Sociedad

Sexo: qué pasa entre las sábanas con la llegada del «porno free»

La pornografía era algo secreto y privado. Ahora entró a computadoras y celulares, es casera y circula libre, free. Cómo influye (para bien y para mal) en nuestras relaciones. ¿Promueve un erotismo más democrático?

Salir de casa, caminar hasta el videoclub, analizar cuánta gente hay, si es conveniente entrar al sector de adultos o esperar a que se vayan algunos clientes, ingresar a la sección oculta, elegir rápido, ir al mostrador, pagar y llevártela a tu casa por 24 horas, según informó Clarín.

El cine que se miraba en VHS obligaba a una relación planificada con la pornografía y acotaba la selección a lo poco que hubiese en el videoclub. Era eso, o unas revistas. Las “generaciones analógicas” fueron estimuladas con las mismas películas hechas en Hollywood, protagonizadas por Jenna Jameson o Rocco Siffredi, las grandes estrellas del porno occidental. El consumo, en general, era personal y masturbatorio. Hasta que llegaron dos tecnologías al acceso de todos: Internet y los smartphones.

La pornografía cambió con el advenimiento del dispositivo que es, además de un teléfono, una cámara y una pequeña computadora portátil. Ahora la pornografía viaja por WhatsApp, se navega de manera privada e íntima en cualquier momento del día y se produce en cada lugar que tenga una persona con deseos exhibicionistas. En la Argentina, según datos de Google, en 2017, el 67% de quienes acceden a Internet lo hacen desde dispositivos móviles y el 63% navega a diario. El porcentaje sube al 88% entre los que tienen 25 y 34 años.

Así como la digitalización de la pornografía hizo que muchísima más gente tuviera acceso porque no es necesario un intermediario, lo mismo pasó con el teléfono: ya ni siquiera se necesita una computadora para consumir porno. “No es como antes que la PC estaba en el living o en la habitación del hijo varón. Ahora cualquiera tiene la posibilidad de grabarse y, gracias a eso, el amateurismo se convirtió en una estética en sí misma”, dice Gino Cingolani, product manager de Poringa!, la comunidad de 95 millones de páginas vistas al mes en la cual los propios usuarios son los que suben el contenido exclusivo XXX para compartirlo con otras personas.

Ventajas y desventajas del porno "accesible". /Daniel Roldán.

Ventajas y desventajas del porno «accesible». /Daniel Roldán.

El cine XXX ya no se proyecta en salas, ni tiene larga duración. Ahora la pornografía viaja a la velocidad de internet. Son piezas cortas, filmadas con una estética casera: ésa es la categoría que más crece en audiencia: la filmación de lo que parece una relación sexual no ficcional.

Malena Nijensohn, Licenciada en Filosofía (UBA), señala que la pornografía siempre ocupó un lugar en la producción de la sexualidad a través de la cual aprendemos a relacionarnos sexualmente. “Internet generó un fenómeno nuevo. Todo el mundo puede consumir y todo el mundo puede producir porno.No sólo tiene ver con espejar la película, pero sí que vamos repitiendo algo de lo que vemos. En ese sentido, como dice el filósofo feminista Paul Beatriz Preciado, la pornografía hace patente que el sexo es siempre una performance.”

Como vinimos al mundo. “Es una loca/ me manda video al Snap mientras se toca/ me dice que si hoy le llego, que no puede esperar/ que se muere por mí, que quiere todo conmigo/ que la vaya a buscar.” La canción del género trap que rompe todos los récords de audiencia habla del envío de pornografía casera por Snapchat, una plataforma de chateo que usan los adolescentes y que permite el envío de fotos y/o videos y que, cuando el receptor las ve, desaparecen del dispositivo. La canción Loca, de Khea con Duki y Cazzu, ya tiene 224 millones de reproducciones en YouTube.

Si antes existía el chamuyo en la previa del encuentro, ahora Snapchat e Instagram habilitan el envío de producción audiovisual amateur para aumentar la expectativa.

Los videos cortos, caseros y las fotos hot –lo que los adolescentes llaman “nudes” (es decir, desnudos)– son enviados con frecuencia cuando están en la etapa anterior a una cita. Si antes existía el chamuyo en la previa del encuentro, ahora Snapchat e Instagram habilitan el envío de producción audiovisual amateur para aumentar la expectativa. Pero hay distintos códigos, si todavía no se conocieron en persona no hay sexo virtual. En cambio, si existe una relación la tecnología permite continuar el deseo desde el teléfono.

Violeta, 24 años, fotógrafa, narra su experiencia: “La estética amateur está vinculada a la luz de la mañana. Cuando mando una nude no envío con mi cara por miedo a que se viralice, y también porque en las nudes lo que importa es el cuerpo, no tanto la cara: en eso es más parecido a la pornografía. Y hay un límite, si el pibe me contesta con un video masturbándose lo bloqueo. No es sexo virtual, sí es exhibicionismo”.

Una foto del escote, de la bombacha, de la cola, de la boca, ésos son los encuadres que prefieren las chicas. En general, los hombres tienden a hacer siempre lo mismo: acostados, en jogging, donde se nota una erección. Ese juego de exhibicionismo circula en internet como un código de seducción secreto de la generación centennial. Las plataformas de chat que usan, además, les avisan si el receptor hace una captura de pantalla, para evitar que se viralicen fotos privadas.

La porno propia. ¿Pero qué pasa cuando la producción sale de la cama y es de a dos? ¿Es que hay una puesta en práctica de las fantasías? Edith Martín, pediatra con formación en sexología clínica, toma al porno como herramienta. “Muchos vienen a consultar por falta de deseo y es ahí cuando el porno aparece como una herramienta para estimular, aunque les sugiero que no sea el mainstream, hay otras producciones feministas (como Erika Lust) o de postporno más interesantes, que no acotan la fantasía. No hay que olvidarse que es una acción performativa y que el espectador es un receptor pasivo que pretende imitar una fantasía coitocentrista, es decir, donde el sexo es reducido a penetración.”

En una rutina de años de convivencia, días laborales de nueve horas sumados a dos o tres de viaje por día, el erotismo en una pareja se ve afectado por los días hábiles y la vida adulta. Para eso, el teléfono habilita un juego reanimador. Una forma no tradicional de vincularte con la pareja. Un video o una foto como efecto sorpresa. Así lo vivió Agustina (35 años, periodista): “Con mi pareja vivíamos a 1.200 km de distancia, nos veíamos una vez o dos veces por mes. Solíamos mandarnos fotos o videos porno hechos por nosotros mismos, o hacíamos chats sexuales. Pero lo más interesante es que cuando nos veíamos nos filmábamos teniendo sexo así teníamos material para cuando estábamos lejos y chateábamos pocos minutos por día. Ahora vivimos juntos y no nos gusta ver pornografía hecha por otros, sí la nuestra”.

Fantasías a mano. Todo ya fue hecho y está en la web. Esa máxima parece una realidad, aunque no siempre es tan fácil encontrarlo. En las páginas más conocidas existen decenas de categorías para encontrar todo tipo de pornografía, pero en el porno más común, todo sigue siendo filmado mediante el criterio heterosexual masculino: tomas ginecológicas, sólo se filma a la mujer, el hombre es falo (una imagen que se termina con su eyaculación). Sin embargo, hay otro tipo de producción que corre por los márgenes de Internet: la producción oriental, la feminista, el postporno, los GIFs de Tumblr, las cuentas de fotografías en Instagram, y lo que circula por otras aplicaciones. En casos como el de Camila (26 años, programadora), los dibujos ayudan más que las personas: “Prefiero ver animé porno o leer manga hentai (historieta erótica), sexo en dibujo animado japonés. Me da ideas y modos de jugar. Rechazo el porno no dibujado. En el animé hay cosas que son irreproducibles, exploran una barrera que el tradicional no. Lo veía mucho junto a mi ex pareja porque nos mostrábamos qué le gustaba a cada uno”.

Entre los dos de una pareja se interpone el lenguaje. Esa máxima psicoanalítica la trae Graciela Musachi, estudiosa lacaniana: “Que un objeto técnico se interponga es un tercero que está ahí, entre ellos, a veces facilita y otras no. Hay algo de exhibicionismo en juego, tanto cuando uno se filma como cuando lo mira, se exhibe el coito, quiere hacerlo existir, cuando lo que se ve es imposible, nadie lo hace como en la pornografía. Entonces no hay relación sexual, nadie lo hace así, es ficción. Y hay intromisión porque es una producción de masas, está tan expandido que nadie se puede sustraer de esa producción pornográfica. Cuando esto no existía masivamente, ¿qué pasaba en la cama? Se escenificaban ciertas fantasías, pero ahora todos los fantasmas están filmados, los tenés al alcance de la mano”.

La privacidad del porno se perdió entre los celulares y el wifi. /Daniel Roldán.

La privacidad del porno se perdió entre los celulares y el wifi. /Daniel Roldán.

Menos fantasía. Si mirar porno en pareja tiene como objetivo actuar como espejo, puede acotar la fantasía porque la moldea a parámetros establecidos por otras personas. Sin embargo, cada vez hay más mujeres que producen piezas XXX con otra mirada y, también, las miran. Antes, tal vez, el consumo de pornografía en pareja estaba reservada a la instancia del hotel alojamiento. María Riot, actriz porno argentina, protagonizó hace unos años una película con la productora alemana Four Chambers, la película Recursion. Ahí, en una orgía, cada participante se filmaba con su teléfono y la película es la puesta en escena de esas filmaciones. La adopción de lo amateur también responde a generar una sensación de excitación cercana a la experiencia personal del espectador. “Antes no había una representación de la práctica sexual ni el placer femenino que interpelara a la mujer en esa narrativa. Ahora sí la hay”, agrega Gino Cingolani de Poringa!

¿Enseña algo tanta pornografía? “Mi mujer mira algunas cosas por su cuenta y sabe que yo miro mucho, soy un coleccionista de pornografía. A veces miramos juntos pero poco y sobre todo al comienzo de nuestra relación. A mí me gusta esa idea de copiar y poner en práctica cosas que se ven en la pantalla, pero es también porque yo –y creo que casi todos los hombres heterosexuales– tenemos muy configurada nuestra subjetividad por el porno, vivimos rodeados de porno, con fácil acceso y la sexualidad real no es así.” (Amadeo, 33, historiador).

Son los hombres heterosexuales los que están en contacto con la pornografía desde temprana edad. A algunos los invaden desde chicos, antes de estar preparados, desde la primaria. Los años pasan y el porno sigue circulando por grupos de WhatsApp de cualquier edad. Tal vez la última gran forma de consumo sea el irónico o el gracioso, habilitado por los smartphones. El lado peligroso es la circulación de material privado sin consentimiento.

Hay tanta producción como consumidores posibles. La sexualidad no es únicamente en pareja y la pornografía se ofrece para todas las circunstancias de la vida. Puede ser un emancipador de mandatos o roles, abrir la mente a nuevas experiencias, pero también puede ser frustrante, puede cohibir, generando expectativas.

¿Se puede copiar todo lo que se ve en una porno? “Hay pornografía que despierta tu propia fantasía y hay otra, la más mainstream, que acota. Sobre todo lo veo en los hombres jóvenes que consumen de una forma abusiva, aunque los que vienen a verme son la excepción, los que tienen un problema”, dice Edith Martin, sexóloga. Y agrega: “No logran generar un deseo desde sí mismos. Su propia fantasía está inhibida por esas imágenes que están repetidas. El actor porno es eso porque tiene atributos que no son los del común de los mortales, y hay una cámara, luces, maquillaje. Nadie piensa que Iron Man es real, pero en cierta manera los hombres creen que así es el sexo”.

Como dice el Hombre Araña, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y si el porno es consumido con el fin de estimular, las parejas responden a ese juego. Si el consumo genera una expectativa de performance a la altura del rendimiento fílmico, el resultado puede ser frustrante. La producción de las propias piezas eróticas aparecen como un canal de excitación privada que, con los recaudos anti-viralización, modifican la representación del sexo hacia algo más accesible. “Miramos juntos para hacer algo distinto, alargar la previa, hacer que sea todo más lento”, cuenta Lucía, 32, emprendedora de moda. “Cuando estoy sola miro otras cosas, pero con él no me animo a lo más sucio. Es estimulador. Es ver algo que no haría pero que me encantaría hacer. Son imágenes que se me quedan en la cabeza para llegar al orgasmo”. Así es otra cosa…

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