Se desempeñaba como director del Ippis, donde llegó a ser su presidente.Fue cacique de la comunidad La Mora y referente de los wichis en toda la provincia.
Murió el cacique Indalecio Calermo, cacique de la comunidad de La Mora, ubicada en inmediaciones de la ruta nacional 86, en jurisdicción del municipio de Tartagal.
Actualmente se desempeñaba como director del Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta (Ippis), institución que supo presidir en su condición de vocal de la etnia wichi.
Fue uno de los aborígenes reconocidos en su comunidad y en otras de todo el norte provincial por participar y encabezar reclamos a los diferentes gobiernos de turno desde hace por los menos dos décadas.
Calermo sufría de una enfermedad crónica que había deteriorado mucho su salud y en el último año, perdió la vista.
En 2016 fue protagonista de un terrible accidente vial cuando la camioneta en la que viajaba chocó con un camión, a la altura de Coronel Cornejo, oportunidad en la que sufrió fuertes golpes en su pecho, pero luego de un tratamiento pudo recuperarse. Lo que no pudo evitar fue la muerte de su hijo, quien conducía el vehículo, lo que le provocó una gran depresión, luego de la cual no volvió a ser el mismo.
El último malón a Salta
Lejos de haber sido una carga de caballería urdida por indios pintarrajeados, emplumados y montados en briosos potros, el malón protagonizado por Indalecio Calermo, sus parientes cercanos los hermanos Soruco, el «Rata» Rivero y otros dirigentes aborígenes del departamento San Martín, tuvo la virtud de tener en vilo una semana al Gobierno provincial y lograr repercusión en los medios de alcance nacional.
Es que en octubre de 2010, varios centenares de aborígenes, wichis en su mayoría, hombres, mujeres y niños, llegaron a la ciudad de Salta desde el lejano Tartagal en camiones, camionetas y otros vehículos.
Una vez instalados debajo del puente de la avenida Paraguay sobre el río Arenales, comenzaron a exigir al gobierno de Juan Carlos Romero una serie de reivindicaciones entre las que se contaba la normalización del Ippis, intervenido.
Lo cierto es que una invasión de alrededor de 700 aborígenes durmiendo a la intemperie no pasó desapercibida y los medios, primero locales y luego nacionales, comenzaron a hacerse eco de la movida.
Entonces, envalentonado por la repercusión que su accionar había logrado, Calermo comandó una marcha multitudinaria hacia el Grand Bourg, donde fueron detenidos por la policía unas pocas cuadras antes de la Casa de Gobierno.
Al no haber logrado su propósito de copar la entrada del complejo gubernamental, los aborígenes volvieron marchando al campamento en el río Arenales y al llegar, Calermo lanzó una advertencia maldita: «Si no nos dan lo que pedimos vamos a quemar a uno de nuestros niños con un bidón de nafta que tengo escondido».
La frase se desparramó por todo el país. En el mismo acto, el entonces ministro de Gobierno provincial, «Pato» Salum, tomó intervención en el asunto y dispuso, en primer lugar, hacer llegar cientos de cajas con víveres a los aborígenes instalados bajo el puente.
Luego, en una reunión mantenida en la Legislatura presidida por el senador Mashur Lapad y la entonces senadora nacional Sonia Escudero, los aborígenes firmaron un acta acuerdo en la que se les concedían algunos puntos.
El 23 de octubre de 2002, a la madrugada, una caravana de 12 colectivos de larga distancia llevó a los manifestantes de vuelta a sus comunidades.
Otras protestas de Calermo
Calermo protagonizó varios cortes de rutas siempre en San Martín, a veces para pedir ayuda al Gobierno de turno, otras para exigir nuevas elecciones en el Ippis. En su dilatada trayectoria como dirigente indígena fue la cara visible de numerosas marchas y protestas.
También es cierto que no todos sus paisanos comulgaban con sus métodos y tampoco era bien visto por dirigentes, políticos y empresarios.
Cargando ...
Agregue un Comentario