobierno de Jair Bolsonaro , que encabeza el ministro Paulo Guedes , como el presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Rodrigo Maia , respaldan la idea de reducir las horas y los salarios de los servidores públicos, una pretensión que iría incluso más allá de los más altos funcionarios y de los legisladores.

La opción de recortar horas y salarios ya está incluida en la ley de responsabilidad fiscal vigente en Brasil, pero el Tribunal Supremo Federal se opuso por mayoría a avanzar hacia esa alternativa el año pasado. En un editorial publicado ayer, el diario La Folha de San Pablo opinó que la proyectada rebaja sería una medida doblemente justificada: en primer lugar, porque el gasto en funcionarios se encuentra en Brasil entre los más elevados del mundo, y en segundo término, porque este estrato, además de estar bien pagado, está protegido de la crisis por tener garantizada la estabilidad laboral, a diferencia de la gran mayoría de los trabajadores brasileños. El matutino paulista instó a dejar de lado «el corporativismo obtuso y el apego a los privilegios».

No pocos de los impulsores de un «gesto patriótico» de la clase política argentina recuerdan actitudes de Manuel Belgrano y José de San Martín , quienes en diferentes momentos donaron parte de sus sueldos para la causa independentista.

En una carta dirigida el 15 de noviembre de 1811 al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Belgrano renunció a la mitad del sueldo que le correspondía como coronel del Regimiento de Patricios. «Procuraré con todos mis esfuerzos no desmentir el concepto que he debido a V.E. y hacerme digno de llamarme hijo de la patria. En obsequio de ésta, ofrezco a V.E. la mitad del sueldo que me corresponde, siéndome sensible no poder hacer demostración mayor, pues mis facultades son ningunas y mi subsistencia pende de aquel, pero en todo evento sabré también reducirme a la ración de soldado, si es necesario, para salvar la justa causa que con tanto honor sostiene V.E.», expresó Belgrano en aquella misiva.

En uno de los libros en que retrató al general San Martín, el expresidente, militar e historiador Bartolomé Mitre recordó que el Libertador de América, nombrado en 1812 como comandante del ejército de Granaderos a Caballo, cedió al Estado la tercera parte de su sueldo para los gastos públicos. Relató también que sirvió como general en jefe del ejército del Perú con el sueldo de coronel ganado en San Lorenzo y que, como gobernador de Cuyo, en 1814, decidió donar la mitad de sus tres mil pesos de sueldo anuales mientras durase la guerra con los españoles. En marzo de ese año, San Martín se dirigió al gobierno manifestándole que con tan corta cantidad le era materialmente imposible subsistir, rogando en consecuencia que su donativo se redujese a la tercera parte, a lo que las autoridades accedieron.

«El general San Martín pertenecía a esa austera escuela del deber contemporáneo y de la fiscalización póstuma y puede presentarse a su posteridad con su cuenta corriente en regla, pidiendo el finiquito de ella, en vista de lo que recibió, de lo que gastó y de la herencia de gloria que legó a sus hijos», escribió Mitre sobre el padre de la patria en 1878, al cumplirse cien años de su nacimiento, en su obra Páginas de historia .

Nuestros próceres no solo fueron magnánimos al poner en riesgo sus vidas en las luchas por la independencia, sino que se caracterizaron también por una generosidad que nuestra dirigencia política debería imitar.

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