Fue hace exactamente cinco años. Y para los argentinos fue uno de esos momentos -como el asesinato de Kennedy o el ataque a las Torres Gemelas para los norteamericanos- en que la Historia con mayúscula se tocó con la historia con minúscula, la personal. ¿Dónde estabas cuando el cardenal Bergoglio se transformó en el Papa Francisco? Yo estaba -azares del destino- en las oficinas porteñas de Alitalia, intentando que me cambiaran un pasaje a Roma que se me había vencido. Y entonces, desde el fondo de una sala en la que había varios escritorios con oficinistas mirando pantallas, uno de ellas gritó «¡Es Bergoglio! ¡Es Bergoglio!», y el mundo ya nunca más fue igual.