Policiales

Norte GrandePolicías salteños dispararon desde un patrullero y arrancaron un ojo a un militar

La agresión se produjo en el barrio Norte Grande, pasadas las 23 del miércoles.El soldado voluntario tiene dos hijos. Vino tras la orfandad de sus sobrinos.

En medio del debate acerca de la seguridad pública y los excesos policiales, en la noche del miércoles, pasadas las 23, un militar perteneciente al cuerpo de Infantería del Ejército Argentino fue baleado en un ojo arteramente y sin razón aparente en una esquina del barrio Norte Grande.

Testigos reconstruyeron junto a la esposa del militar baleado, Magalí Vargas (23), los pormenores de la insólita e imperdonable agresión, que no tiene un antecedente cercano en el tiempo, ya que la misma se produjo desde un móvil policial en movimiento.

Vargas relató ayer en primera persona lo que tuvo que sufrir para hacer atender en un hospital público a su esposo, ya que le denegaron atención en el hospital Papa Francisco, por lo que fue trasladado hacia el San Bernardo. Al llegar el herido a ese lugar, no había médicos oftalmólogos de guardia.

El militar, identificado como Néstor Ávalos, de 25 años, permaneció durante casi 12 horas sangrando del ojo izquierdo, hasta que a las 11 de ayer fue intervenido quirúrgicamente para retirarle el globo ocular estallado por el ingresó del proyectil.

Al respecto, su esposa dijo que tuvo toda la noche esperando la llegada de algún médico. «No me dejaban ver a mi marido y me decían a cada rato ya llega el médico, mientras mi esposo se encontraba en camilla en el interior de la guardia.

No sabía qué hacer ni a quien recurrir», relató.

«Lamentablemente, me informaron que perdió un ojo y inmediatamente me di cuenta de que también perdió su carrera militar, y que quizá nos quedemos sin sustento. No sé qué vamos a hacer», dijo.

La verdad

Magalí Vargas relató anoche que su esposo fue a la casa de su padre para asistirlo y comprarle medicamentos: «A las 23 (del miércoles) o pocos minutos más salió de la vivienda que se encuentra al lado de un negocio en barrio Norte Grande cuando pasó un patrullero de la Policía de la Provincia -eso lo afirmó mi esposo y los testigos- y desde el interior del vehículo salió un fogonazo y una perdigonada contra la persona de mi marido que recibió proyectiles en su ojo izquierdo».

«Los policías no se detuvieron, lo vieron caer y quedar tendido, siendo los vecinos los que lo cargaron y asistieron a mi marido. Cuando llegamos al hospital Papa Francisco llegaron cinco patrulleros y los policías nos decían que mi marido había estado tomando, que se hallaba ebrio», relató.

«Ensangrentado y todo, con todo el dolor que supone la herida recibida les contestó que le hagan la alcoholemia y todas las pruebas, pero de atención nadie habló», dijo.

«Así nos derivaron al San bernardo a padecer una atención que llegó seis horas después. Qué puedo hacer, tengo dos chicos, y dos sobrinos a cargo y toda la mañana y la tarde buscando testigos, denunciando un acto que no puedo imaginar que sea cierto», agregó.

«Ya hice las denuncias sobre lo ocurrido pero ya ve, nadie se acercó para esclarecer esta barbaridad, que nos pone al borde de perderlo todo. Exijo justicia y una explicación, al menos para seguir viviendo», cerró.

Vino desde el sur para ser baleado en Salta

 Magalí Vargas relató que desde hace cinco años está junto al Néstor, y que desde que ingresó al Ejército Argentino el joven estuvo destinado en Comodoro Rivadavia (Chubut).
“Hace dos años falleció su madre y poco después su hermana sufrió una muerte súbita, a los 26 años. Mi cuñada dejó dos nenes menores, sin padre y sin abuela.
Decidimos entonces hacernos cargo de ellos, para que no quedaran en orfandad absoluta.
Pidió por esas razones el traslado a esta provincia.
Llegamos y nos hicimos cargo de los chicos, y estábamos haciendo planes hasta que pasó todo esto, que no puedo terminar de entender cómo y menos el porqué.
Conseguí los testigos y todos me dijeron del patrullero, que disparó en movimiento y se retiró rápidamente.
Lo describieron como uno que tiene barandas de metal. 
No sé cómo hacer, adónde recurrir.
Al hospital papa Francisco lo llevó un vecino en moto. 
Todo eso, y recién desde allí en ambulancia al San Bernardo.
Cuando llegamos al hospìtal al menos cinco móviles policiales se dieron cita, para qué, no lo sé”. 

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