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Empató con Rosario CentralRiver reaccionó a tiempo y llegó a los 18 partidos sin derrotas

Palavecino festeja con Girotti. El volante anotó dos golazos para el empate de River ante Central Marcelo Manera - LA NACION

El campeón perdía por los goles históricos de Marco Ruben, pero supo levantarse a tiempo para irse con un empate del Gigante de Arroyito.

Lo que parecía ser una tarde de mareo y de resaca terminó siendo una tarde de reacción ante la adversidad. Con el festejo en el Monumental de la noche del jueves y la madrugada del viernes encima, River visitó Arroyito para estrenar el primer título de Liga del ciclo de Marcelo Gallardo. Y se encontró con un Rosario Central incisivo y necesitado. Durante muchos tramos del partido no hubo paridad posible: la intensidad que propuso el local chocó de lleno con la pasividad de su rival. En ese marco, Marco Ruben aprovechó para desatar su propia fiesta: se lució con dos golazos para poner a su equipo 2-0 y se transformó en el máximo goleador del club en el profesionalismo con 99 festejos. Una tarde con tintes inolvidables que fue pinchada por un futbolista que no para de crecer: Agustín Palavecino, autor de su primer doblete en el club con dos bombazos en el segundo tiempo para sentenciar el 2-2 final.

Las realidades de los equipos eran totalmente opuestas. River jugó más de 60 minutos sin su velocidad habitual. A otro ritmo. Sin obligaciones, le costó encontrar los mejores destellos de su juego. Enfrente, Central salió a buscar el resultado como una verdadera final en su lucha por entrar a la Copa Sudamericana 2022. Así lo sintió también su público, que le dio un gran recibimiento al equipo y vivió cada pelota como si fuese la última.

El equipo del Kily González ahogó al de Marcelo Gallardo con intensidad, pierna fuerte y marca férrea para cortarle los circuitos. Pero también se propuso jugar para lastimar con Emiliano Vecchio como bandera. Siempre tuvo inteligencia para superar la presión que le proponía su rival.

Por momentos, el volante ofensivo de 33 años manejó el partido a su gusto. Con y sin la pelota. Se hizo cargo de la generación de juego de su equipo, mareó a los defensores y mediocampistas millonarios con sus giros y sus enganches y siempre fue una opción de pase con constantes desmarques y piques al vacío a pura aceleración.

Así llegó el 1-0 del Canalla. A los 28 minutos, el lateral izquierdo Lautaro Blanco jugó una pelota larga y filtrada por la banda izquierda para habilitar a Vecchio. Y el número 10 se sacó de encima a Robert Rojas con un movimiento espectacular para ingresar al área y asistir a Marco Ruben, quien definió de taco con su pierna izquierda y metió el 1-0 de caño ante Franco Armani. Un golazo deluxe para abrir el marcador.

Para el número 9 no fue un gol más. Con su festejo, había alcanzado a Waldino Aguirre en la tabla de goleadores históricos. “Olé, olé, olé, olé, Marco, Marco”, fue el grito de guerra de las cuatro tribunas del Gigante de Arroyito. Antes, durante y después del partido. Una verdadera fiesta que siguió en la segunda parte con su segundo festejo a los 13 minutos: otro desborde de Blanco por una banda derecha desprotegida por un endeble partido de Robert Rojas y un gran cabezazo de Ruben para sentenciar el 2-0 y ser el máximo artillero del club. Parecía un golpe de knock-out, pero River siempre tiene un as bajo la manga.

Lo mejor del partido

A lo largo de todo el partido, River tuvo más la pelota, pero se lo vio fatigado y hasta terminó el primer tiempo sin remates al arco por primera vez en toda la Liga: solo contó con cuatro tiros desviados. Todo un síntoma de las imprecisiones y la poca lucidez del Millonario. Al equipo del Muñeco le faltó esa famosa “frescura” que suele pedir el DT. Acostumbrado a jugar a pura explosión y dinámica en el mediocampo, anduvo con una marcha menos de la habitual, le costó construir sus jugadas habituales de peligro y se tuvo que sostener en la figura de Franco Armani para estar en partido.

Pero en la última media hora de juego todo cambió. El segundo gol del Canalla lo hizo despertar. Lo despabiló. Lo obligó a lavar su cara y mostrar otra imagen. El técnico buscó más presencia ofensiva con los ingresos de Jorge Carrascal y Federico Girotti, pero la llave del empate estuvo siempre en el campo: Palavecino. El número 8 fue el jugador más lúcido de River a pesar de las imperfecciones colectivas. Con cambio de ritmo, inteligencia para jugar la pelota y un guante en su pie derecho, fue el arma más interesante de un ataque deslucido en muchos tramos del juego.

Así, en siete minutos le dio el empate al Millonario. Primero, a los 23, con un gran remate de tres dedos desde la medialuna del área tras un gran pivote de Álvarez. Y luego, a los 30, con un bombazo desde afuera del área que se estrelló en el travesaño para inflar la red. Palavecino pateó cuatro veces y con dos de ellas destrabó el partido para hacer valer esa deliciosa pegada de media distancia que Gallardo fue a buscar en febrero cuando insistió por él para comprarle el pase a Deportivo Cali.

River rescató un empate en un contexto difícil y adverso, sostuvo su invicto de 18 partidos en el torneo, logró marcar goles en los 23 partidos jugados y se fue con una sonrisa de Rosario. Más allá del título, le siguen surgiendo motivos para festejar.

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