Judiciales

Tragedia de Guachipas Muerte de los brigadistas: las versiones de Castro y Dagun dejaron más dudas

Sólo quedó en claro que un diputado y una jueza llamaron en reiteradas ocasiones para solicitar la intervención de la brigada, pese a que, quienes habían sobrevolado la zona, habían dicho que era innecesario enviarla.

El 27 de octubre de 2014, bomberos fueron al cerro conocido como “El Acheral”. Al día siguiente encontraron en la zona los cuerpos incinerados de los brigadistas Mauricio Valdéz, Víctor Humberto Ferreyra, Martín Albarracín y Matías Daniel Vilte.

Hoy declararon Víctor Jesús de Ola Castro y Víctor César Dagun, acusados del delito de incumplimiento a los deberes de funcionario público. Ellos estaban a cargo de Defensa Civil cuando esos brigadistas murieron.

Ola Castro declaró con un Power Point, sin responder preguntas. Gran parte de su declaración consistió en ostentar su currículum. Castro necesitaba probar su idoneidad para el cargo.

“Niego haber  incurrido en el delito en el que se me imputa, en el sentido en que no he protagonizado ninguna acción que lesione el bien jurídico, es decir, la administración pública. Como tampoco he emitido órdenes o resoluciones que contradigan la constitución. No actué con impericia, imprudencia o negligencia o en inobservación de los reglamentos”, dijo. También expresó: “Yo ejecutaba las políticas públicas que me demandaba el ministerio”.

Asimismo, dijo: “No hay evidencia de que yo haya emitido orden verbal o escrita acerca de la diagramación de las cuadrillas en forma anual o semanal ni en el envío de las mismas al siniestro. Estaban consignadas de antes”.

Dijo, por otra parte, que “los integrantes de la cuadrilla que fueron a apagar el fuego  fueron con la experiencia, con la información, con el equipamiento previsto por el órgano rector, que es el plan nacional de manejo de fuego y también con la capacitación, la certificación  y la habilitación para estar dentro de un escenario de incendio”.

Ola Castro habló poco sobre el incendio que terminó con la muerte de cuatro personas. Un detalle importante es que el fuego comenzó el día 19, de manera natural (un rayo). Después de recibir numerosas llamadas, decidieron mandar dos integrantes a sobrevolar la zona y realizar una evaluación de lo que pasaba. Los profesionales determinaron que “no era necesario realizar una acción directa o indirecta porque no había amenazas a  las personas o bienes”.

Ola Castro dijo que continuaron las llamadas.  Enviaron el 26 un nuevo helicóptero para sobrevolar la zona. El piloto dijo lo mismo: no había casi fuego.  

Hubo otro vuelo el 27, donde se hacen acciones de ataque directo, a través del helicóptero de la provincia.

Pero continuaron los llamados y Castro decidió enviar una cuadrilla. La cuadrilla tenía como objetivo ir al lugar, encontrarse con los baquianos en sus casas, allí realizar las tareas de planificación. “Al otro día salen, van en un vehículo con un chofer, se les da todo el equipamiento, previsto y que generalmente se usa, lo proporciona el plan nacional de manejo de fuego, y allí deciden dividirse en dos grupos”, dijo Castro.

Según Castro la primera evaluación de los brigadistas fue que no era de gran magnitud del incendio.

Castro, que sobrevoló el área mientras los brigadistas estaban en tierra, explicó que no tiraron agua. Dijo que el helicóptero no estaba equipado. Dijo, también, que “tirar un agua sin coordinación es peligroso. Es tirar 2000 litros de agua sin saber dónde se lo tira”.

“Cuando se hace el sobrevuelo, el piloto decide no seguir volando por las condiciones del clima”, dijo.

A la tarde lo llamó el diputado San Millán, “dándome parte de que había cuatro fallecidos. Él creía que era el personal de defensa civil. Los baquianos le dijeron que los habían visto carbonizados”.

El otro testimonio

Víctor César Dagun fue más sintético para exhibir su idoneidad. Hizo mucha hincapié en su amistad con los brigadistas, en su pesar.

“Yo vengo a decir mi verdad”, dijo y comenzó su relato, sin aceptar preguntas. “Nosotros no estábamos en el lugar. Lo único que hacíamos, como en todos los incendios, es mandar a la gente de acuerdo con un protocolo que existía, para que vayan y verifiquen, hagan la evaluación de la situación y recién puedan actuar.

El testimonio de Dagun coincidió en algunos aspectos, pero no en todos, con el de Ola Castro. “El 19 se hizo un sobrevuelo. Mandamos jefe de cuadrilla y dos combatientes. Ellos fueron, hicieron el sobrevuelo. Al volver al lugar  hicieron un informe: que no había animales, ni peligro de bienes, que no era necesario enviar gente”, dijo.

“No obstante, los días posteriores seguía hablando la gente. El doctor Ola Castro me decía que lo habían llamado la doctora María Inés, el diputado san Millán,  el intendente, a mí me llamaban de la policía, a través de la radio, por eso la insistencia nuestra de que vaya el helicóptero. El día 26 fue el helicóptero. Dijeron que no había tanto incendio”, dijo.

Ola Castro termina enviando una cuadrilla porque en el lugar “Hay pastoreo de animales y se está quemando esas cosas”.

Dagún dijo que siempre les dijo a los brigadistas: “primero la integridad física de ustedes y después el pasto”. Dijo también que los brigadistas “estaban contentos de ir”

El encargado de la brigada en tierra, según Dagún, le dijo apenas llegó que estaban haciendo trabajos de aislamiento con los baquianos del lugar. Dijo que estaban haciendo tareas de remoción. Todo controlado.

“Posteriormente ingresa otro mensaje que decía que tenían para varios días, seguir trabajando en lugar. Le comento a Ola Castro. Y me dice que active los mecanismos para conseguir un helicóptero para ir al lugar. Fuimos. Se veía bastante humo. Había viento y se movía mucho el helicóptero. A los chicos no se los veía. Dimos una sola vuelta (ni dos ni tres, una sola) y el piloto Walter Ferrira le preguntó al doctor Ola Castro “qué hacemos Victor, ¿damos otra vuelta?” Castro dijo, no, vamos nomás, “para qué vas a gastar… al pedo, que los changos trabajen por tierra”.

Este fragmento es importante. El audio no es bueno y por eso falta una palabra, reemplazada por los puntos suspensivos.

A las 18 lo llamaron y le dijeron: “los changos se han quemado. Se han incinerado. En dónde se han metido, dije en ese momento”, testimonió Dagún.

“Yo tengo la conciencia muy tranquila. Era amigo de los chicos. Hacíamos partidos de fútbol, era un grupo espectacular”, dijo.

Habló por más de una hora. Dejó en claro que aún hoy no se explica  qué pasó. Dijo que le hizo esa pregunta a otra persona y que sólo atinó a decir que podía ser algo sobrenatural.

Dijo, asimismo, que consiguieron muchos elementos para Defensa Civil. Que antes, cuando él empezó a trabajar para el Estado, los chicos iban a trabajar en zapatilla, y a veces los llevaban a combatir los fuegos en la morguera de la policía porque no tenían ni cómo ir. Defensa Civil, según Dagún, estaba mejor que nunca cuando pasó la tragedia.

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