Salud

David Sabatini Premio por develar los engranajes de un proceso que alarga la vida

 La Isla de Pascua, famosa por sus moáis, guardó hasta hace alrededor de tres décadas un tesoro farmacológico insospechado. En 1975, una expedición científica descubrió en su suelo una bacteria que produce una molécula capaz de inhibir el crecimiento de tumores, reducir la actividad del sistema inmunológico y combatir los hongos. En honor a su origen se la bautizó «rapamicina» (por el nombre tradicional de la isla: Rapa Nui) y desde entonces crece el entusiasmo por sus poderes: en ratones y en otros organismos, se mostró que alarga la vida. Ahora, junto con Michael Hall, David Sabatini (hijo del científico argentino del mismo nombre radicado en Nueva York y cuyas investigaciones le valieron el Premio Nobel a Günter Blobel) acaba de recibir el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, dotado de 400.000 euros, por develar cómo actúa esta droga.

«No sé si lograremos alargar la vida, pero creo que moléculas como la rapamicina disminuirán los males del envejecimiento», afirma en un fluido español desde Alemania, durante un alto en su ajetreada agenda.

-¿Cómo llegó a estudiar la rapamicina?

-Empecé cuando todavía era un estudiante en la Universidad Johns Hopkins. Estaba en el laboratorio de Solomon Snyder, gran neurocientífico, farmacólogo y psiquiatra. Él nos daba total libertad y teníamos esta droga, que ahora es bastante famosa porque tiene efectos antienvejecimiento, pero no se sabía cuál era su mecanismo de acción. Empecé a estudiarla y eso llevó al descubrimiento de una proteína, que ahora llamamos mTOR. Pudimos ver que es el engranaje clave entre la disponibilidad de nutrientes de un organismo y su capacidad de crecer. Es decir, ajusta toda la fisiología del organismo a si uno está en estado de ayuno o alimentado. Desde hace mucho se sabe que un animal que recibe un 70 o un 80% de calorías menos de lo que comería ad libitum vive más, y lo que hace la rapamicina (inhibiendo mTOR) es que el organismo piense que no comió mucho. Sol era una persona muy generosa y cuando empecé mi propio laboratorio me dejó llevar ese proyecto al Whitehead Institute y al MIT. Ahora, la mitad del laboratorio trabaja en mTOR, pero desde principios de los años noventa hasta ahora identificamos más de 30 proteínas que trabajan juntas para crear lo que nosotros llamamos una vía de señalización.

-¿El efecto antienvejecimiento depende de esta proteína o puede atribuirse a otros procesos?

-La rapamicina, que ya desde hace unos años se usa en trasplante de órganos, en cáncer y también en cardiología (para prevenir la reestenosis o reducción del diámetro del vaso sanguíneo cuando se coloca un stent), se une directamente con mTOR, pero otras proteínas trabajan on ella. El efecto antienvejecimiento es seguro por mTOR. Y no es difícil entender por qué. Cuando un organismo, ya sea le faltan nutrientes o esté bien alimentado, tiene que ajustar casi toda su fisiología. Nosotros casi siempre tenemos demasiada comida. Pero en nuestra historia hubo períodos en los que tuvimos que hacer ayuno durante mucho tiempo. Y es esta proteína la que ajusta toda la fisiología a si uno está en un estado de ayuno o alimentado. La rapamicina inicia un programa que es similar a lo que ocurre si uno hace una dieta con menos calorías y menos nutrientes. De hecho, muchos de los efectos de la dieta en el envejecimiento parecería que también funcionan por mTOR. Ya es algo aceptado que inhibirla (como hace la rapamicina) alarga la vida.

-¿Tiene algún efecto en el peso?

-En general, no. Y no es algo que uno puede usar sin prescripción, porque tiene efectos adversos. Pero va a haber drogas mejores.

-¿Piensa que en el futuro se podrían indicar para prevenir los males del envejecimiento incluso en personas sanas?

-Obviamente, un ensayo clínico cuyo punto final sea averiguar si alguien vivirá más o menos nunca se va a hacer, porque llevaría décadas. Duraría toda la vida. Ningún investigador puede hacerlo. Pero lo que creo es que se van a estudiar diferentes sistemas fisiológicos y se verá si aminoran algunos defectos que uno ve en la vejez. Ya se han probado algunas versiones y se mostró que tienen efecto, por ejemplo, en el sistema inmunológico. Me parece que eventualmente vamos a usar no precisamente la rapamicina, pero sí otras drogas que modulan mTOR.

-¿Cuáles son los efectos adversos?

-Uno es la inmunosupresión, que la hace útil para los trasplantes de órganos. Pero lo que a la gente le molesta más es lo que se llama «estomatitis», ampollas en la boca. Eso molesta, aunque se va después de un tiempo de tomarla. Mi visión es que tendremos mejores drogas, que esperemos que no tengan esos efectos.

-Usted dice que no la toma. ¿Por qué?

-Hay algo muy importante. Si uno lleva una vida saludable, no come demasiado, hace ayuno intermitente… ¿cuánto podría ayudar la rapamicina? Porque, al final, lo que hace es copiar estos estados del organismo. Hay que tener precaución. Nosotros se la damos a animales que viven dentro de una jaula, están deprimidos, comen mucho porque no tienen nada que hacer. ¿Cuán similar es eso a un humano que hace actividad física, trata de no comer desayuno y se cuida en la dieta? Voy a esperar nuevas versiones de esta droga, que van a tener menos efectos tóxicos.

-¿Cómo es tener un padre también científico y tan destacado?

-Viajé muchísimo con mi papá, fue una gran parte de mi niñez. Tenía estándares muy altos, pero lo más importante, tanto para mí como para mi hermano (Bernardo, brillante neurocientífico de Harvard), es que lo veíamos hacer algo que lo apasionaba. Trato de hacerlo con mi hijo, de nueve años, y también viajo mucho con él. Que él vea que tiene un padre que a veces trabaja demasiado, pero lo hace porque encontró algo que le gusta hacer..

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