Opinión

Análisis“Oyarbide, Canicoba Corral y otros…”

Norberto Oyarbide y Rodolfo Canicoba Corral

Por Carlos Saravia Day

Los Poderes Legislativo y Judicial a raíz de la pandemia se hallan en crisis, esto es: sometido al juicio público sub judice, que esto significa crisis.

Pueden hallarse en crisis las personas y no las instituciones, cosa poco grave, o la institución y no las personas, cosa grave o entre ambos términos personas e instituciones y entonces se ha llegado a una fase perentoria y funesta. Los epidemiólogos suben y bajan las fases, según la circulación del virus y la opinión pública lo hace conforme al grado de virtualidad de las instituciones. La Iglesia ha tenido épocas de degradación y simonía agusanada y pútrida, y sin embargo ha subsistido gracias a su innegable virtualidad.

Tanto el Poder Legislativo como el Judicial están perdiendo aceleradamente su virtualidad por falta de efectivo funcionamiento, por aquello de que la función hace al órgano.

Mientras haya justicia y todavía queden jueces en Berlín (jueces independientes) habrá República. Importa más que la Ofelia de aquél Hércules de paja o la Dalila de aquél Sansón de alfeñique.

Como sostenía Rafael Bielsa: “Aunque todo ande mal, puede llegar a andar bien, pero si la justicia anda mal, todo terminará andando mal”.

La justicia simbolizada en la diosa de los ojos vendados sostenía con la mano izquierda la balanza y con la derecha la espada desnuda, quedó en la tierra como recuerdo de la edad arcádica pues se fugó de la tierra, por no aguantar el maltrato de los hombres. La diosa virgen se instaló en la constelación Virgo no sin antes dejar la balanza en la constelación Libra. Hoy está convertida en horóscopo que sólo Orangel puede adivinar.

Diké o Themis para los griegos y Astrea para los romanos no regresó a este mundanal ruido, pero envía destellos con su espada flamígera del mensaje que dejara: “Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”.

Muchos milenarios después de su fuga y cambio de domicilio, Rodolfo von Ihering tituló su obra “La lucha por el Derecho” y lo hizo con certera elocuencia. Otro alemán, Goethe, sostiene que sólo merece la libertad y la vida aquél que día a día sabe conquistarlas.

Si María fue “Virgo potens”, Astrea se convirtió en “virgo impotens”. Ahora los argentinos debemos hacerla pasar de la potencia al acto.

En nuestro país se acuño el dicho ejemplar “En tiempos del juez Bermejo”. Antonio Bermejo fue presidente de la Corte de Justicia de la Nación entre 1909 y 1929, concurría a su trabajo en tranvía y era reconocida su contracción al trabajo y el acierto de sus decisiones. Recuerda Octavio Amadeo que la Corte tenía una tradición de modestia y pobreza que elevaba su dignidad. Otro juez como Bermejo, Alfredo Orgaz en 1959 renunció por “cansancio moral”, dando un ejemplo de integridad.

Las antiguas leyes españolas llevaban al extremo el escrúpulo de preservar la independencia de los oidores que no podían casarse ni tener intereses o concurrir a reuniones sociales en sus jurisdicciones, estando en ejercicio de su cargo.

Sanas costumbres del derecho indiano, origen de la división de poderes y de la independencia de los jueces, de aquellos jueces que vivían como Catón y morían como Sócrates. Alberdi sostenía con razón que una buena costumbre política vale más que cien constituciones bien escritas.

Qué lejos están los Oyarbide, Canicobas Corral y otros de los oidores, y más recientemente de los Bermejos y de los Orgaces.

Será Justicia.

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