Opinión

PASO 2017 en Salta: La Biblia y el Calefón…

La confusión que reina en los ciudadanos salteños respecto de los precandidatos para estas elecciones PASO 2017 en la provincia, es mayúscula.

Cuando se le consulta a cualquiera de ellos sobre si se interesa por conocer propuestas y sobre quiénes son los que las formulan, casi todos, un promedio muy alto en realidad, comentan que no les atrae hacerlo porque “todos dicen lo mismo” y aseguran que con sinceridad, “no le creen a ninguno”.

Ampliando conceptos, cuentan que están desencantados “con la política” y eso representa una gravedad extrema porque dicen “la política” y no “los políticos”.

“Ya no sabemos quién es quién y adónde están ubicados”, argumentan buena parte de ellos y amplían diciendo: “Antes sabíamos que fulano era de tal o cual partido y que sería imposible que si jugaba para el partido A en la próxima elección jugara para el partido B, pero ahora está todo mezclado y eso está diciendo que en realidad no hay compromiso con los ciudadanos”, afirmó una señora muy enojada cuando le preguntamos si se informaba sobre la marcha electoral.

Nunca antes como ahora, aquello de la “Biblia y el Calefón” se instaló en el terreno de lo tangible.

Francis Fukuyama escribió hace mucho ya que asistíamos al fin de las ideologías y los precandidatos salteños, muchos años después, se encargaron de darle la razón al politólogo estadounidense de origen japonés al pasar “sin tocar tronera” de una idea a otra, de una postura a otra, solamente en el afán de no quedar marginado del proceso electoral que estamos transitando.

Radicales “peronizados”; peronistas y radicales “macrizados”; radicales y peronistas  “olmedizados”; outsider y críticos acérrimos de la política ocupando los primeros lugares en las boletas electorales; fascistas travestidos de demócratas improvisando discursos y besando chicos y ancianas a mansalva en los barrios y villas pauperizadas de Salta, son la patética imagen de lo que es este escenario electoral provinciano.

La mayoría de los “camaleonizados”, han tenido que recurrir a explicaciones la mayoría de las veces tragicómicas, para explicar el porqué de sus presencias en frentes electorales o partidos a los que hasta no hace mucho tiempo atrás descalificaban en durísimos términos.

Convencidos  que con sus falaces argumentos convencen a ciudadanos a los que consideran simples habitantes, ganan camino en la campaña, ilusionados muchos de ellos en que conseguirán el piso del 1,5% de votos que exigen las PASO para seguir así su marcha hacia la elección general de Octubre.

Carentes de convicciones y con el sólo objetivo de lograr un “conchabo” bien remunerado y que no signifique poner demasiado el “lomo”, intentan timar a la mayor cantidad de votantes para llegar a su meta.

“Son una especie que cree que ellos son los únicos vivos y los demás son todos giles a los que se les puede vender, como verdaderas golosinas, chupetines de madera saborizados con azúcar impalpable, pero seguramente terminarán estrellados contra sus propias fantasías”, fue el duro comentario escuchado en una mesa del mítico Bar Tribunales.

Hoy el ciudadano de a pie se siente alejado de la política a causa de “chantas y oportunistas” que lograron beneficios propios disfrazados de dirigentes políticos comprometidos y preocupados por lo que les pasa a los más vulnerables sobre todo.

No han sido pocos los que dijeron que habrá que revisar la utilidad o no de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, porque consideran que así como están ahora sólo sirven para minar la confianza ciudadana en la Democracia misma.

“Se ha desnaturalizado el espíritu de las PASO. Habría que volver al sistema de internas. No puede ser que cualquier sello de goma salga a competir como si fuera un verdadero partido político”, fue la reflexión de un dirigente peronista que supo ocupó bancas legislativas en la década de los ’80.

La elección de Agosto será un tamiz que dejará a varios en el camino, pero aún así habrá que ver si las Primarias ayudan a consolidar la vida democrática.

Pero el ciudadano, aún en su descreimiento actual, espera que el hecho de ir a elegir, votar, cada dos años, le ayude para que su calidad de vida se optimice.

Habrá que esperar que sea la propia clase dirigente política, aunque sea para salvar su propia existencia, encuentre pronto los caminos que le ayuden a la gente “de carne y hueso”, como afirma uno de ellos, a tener fe en quienes, dicen, se van a ocupar de mejorarles cada uno de sus días porque así como están las cosas por este tiempo, no les sirve.

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