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A los 97 añosMurió «Vitillo» Ábalos

Víctor Manuel "Vitillo" Ábalos

El santiagueño Víctor Manuel «Vitillo» Ábalos, protagonista -con el quinteto Hermanos Ábalos- de una parte esencial de la historia de la música popular argentina, falleció este sábado a los 97 años.

El bombisto, músico y bailarín santiagueño Víctor Manuel «Vitillo» Ábalos, protagonista esencial -con el quinteto Hermanos Ábalos- de la música popular argentina, falleció hoy a los 97 años en la Ciudad de Buenos Aires.

Un cuadro de neumonía precipitó en desenlace en el Sanatorio de la Providencia. Poco antes había sido operado en la cadera en el Sanatorio Gûemes.

«Vitillo», quien se caracterizó por mantener un perfil bajo y una profunda sensibilidad que transmitió a lo largo de toda su vida y su obra, nació en Santiago del Estero el 30 de abril de 1922 en de una familia de músicos.

«Vitillo» nació en una familia de músicos el 30 de abril de 1922 y era el único sobreviviente de la emblemática formación folclórica.

En 1933 integró la compañía infantil del investigador y prócer santiagueño Andrés Chazarreta, donde describió la raíz del arte popular y aprendió a bailar 40 danzas folclóricas argentinas.

En 1938 fundó el histórico grupo con sus hermanos Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco. Fueron los creadores y recopiladores de clásicos del cancionero popular como «Agitando pañuelos», «Chacarera del rancho», «Nostalgias santiagueñas», «Carnavalito quebradeño», «Zamba de los yuyos», «El gatito de Tchaikovsky», entre más.

Un salto en la popularidad del conjunto se consumó con la interpretación de «Carnavalito» en la película «La guerra gaucha» (1942), dirigida por Lucas Demare.

Los Hermanos Ábalos llegaron al Festival de Cosquín en 1966 y se despidieron de esa espacio en 1997. «No queremos que uno zapatee y los otros lo estén sosteniendo», justificaba «Vitillo» entonces, con una dosis de humor, su retiro del festival.

Sin embargo, la historia le hizo un guiño y el bombisto volvió al escenario cordobés en 2011 como invitado de otro santiagueño, Raly Barrionuevo.

El quinteto influyó en la música popular desde su mirada innovadora de la tradición y su formación de piano, guitarra, bombo y zapateo, que le dio un sonido original. Los antiguos vinilos de los Hermanos Ábalos, en tiempos donde la información circulaba a paso cansino, formaron a cientos de folcloristas.

Los discos del quinteto apenas se consiguen; incluso la figura de Adolfo, el Ábalos que más trascendió, es ajena para la industria y los grandes medios.

Junto a sus hermanos Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco revolucionó la manera de difundir la música nativa, a través de sus danzas, su repertorio y los discos Nuestras danzas Vol 1 y Vol 2. (1952). «Tuvieron La brillante idea de editar sus discos de manera instrumental. En estas grabaciones Machingo, el mayor de los cinco, indica con su voz las vueltas y formas de nuestras danzas, así los bailarines pueden aprenderlas y aplicarlas. Es muy común que en mis giras con Ciro y los Persas se me acerque alguien diciendo: «¡¡Yo aprendí a bailar con los Ábalos!!»», reconoce Juan Gigena Ábalos, nieto de Machingo y guitarrista de la banda de Ciro.

En esos discos legendarios aparecen creaciones que atravesaron varias décadas y perduran hasta hoy, como «Chacarera del rancho», «Nostalgias santiagueñas», «Agitando pañuelos» y «Carnavalito quebradeño». Desde 1937 y hasta 1997, Los Hermanos Ábalos influyeron decisivamente en la música popular con su modernismo tradicional y esa formación de piano, guitarra, bombo y zapateo que le dio un sonido distintivo. «En aquella época había más pianos que bandoneones en Santiago del Estero», recuerda Vitillo.

Los Hermanos Ábalos fueron pioneros en traducir al pentagrama recopilaciones anónimas del folclore y su proyección fue tan grande que llegaron donde no lo hicieron optros grupos.  «Fueron independientes, sin tener la huella de otros artistas de cómo hacer las cosas. Todo estaba por hacerse. Las primeras giras de Los hermanos Ábalos las organizaban por carta», recuerda el sobrino nieto de Vitillo. «Hay cartas de ellos con Atahualpa Yupanqui organizando su gira por Japón -agrega-. En esa época era como ir a Marte», apunta Juan, sobrino de Vitillo.

«No se puede amar lo que no se conoce», aseguró a Télam Vitillo, cuando hace unos años fue consultado acerca de la indiferencia de parte del público contemporáneo a la inmensa tradición de los Hermanos Ábalos.

En su amplio recorrido, Vitillo cantó para dos Papas, tomó parte de un video clip junto a Roger Waters (Pink Floyd), de un ciclo televisivo en Japón junto a Los Beatles y Arthur Rubinstein, en 1966; y hasta tuvo la oportunidad de zapar con el trompetista Louis Armstrong en un bar de Manhattan durante la gira del grupo, en 1951.

Sobre el documental

Sus sobrinos nietos, el guitarrista Juan Gigena Ábalos (integrante de Ciro y Los Persas) y Josefina Zavalía Ábalos, impulsaron la idea del concretar un documental, «Abalos», que lo tuvo como protagonista.

El filme retrató la vida cotidiana de esta leyenda de la música argentina, dueño de una vocación musical incesante y de una espíritu joven. «Yo soy un viejo joven, por eso sigo trabajando», señaló en una de los últimos reportajes que se le hicieron.»Los Hermanos Abalos, de la mano de Adolfo y con su forma de tocar, tomaron la valiosa improvisación del jazz para construir la innovación aportada al folclore», explicó en su momento el pianista Oscar Alem.

Lilian Saba, otra pianista fundamental del folclore argentino, reflexionó: «Los Hermanos Abalos hicieron temas preciosos y, además, defendieron la danza y eso ayudó a mantener vivo el folclore y de hacer de eso una cosa cotidiana de reunión y fiesta».

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