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Materno InfantilNo hubo milagro: le amputaron el brazo a la beba de Zanja Honda

Hay tristeza en Zanja Honda. A causa de un hongo muy agresivo debieron volver a operar a la beba Berenice Saldaño.

Toca dar la noticia que nadie querría leer ni escuchar. La desdicha volvió a tocar la puerta de Berenice Saldaño, la beba de un año y medio que tuvo la horrible curiosidad de meter el brazo en un viejo secarropas en funcionamiento, cuya fuerza centrífuga se lo arrancó desde el codo. Recordarán que esto pasó a fines de enero, allá en el norte, en la comunidad tartagalense de Zanja Honda. Los primeros auxilios fueron impecables, desde la lucidez de su mamá al conservar el miembro amputado, el traslado sanitario veloz, las 8 horas de reimplante en el Materno Infantil de la ciudad de Salta, y la ilusión de una revascularización exitosa con dos semanas de sangre circulando hasta los dedos. Sin embargo, un hongo muy agresivo que le provocaba picos de fiebre puso a los médicos a decidir entre la vida del brazo y la vida de la pequeña. Como corresponde, se eligió preservar la vida y el lunes, en una nueva y compleja intervención, el mismo equipo de la Fundación Reconstruir que puso alma y ciencia en el reimplante, debió amputar el brazo de Berenice. Su familia, criollos de espíritu humilde, de corazón agradecido, autorizaron la cirugía con tal de ver sonreír de nuevo a la beba, de verla correr por la casa de Zanja Honda, convencidos de que su brazo tuvo una oportunidad única a pesar de este desenlace triste, según informó El Tribuno.

«Tengo una desazón muy grande, nunca se acostumbra uno en estos finales aunque estaba dentro de las posibilidades que pudiera ocurrir. Es que ningún cirujano que se dedica a la reconstrucción quiere hacer un muñón, uno quiere hacer que viva el miembro amputado, pero la historia terminó así. Todo el equipo está muy triste», dijo el microcirujano Paul Coronel.

Todavía alejado de la resignación, comentó: «Hicimos todo para no tener que amputar y nos ilusionamos mucho porque durante doce días sobrevivió el implante irrigando hasta los dedos. Eso ya era un milagro pero, evidentemente, pesó más el tiempo que estuvo muerto el bracito que es un caldo de cultivo de bacterias que viven sin oxígeno. Fueron 7 horas sin circulación de sangre y sin oxígeno y eso explica la micosis que determinó la amputación».

Coronel agregó: «Estábamos preocupados por los picos de fiebre, se hicieron los análisis y en los resultados se vio que era un hongo muy agresivo, y los terapistas evaluaron que se iba a extender y eso era riesgoso para la vida de la niña. Este hongo produjo una necrosis vascular y de tejidos difícil de controlar así que hubo que reintervenirla y amputarle el reimplante. El muñón le quedó a la altura del tercio superior del brazo».

«Es difícil de imaginar lo que se siente. Con estas experiencias aprendemos lo finitos que somos; que ponemos todo pero a veces es nada. Son los límites de la ciencia. Uno no se puede empecinar con un paciente por la gloria personal o profesional; porque que sobreviva el brazo hubiese sido una gloria profesional, pero siempre primero está la vida», finalizó el médico en una profunda contricción.

La beba sigue en terapia intensiva. La evolución es más previsible ahora, aunque menos emocionante. Ya no sabe a milagro esta espera. Sin embargo, se agradecen las oraciones. Se agradecen los juramentos hipocráticos que no duermen en los laureles del conformismo. Se agradece la constancia como trampolín del propósito. Se agradece la esperanza que concede el amor al servicio de la ciencia.

 

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