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Liga ProfesionalRiver le ganó a Boca un Superclásico que terminó a las piñas: gol de Borja a los ’92, provocación de Palavecino y batalla campal

Casco baja a Merentiel en un partido áspero. Foto: Emmanuel Fernández

Miguel Borja puso el 1 a 0 de penal a los 47 minutos del segundo tiempo y el partido terminó en escándalo. Así fue el duelo entre millonarios y xeneizes más caliente de los últimos tiempos.

Hay tumulto Superclásico. Todo se desdibuja en este final a pura corridas y golpes. Casi todos los jugadores de River y de Boca, más ambos cuerpos técnicos y agentes de seguridad arman una gran bola de gente. Ya hubo piñas y ahora todos se agarran de las camisetas, se invitan a pelear, se visten de guapos. Solo una persona permanece ajeno a todo: Miguel Borja, en la mitad de la cancha, contempla cómo el Monumental se mueve de acá para allá al ritmo de la canción. Y levanta las manos el colombiano, arenga a la multitud, sonríe mientras el resto está con los dientes apretados. Al cabo, el Colibrí es uno de los personajes estelares del duelo: anotó de penal el gol con el que River le ganó a Boca 1-0.

Fue un caos el final, una imagen triste. Tenía que mover Boca para disputar los últimos 2 minutos del duelo, pero casi no tenía jugadores. Darío Herrera había repartido rojas para los de adentro y los de afuera; y los visitantes la pagaron más caro porque Ezequiel Fernández, Nicolás Valentini y Miguel Merentiel estaban jugando. River solo perdió a Agustín Palavecino, el apuntado por todos los visitantes. Así, no tuvo con qué ir a buscar el empate Boca. También conviene decir que, estando once contra once, los comandados por Jorge Almirón hicieron muy poco para ganar.

Se especuló en la semana sobre la manera con que jugaría Boca en el Monumental. Por los antecedentes previos, una posibilidad era que Jorge Almirón mandara a atacar a sus dirigidos. La otra alternativa que se barajaba era que se plante de contragolpe, con Luis Advíncula y Sebastián Villa. De ninguna manera se pensó que Boca se defendería tanto en Núñez,

¿Está mal defender? Por supuesto que no. Es una de las muchas variantes que puede regalar un partido de fútbol. Acaso pensó Almirón que manteniendo el cero en su arco iba a provocar la desesperación del local y así hallar espacio para alguna corrida de Sebastián Villa. Pero al colombiano le quedó lejísimos el arco de Franco Armani y tan solo provocó algo en la última jugada del primer tiempo, cuando Enzo Pérez se ganó la amarilla por derribarlo.

Así terminó todo tras el festejo desmedido de Palavecino. Foto: Emmanuel Fernández
Así terminó todo tras el festejo desmedido de Palavecino. Foto: Emmanuel Fernández

Optó por un 5-3-2 bien compacto Almirón, con los laterales contenidos y con la línea de 3 centrales no tan replegada. La distancia entre los zagueros y Vázquez no fue enorme. No pasó al ataque ni una sola vez Valentín Barco en la etapa inicial. Advíncula sí llegó hasta tres cuartos para mandar un centro improductivo. Boca no pateó al arco en los primera parte sencillamente porque no se lo propuso.

Martín Demichelis realizó una pequeña modificación en el esquema: esta vez fue 4-2-3-1, con Nicolás De la Cruz por la derecha e Ignacio Fernández de enganche. Esa movida tuvo una clara idea: atacar a la espalda del juvenil Barco. Y desde ahí llegaron las mejores acciones del local porque los futbolistas se alternaban para ir a perforar ese espacio. Fueron Casco, De la Cruz, Aliendro, Fernández y Beltrán. Pero le faltó finalización al conjunto millonario. La manejaron muchos los mediocampistas, aunque no encontraron el pase final. La posesión del 69 por ciento pinta lo que fueron los primeros 45 minutos. Aunque conviene no agrandar las cosas: River tampoco hizo enormes méritos como para ponerse en ventaja, más allá de manejar el balón y asumir el protagonismo. No tuvo grandes atajadas Sergio Romero y Franco Armani no la tocó. Chiquito se esforzó algo para taparle un par de remates lejanos de Nacho Fernández, el mas participativo de los locales. Beltrán contó con un cabezazo claro, pero le erró al arco. No hubo mucho más.

Y se metió mucho, claro. Eso no podía faltar. Darío Herrera repartió 7 amarillas en esa etapa inicial; la primera para Aliendro fue a los 4.

En el complemento, Boca se adelantó unos metros y River se quedó sin piernas. Se hizo más parejo el trámite. Igual, el local siguió teniendo el protagonismo. Romero le sacó una pelota difícil a De la Cruz, que llevaba destino de golazo.

Fue más ambicioso Demichelis que Almirón. Los cambios de uno fueron ofensivos, mientras que los del otro fueron para mantener lo establecido. Y la aparición de Pablo Solari por Aliendro fue fundamental. Micho entendió que tenía que tenía que continuar atacando la espalda del juvenil Barco. El cordobés metió un tiro en el palo y a él le cometieron el penal -finito- que Borja cambio por gol.

¿Boca? Demasiado pobre, sin grandeza. Milton Casco tuvo un buen cierre cuando Villa quedaba mano a mano y el colombiano probó dos veces a Armani desde lejos, una con un tiro libre. Fue todo lo que realizó en 90 minutos.

Llegó el penal de Sandez a Solari, el gol de Borja, el abrazo entre Demichelis y su hijo Bastian, los festejos y el escandalo a pura roja. No se merecía el duelo un final así. Pero si alguien merecía triunfar por lo hecho en cancha, ese era River.

 

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