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Políticas educativasSecretos de la educación en Finlandia: por qué tienen pocas horas de clase y son los mejores

Una escuela pública de Finlandia, donde todas son iguales y una entrevista a la ministra de Educación de Helsinki.Andan en patas. Seiscientos cincuenta alumnos de primero a noveno grado, en patas. Afuera, en la nieve, el sol a media asta no termina de subir cuando ya empieza a bajar. Dentro de la escuela, los chicos van en medias. Los docentes, en crocs. En sala de profesores se chusmea en lindos silloncitos. Es enero de 2020. En unos días todos hablarán del coronavirus. Acá es recreo. Estamos en Finlandia.

Ahora, en Buenos Aires. Es octubre de 2022. La nota sobre la visita a una escuela finlandesa se suspendió por la pandemia. Se escribe ahora, dos años y medio tarde, tras una charla con Marjo Kyllönen, funcionaria en un cargo equivalente al de ministra de Educación de Helsinki, quien vino a Buenos Aires para iniciar un posgrado docente en la Universidad de la Ciudad.Antes de la entrevista con Kyllönen (quien al final de estas líneas ahondará en el giro que dio su país para alcanzar la educación de excelencia que ostentan), Clarín compartirá la experiencia de caminar por los pasillos de una escuela finlandesa.

Es invierno y a las 3 de la tarde cae el sol en Jyväskylä, al norte Helsinki (Finlandia), donde Clarín visitó la Escuela Unitaria de Mankola.
Es invierno y a las 3 de la tarde cae el sol en Jyväskylä, al norte Helsinki (Finlandia), donde Clarín visitó la Escuela Unitaria de Mankola.

Conocer su funcionamiento y a los docentes. Entender qué vivencian los chicos. Los detalles que convierten a Finlandia en uno de los países con mejor educación del mundo.

Una simple escuela en el norte de Finlandia

Es enero de 2020. La ciudad es impronunciable: Jyväskylä. Está 270 kilómetros al norte de Helsinki (la capital) y 700 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico, región que por supuesto se llama Laponia y donde por supuesto vive Papá Noel.

En minutos, adentro de esta aula, varios chicos de 11 años enmudecerán frente a mi pregunta por la ubicación geográfica de Argentina. Luego harán una fiesta ante las sílabas mágicas “Me-ssi”.

Educación pública de primer nivel en la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.
Sector de lectura y para trabajar en grupo, en la biblioteca de la Escuela Unitaria de Mankola (Jyväskylä, Finlandia).
Sector de lectura y para trabajar en grupo, en la biblioteca de la Escuela Unitaria de Mankola (Jyväskylä, Finlandia).

Detalles de color, esté uno en Jyväskylä, Helsinki, en una escuela, hotel o centro comercial, al lado del inodoro siempre habrá una especie de portero eléctrico que en realidad es un duchador haciendo las veces de bidet.

Pero casi no hay baños públicos. Cuando hay, entrar requiere meter un euro en una ranura. En los baños de los aeropuertos finlandeses, la música ambiente son sonidos de aves.

Parte de la biblioteca de la primaria Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.
Parte de la biblioteca de la primaria Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.

Qué hace que la educación de Finlandia sea especial

Volviendo a la escuela, el proyecto que más los enorgullece hoy se llama ‘Schools on the move’, o escuelas en movimiento, iniciativa que se aplica desde hace unos años en todas los establecimientos del país.

Según Marjut, “en lugar de sentarse 45 minutos, o peor, 90 minutos -porque las clases ahora suelen ser dobles, para que haya tiempo de aplicar lo que se aprendió-, estimulamos a que los chicos se muevan físicamente mientras están en clase”.

Un paréntesis sobre las clases “dobles”. Hace unos años hubo un cambio en la duración de las horas cátedra que, si bien son de 45 minutos, se dictan (en la mayoría de los casos) de a pares corridos, incluso para los más pequeños.

Descalzos, un grupo de chicos de 11 años de la Escuela Unitaria de Mankola, en plena clase de español (Finlandia. Foto de enero de 2020).
Descalzos, un grupo de chicos de 11 años de la Escuela Unitaria de Mankola, en plena clase de español (Finlandia. Foto de enero de 2020).

Es decir, 90 minutos para una misma materia, seguidos por un buen momento de descanso, de media hora.

El diseño se contrapone al concepto (para ellos anticuado) de los cinco o diez minutos de recreo cada 40 o 45 minutos de clase. Y, vale aclararlo: todo lo que prueban/implementan los fineses está fundado en estudios científicos actualizados.

“Queremos que se muevan”, retoma Marjut, y aclara: “Usamos todos los métodos al alcance nuestro para activar físicamente a los estudiantes. Lo aplicamos en todas las materias, desde idiomas hasta matemática. Se mueven mientras tienen clase”.

Y agrega: “Por supuesto también nos sentamos, escribimos y leemos, pero la idea es practicar lo aprendido y hacer actividades que activen el cerebro a la vez que el cuerpo. Vamos a mostrarte”.

Los chicos finlandeses, en movimiento

Entramos a un aula alfombrada con gradas para la clase de español, idioma que estos chicos de 11 años eligieron, entre varias opciones.

Bajo la premisa de que activar el cuerpo permite pensar mejor, en Finlandia estimulan a los chicos a moverse dentro del aula (foto de enero de 2020).
Bajo la premisa de que activar el cuerpo permite pensar mejor, en Finlandia estimulan a los chicos a moverse dentro del aula (foto de enero de 2020).

“En lugar de sentarnos en pupitres con un manual, les voy a dar unas tarjetas con una nueva identidad: nueva edad, nombre y nacionalidad. Los chicos tienen que usar el español, recordar la pronunciación y los números del 0 al 100. Luego cambiaremos las identidades”, explica Marjut.

Los chicos se paran y arranca un barullo notable. Se mueven a gusto mientras charlan, actitud que (reflexiono) observé tantas veces en casa: los nenes que, para contar algo importante, espontáneamente se lanzan a caminar de acá para allá.

En un español en construcción, una nena le dice a su amiga: “¿Cómo te iamas?” La otra: “Me iamo Shtela”. Después: “¿Cuántos años chienes?”. Al rato Marjut grita “¡cambio!”.

“¡No podés esperar que un chico de quinto grado esté quieto! Ellos necesitan moverse cuando piensan. Moverse activa todo su sistema intelectual”, afirma.

Almuerzo gratuito para todos

Con el énfasis proselitista de la Asignación Universal por Hijo, la folletería de educación en Finlandia destaca el almuerzo gratuito, conquista de los años 80.

Todos almuerzan en la escuela, sin pedir beca ni tramitar nada. Lo llamativo: en Finlandia no existe la doble escolaridad.

El inmenso comedor (con almuerzo gratuito buffet) de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia (foto de enero de 2020).
El inmenso comedor (con almuerzo gratuito buffet) de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia (foto de enero de 2020).

Tampoco, realmente, el turno tarde. Los docentes dan clases a la mañana y a la tarde planifican. Se reúnen, proyectan. Los chicos van a la escuela, comen y vuelven a casa.

Saquemos cuentas. El promedio porteño (considerando chicos que van a jornada simple, completa y extendida) es de 6 horas diarias. Por año son 1.161 horas. En Finlandia son menos de 5 horas. Por año, 946.

Es como si en CABA tuviéramos un mes entero más de clases.

Y si se compara con el total de primarias de gestión pública de Argentina, en base al proyecto de Nación de subir a 5 horas la jornada simple, para 2023 los chicos de acá tendrán, en horas diarias, el equivalente a 18 días más de clases que sus pares finlandeses. Y sin embargo…

En una escuela de Finlandia, los oficios terrestres

Ahí está el inmenso comedor, con opciones buffet. Los chicos se sirven (¡siempre en medias!). Hay opciones nutritivas y no faltan calentitos hipercalóricos.

Afuera se sienten los 15 grados bajo cero. Marjut se ríe: “¡Es una suerte que no haga 30 bajo cero!”.

El aula de primaria donde se dicta el taller de arte y trabajos textiles de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.
El aula de primaria donde se dicta el taller de arte y trabajos textiles de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.

Pero la inversión en Educación se evidencia especialmente en otras instalaciones primermundistas dedicadas a un par de materias especiales.

Entro con Jarmo a un aula inmensa y luminosa para trabajo textil. Los chicos aprenden a usar máquinas de coser, a manipular aguja e hilo, a tejer, teñir, a hacer estampas.

Los trabajos textiles de los alumnos de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.
Los trabajos textiles de los alumnos de la Escuela Unitaria de Mankola, en Jyväskylä, Finlandia.

Algunos hicieron, con sus manos, las medias donde, en Navidad, Papá Noel -en vivo y en directo desde Laponia- les dejará regalos. También hay fundas de almohadones, muñequitos de tela y remeras intervenidas por los chicos..

Mesadas del tller de carpintería obligatorio para los chicos de las escuelas finlandesas.
Mesadas del tller de carpintería obligatorio para los chicos de las escuelas finlandesas.

Recorremos espacios enormes con maquinaria de carpintería, como en las escuelas industriales.

Me recuerdo a mí misma que estoy en una primaria común, en un pueblo que no llega a los 139.000 habitantes, en el norte finlandés. Balbuceo a media voz “… y todo esto, gratis”.

Juguete de madera hecho por alumnos de la Escuela Unitaria de Mankola, en Finlandia.
Juguete de madera hecho por alumnos de la Escuela Unitaria de Mankola, en Finlandia.

“Bueno, gratis no es», corrige Marjut, y apunta: «Se paga con nuestros impuestos”.

Entrevista con la ministra de Educación de Helsinki

Marjo Kyllönen es doctora por la Universidad de Tampere (Finlandia) y se desempeña como directora del área de Educación, Unidad de Desarrollo, de la ciudad de Helsinki.

En una entrevista con Clarín sobre la profunda crisis educativa argentina, la funcionaria recordó el giro que dio Finlandia al reformar su sistema educativo en los años 60, apuesta jugada que posicionó al país entre los más pujantes del mundo.

Marjo Kyllönen, directora del área de Educación, Unidad de Desarrollo, de la ciudad de Helsinki, capital de Finlandia. Foto Enrique García Medina
Marjo Kyllönen, directora del área de Educación, Unidad de Desarrollo, de la ciudad de Helsinki, capital de Finlandia. Foto Enrique García Medina

-En ránkings internacionales, Argentina suele estar entre los países con peor rendimiento educativo. Más del 30% de los chicos abandona el secundario y no puede omitirse que la mitad de los niños vive bajo la línea de pobreza. ¿Por dónde empezaría para gestionar un cambio en un país como este?

-Tras la Segunda Guerra Mundial, Finlandia comprendió que la inversión en Educación no era un costo. El lema era que nadie se podía quedar atrás. Mirar el sistema educativo fue una de las decisiones más inteligentes que tomó Finlandia. Tenemos menos de 6 millones de habitantes, por lo que hay soluciones difíciles de copiar, pero un elemento de nuestro éxito, no solo en Educación sino en Economía (porque Finlandia fue rankeado como uno de los países más innovadores y cada año somos considerados los más felices del planeta), fue mirar el sistema educativo. En los 60 se hizo una gran inversión, pensando en que estaba en juego el futuro de la sociedad.

-Acá todos hablan de “reformas”, pero son planes de corto plazo que mueren en la alternancia política…

-No es fácil, pero es una discusión que hay que dar. Si hablamos de reforma educativa, precisás discusiones en el ámbito político: decidir qué queremos ganar como nación. Nuestro gobierno cambia cada cuatro años también. La clave de la reforma finlandesa fue asegurar que todos, sin importar su procedencia, tuvieran el mismo tipo de educación. Para ello hubo una concientización de que el beneficio era social, no solo individual, y que requería consenso político.

-En Argentina, los docentes tienen salarios bajos. Hay analistas que asocian este fenómeno a cierto desprestigio social del rol del maestro, lo que luego impacta en las aulas. ¿Qué opina de esta relación?

-Es esencial. En Finlandia, la profesión docente es muy respetada y es una de las claves que llevó al país a educar a nuestros chicos para estar a la altura de los requerimientos del futuro. Una de las cosas que hace que los docentes sean personas respetadas es que nosotros confiamos en ellos. Si falta confianza, la discusión pública y el discurso sobre educación se vuelve no fructífero. Otra vez, volvemos a la importancia de cómo discutir la educación como nación. Los líderes pueden cambiar el curso de esto, si es negativo. 

Marjo Kyllönen, funcionaria en el cargo equivalente a ministra de Educación de Helsinki, capital de Finlandia. Foto Enrique García Medina
Marjo Kyllönen, funcionaria en el cargo equivalente a ministra de Educación de Helsinki, capital de Finlandia. Foto Enrique García Medina

-También se debate la formación docente, que acá suele ser terciaria y no universitaria. ¿Qué opina?

-En Finlandia eso cambió en los 70. La profesión docente fue removida de los estudios terciarios, hacia la universidad. Todos nuestros docentes de primaria o secundaria tienen master degree en Educación. Que los docentes estén altamente educados impacta mucho en el respeto por la profesión, porque para convertirte en docente tenés que acumular mayor conocimiento. Al estar más educados, podemos confiar en que ejecutarán todo su conocimiento y creatividad en el aula. Tener educación superior crea un círculo positivo el doble o triple de bueno.

-En la escuela de Jyväskylä que visitamos en 2020, los chicos solo iban al turno mañana, salvo los más grandes, que tenían jornada extendida. En Argentina se impulsa aumentar las horas de clase lo más posible, aun en los más chicos. ¿Qué opina?

-Lo común en Finlandia es lo que viste en Jyväskylä. El tiempo que uno pasa en la escuela no hace la diferencia. Nuestros chicos pasan menos horas en la escuela y, además, tienen menos tarea. Esta filosofía se basa en la comprensión de que el conocimiento no se gana solo con más tiempo en el ámbito académico. Tenemos investigaciones neurológicas que indican que agregar actividad física y artística en el horario de primaria o jardín hace que los chicos se sientan más libres, lo que tiene un impacto directo en su rendimiento posterior. Por ejemplo, en el pensamiento matemático. Con una jornada escolar larga, materia tras materia, el cerebro se sobrecarga. Al final del día no aprendés nada. No es nuestra opinión sino investigaciones que lo sostienen.

-Muchos docentes argentinos deben trabajar dos turnos para mejorar su salario. No les queda tiempo para planificar y reunirse con sus pares. ¿Qué opina?

-Si el maestro enseña 7 u 8 horas por día, no tiene tiempo para planificar con sus colegas. En Finlandia esto no ocurre porque los salarios son suficientemente buenos como para que no tengan que tener otro trabajo. Cuando pensamos en el mundo complejo de hoy y del mañana, se precisa cada vez más colaboración y coplanificación. Entendemos que los problemas y desafíos que el docente enfrenta en clase pueden ser muy difíciles si trabaja solo. Estamos invirtiendo mucho en la colaboración entre docentes. Los resultados que vemos en el feedback de alumnos y padres son muy positivos. Los docentes no se sienten solos.

-¿Cuánto tiempo destina a clases y cuánto a planificación un docente de una primaria pública allá?

-No tenemos horas seteadas de coplanificación, salvo un par por semana, obligatorias. Estamos discutiendo renovarlo, pero por ahora se basa en las horas frente a clase: 24 horas, si sos maestro de grado, y si das una materia, de 20 a 24 horas por semana. No hay una definición de cuánto se precisa para planificar. Depende de cada docente, pero todos entienden que hay que destinar un tiempo después de clase. La mayoría se queda en la escuela. Otros se juntan en otro lado. Nuestro contrato de trabajo es muy flexible.

-Tienen uno de los mejores sistemas educativos del mundo. ¿Cuál es su próximo desafío?

-Hay un desafío global, en relación a las habilidades y competencias para el futuro; debatimos mucho cómo aggiornar nuestra práctica. Otro gran desafío es la segregación, en relación con la inmigración. Hay estudios que indican que, en Helsinki, más del 20% de nuestros chicos de primaria no son nativos fineses. Muchos no tienen la misma formación académica. Lo tenemos abordar porque nuestra educación se basa en la igualdad. Nadie puede quedarse atrás.

 

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