Cultura

Nuevo escándalo de pedofilia: “Michel Foucault abusaba de niños en Túnez”, dijo Guy Sorman

El ensayista denuncia al filósofo francés, cuya conducta en los años 60 calificó de “repugnante, moralmente horrible”; lamentó no haberlo hecho antes y advirtió que no debe ser “cancelado”
El tabú sobre los abusos sexuales y la depravación de algunos intelectuales franceses se fisura cada día un poco más. Después de los libros sobre la pedofilia del escritor Gabriel Matzneff o del incesto del politólogo Olivier Duhamel, revelado en enero por su hijastra, Camille Kouchner, he aquí otro ícono de la izquierda parisina que resulta atrapado por su historia: el filósofo Michel Foucault.

El que lo denuncia es uno de sus amigos, el ensayista, economista y periodista francés Guy Sorman quien, después de haber evocado fugazmente en varias ocasiones esas bajezas, rompió el silencio el 10 de marzo en la televisión francesa, cuando fue a promocionar su reciente libro, Diccionario del Bullshit, donde también se refiere al escándalo. Luego, el escritor se refirió al tema esta semana en la prensa británica, en un artículo titulado “Michel Foucault abusaba sexualmente de niños en Túnez”, en los años 1960.

Sorman acusa a Foucault de pedofilia y de haber aprovechado la impunidad que le procuraban las autoridades tunecinas, un favor con el que no podría haber contado en su propio país. En Francia, desde 1945, la ley sobre la protección de menores considera, en efecto, un delito las relaciones de un adulto con un niño menor de 15 años. Una ley que fue, sin embargo, escasamente aplicada, porque una casta de artistas e intelectuales se consideraba una auténtica aristocracia por encima de las leyes y las reglas de la moralidad.

“Repugnante, moralmente horrible”, las palabras utilizadas por el ensayista son inequívocas cuando evoca los actos de Foucault, que murió en 1984. Por entonces Sorman pasaba sus vacaciones de Pascuas en el pintoresco pueblo de Sidi Bou Said, cerca de Túnez, donde Foucault se había instalado en forma permanente.

-“Para ser claros. Según usted, Foucault era un pedófilo, lo que nunca se dice cuando se habla de él”, le preguntó Karim Rissouli, presentador de la emisión de televisión de France 5.

-Eran cosas perfectamente repugnantes con niños pequeños. De una fealdad moral extrema…”, respondió Sorman.

El ensayista, de 77 años, reservó los detalles más escabrosos para la prensa británica: “Los niños le corrían detrás diciendo ‘¿Y yo? ¿Y yo? ¡Llevame a mí!’. Tenían ocho, nueve o diez años. El les tiraba unos billetes y les decía ‘nos encontramos a las 22, en el lugar de siempre’”, relató, precisando que se trataba del cementerio de Sidi Bou Said. “Hacía el amor con los chicos entre las lápidas. La cuestión del consentimiento ni siquiera se planteaba”, agregó.

Según Sorman, Foucault nunca fue incomodado por la justicia debido a la dimensión racial de su comportamiento. “Nunca habría osado hacer una cosa así en Francia. En todo eso hay una dimensión colonial. Un imperialismo blanco”, agrega en un mea culpa inexplicablemente tardío, ya que los hechos remontan a medio siglo atrás.

En caso de que fuera cierto, todo es condenable y abyecto en este nuevo escándalo. No solo lo es la pedofilia y el cinismo de Michel Foucault, también lo es el silencio de aquellos que lo consideraban una vaca sagrada y, sobre todo, la cobardía de las autoridades tunecinas de entonces, que permitían sin intervenir que sus niños fueran abusados por un pedófilo.

Ninguno de esos responsables podría justificarse afirmando no saber pues, en el Estado policial tunecino de los años 1960 todo se sabía, y sobre todo en un pequeño pueblo como Sidi Bou Said, donde los extranjeros residentes y los turistas eran vigilados día y noche.

«Tengo una gran admiración por el trabajo de Foucault. No invito a nadie a quemar sus libros. Simplemente a comprender la verdad sobre su personalidad»

Pero “Foucault no debe ser cancelado”, afirma Sorman, refiriéndose a esa corriente de moda en los círculos intelectuales estadounidenses que marginaliza a todo sospechoso de actos considerados políticamente incorrectos.

“¿Qué hacer con las obras del pasado? ¿Habría que descolgar los cuadros de Gauguin de los museos porque abusaba de adolescentes tahitianas? ¿Quemar los libros de André Gide, pedófilo confeso? ¿Dejar de enseñar la filosofía de Michel Foucault? ¿Y qué hacer con los antisemitas? Uno de los más grandes escritores del siglo XX, Louis-Ferdinand Céline, fue un antisemita notorio. Pero su obra es incontestablemente monumental”, escribió Sorman en una columna publicada el 2 de enero de 2020, un año antes de estas revelaciones.

“Tengo una gran admiración por el trabajo de Foucault. No invito a nadie a quemar sus libros. Simplemente a comprender la verdad sobre su personalidad. Y en qué forma ciertos filósofos usaban sus argumentos para justificar sus pasiones y deseos. Foucault estaba convencido de que esa actitud le permitía hacer todo lo que quería”, argumenta.

Sorman lamenta, en todo caso, no haberlo denunciado entonces. “Creo que es importante saber si el autor era o no un inmoral. Lo que hacía Foucault con los niños pequeños en Túnez, que yo vi y me reproché siempre no haber denunciado, no me conduce a rechazar su obra, sino a mirarla en forma diferente”, concluye.

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