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TenisOtro papelón de Nick Kyrgios: rompió dos raquetas y escupió tras perder en Cincinnati

Nick Kyrgios, of Australia, reacts during a match in the Citi Open tennis tournament against Norbert Gombos, of Slovakia, Friday, Aug. 2, 2019, in Washington. Kyrgios won 6-3, 6-3. (AP Photo/Nick Wass)

esta altura, pocas cosas pueden sorprender de Nick Kyrgios. El australiano, talentoso y temperamental, volvió a ser protagonista en la jornada nocturna del miércoles en el Masters 1000 de Cincinnati. Y nuevamente por su mala conducta: el número 27 del ranking perdió con el ruso Karen Khachanov por 6-7 (3-7), 7-6 (7-4) y 6-2, en otra noche escandalosa en la que fue protagonista exclusivo por sus reacciones desubicadas.

Después de perder el último punto del partido con una doble falta, Kyrgios saludó a su vencedor mientras mascullaba improperios, le negó el saludo al umpire Fergus Murphy, lo insultó («you fucking tool») y escupió en dirección a la ubicación del juez de silla, en el final de una noche caliente, en la que el australiano destrozó dos raquetas, se trenzó en varias discusiones con el árbitro del partido y recibió dos warnings (advertencias).

Reconocido por su carácter volátil, Kyrgios venía de cumplir una excelente actuación en el ATP de Washington, donde se consagró campeón, mientras que la semana pasada tropezó en su debut en el Masters 1000 de Canadá en Montreal. En Cincinnati le había ganado en el estreno al italiano Lorenzo Sonego, y como era de esperar, su partido ante Khachanov fue elegido como el principal de la sesión nocturna del miércoles. Prometía ser un cotejo atractivo.

Sin embargo, Kyrgios volvió a mostrar su cara irascible. Después de perder el segundo set con Khachanov, empezó a discutir con Murphy. En un descanso, pidió un break para acudir al baño, el cual le fue denegado, pero de todos modos dejó la cancha y se llevó dos raquetas. Volvió medio minuto después, luego de destrozar las dos raquetas en el corredor de ingreso a la cancha. En el medio, el umpire advirtió: «Time» («tiempo»), en referencia a la obligación de jugar tras el descanso cumplido.

Luego de recibir una segunda advertencia por demorar, Kyrgios se quejó: «¿Por qué? Yo estoy aquí, estoy listo. Él puede sacar». Y se dirigió a su rival: «Sacá, no me importa», mientras ajustaba el cubre grip de su raqueta. Del otro lado, Khachanov esperó con paciencia que su adversario estuviera en condiciones de jugar.

El australiano continuó su batalla verbal contra Murphy durante todo el tercer set, con insultos constantes hacia el juez de silla. «El peor umpire de la historia» («worst fu… ref ever»), gritó, para finalizar luego de la derrota con más improperios y el salivazo en dirección al árbitro.

Hace un largo rato que Kyrgios se convirtió en un enigma indescifrable para el circuito. El australiano puede combinar encuentros dignos de un Top 5 con partidos en los que se «quema» mentalmente y pierde de manera bochornosa, tal como sucedió con Khachanov.

En mayo de este año, el australiano había tenido el dudoso honor de ser descalificado del Masters 1000 de Roma luego de arrojar una silla en medio de la cancha como corolario de una serie de conductas antideportivas (abuso de pelota, primero; abuso de raqueta, luego) que lo empujaron a recibir la máxima sanción. Una mancha más para un jugador que ya había sido suspendido por dos meses en 2016 por «jugar a desgano» e insultar a los espectadores en el Masters 1000 de Shanghai. El mismo que en otra oportunidad buscó provocar a Stan Wawrinka durante un partido con una frase soez referida a la novia del suizo, y en otras ocasiones arrojó raquetas al aire o al piso, o pelotazos que podrían haber lastimado a alguien. Imprevisible.

¿Qué hacer con un jugador con estos modos? La ATP lo sancionó en Roma con una multa de 20.000 euros, más la quita del prize money ganado (33.635 euros), la obligación de pagarse los gastos de alojamientos en la capital italiana y la imposibilidad de sumar los 45 puntos que le correspondían por jugar la segunda ronda, etapa en la que se despidió del Foro Itálico. No parece mucho para alguien que acumula más de 7 millones de dólares solamente en ganancias oficiales. Lejos parece estar Kyrgios de haber aprendido la lección.

Tras aquel escándalo en Roma, el noruego Casper Ruud, ganador del australiano en ese partido, estimó que «no parece que nada lo haga cambiar. La ATP debería hacer algo. Estoy seguro de no ser el único que piensa que debería ser suspendido al menos durante medio año. Hace lo que se le da la gana».

¿Podría ser castigado con más rigor por tantas impertinencias? Parece difícil: para los torneos un jugador como Kyrgios es una enorme atracción, capaz de atraer multitudes, incluso a despecho de no saber con qué versión del australiano se encontrarán, si el talentoso capaz de poner en aprietos a los mejores del mundo o al insolente que «tira» los puntos y no ve la hora de irse. El circuito tiene figuras, pero no abundan los personajes como el australiano, y eso suma para sea considerado una atracción singular más allá del ranking que ocupe. Y, al fin de cuentas, no está de más recordar que el más perjudicado por estos problemas es el propio Kyrgios, que nunca termina de explotar la facilidad que tiene para jugar un tenis vistoso y efectivo, y se pierde a cada rato en sus laberintos internos.

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